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Pere Joan resume el siglo XX en '100 pictogramas para un siglo (XX)'

  • "Este libro parte de la necesidad de entender las cosas", asegura Pere
  • "Su objetivo es la complementación, la polémica, la aportación y la disidencia"
  • El autor nos resume, con dos pictogramas exclusivos, lo que va del Siglo XXI

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Algunos de los '100 pictogramas para un siglo (XX)' de Pere Joan
Algunos de los '100 pictogramas para un siglo (XX)' de Pere Joan

Pere Joan (Palma de Mallorca, 1956)

Dibujante, ilustrador e historietista y perteneciente a la generación que en los años 80 dinamizó el panorama de cómic nacional con sus historietas para la revista Cairo, El Víbora, Blanco y Negro o Cavall Fort. Ha colaborado con publicaciones como el Diario de Mallorca, La Vanguardia, El Pequeño País, TBO, Viñetas, Cavall Fort y ha dirigido, junto al también dibujante Max, la revista de cómic internacional de vanguardia NSLM (Nosotros somos los muertos). También ha realizado algunas incursiones en la pintura en diversas exposiciones. En 1991, 'Mi cabeza bajo el mar' recibió Premio a la Mejor Obra en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona. En 1999, la editorial Glénat recopiló buena parte de su obra en 'El hombre que se comió a sí mismo'. Tras desarrollar y participar en diferentes proyectos, principalmente dentro del ámbito balear, 'Cada dibuixante es una isla', 'Història del Turisme a les Illes Balears'), en 2010 Pere Joan escribió 'Duelo de caracoles', una obra ilustrada por Sonia Pulido que recibió la nominación al Mejor Guión en los Premios del Salón Internacional del Cómic de Barcelona.

Los pictogramas fueron el primer lenguaje escrito del ser humano, como queda patente en las cuevas prehistóricas. Desde entonces los lenguajes han evolucionado, pero los pictogramas siguen siendo una parte fundamental de la comunicación entre las personas. Sólo tenéis que echar un vistazo a vuestro alrededor para encontraros un montón (por no hablar de los emoticonos telefónicos).

Pere Joan (Mallorca, 1956) uno de los grandes del cómic español, se ha propuesto resumir el siglo XX no repasando los grandes acontecimientos, sino a través de las ideas-fuerza, de las actitudes y cambios sociales que lo definieron. Ideas como la velocidad, el valor de lo joven, la ética laica, el ascenso de la mujer, el opinionismo, la omnipresencia de la música… Unas ideas que resume en 100 pictogramas para un siglo (XX) (Ediciones de Ponent), que debería figurar en todas las listas de los mejores libros del año.

“Este libro –asegura Pere- es una suma de cosas, creo que todas ellas muy de nuestro tiempo. Parte de la necesidad de entender las cosas –el siglo XX en este caso- desde puntos de vista nuevos, mezclando el lenguaje propio del cómic con la reflexión, el diseño, los aforismos, fogonazos de ideas nuevas, explotar recursos gráficos a tope y todo ello sin olvidar la ironía, que es lo que nos salva de la mediocridad y del acomodamiento facilón. Creo que es bueno hablar en serio y con humor al mismo tiempo. Básicamente creo que es un libro para regalar a alguien que no lea necesariamente historietas”.

“Lo que mueve el mundo son las actitudes”

Este libro también surge de la opinión de Pere de que nos obsesionamos tanto por la historia que olvidamos cosas más importantes: “Estamos poseídos por la actualidad y la necesidad de enmarcar las cosas en estratos temporales e históricos clásicos. Esta es una visión muy parcelada de las cosas. Yo pienso que las cosas importantes no se mueven solamente por lo que podría ser una noticia de portada o de apertura de un informativo: la economía sube o baja!, ha estallado una bomba puesta por el grupo Menganito contra el líder de los Fulanitos!...”

“En realidad, lo que mueve el mundo son las actitudes –asegura el autor-, los usos que hacemos de las cosas, lo simbólico de algunos actos e incluso de algunos objetos. Por ejemplo, ver las cosas a distancia (desde la televisión, la pantalla del ordenador, ver el mundo desde fuera como los astronautas, o disparar una bomba impunemente desde un refugio a miles de kilómetros, o que una mujer tenga un hijo fuera de su cuerpo por un vientre de alquiler o que nos muramos de ganas de pasar miedo viendo una película…), todo eso define más lo que somos – en este fragmento histórico del siglo XX- que los acontecimientos históricos noticiables”.

Elegir las cien ideas que definieron el siglo XX no fue fácil: “Bueno, yo ya iba naturalmente con mis ideas preconcebidas. Pero hacer un inventario de 100 items, así, a lo bestia, siempre descubres cosas. Era un riesgo que existía, no llegar a encontrar 100 ideas definitorias. Pero vas tirando del hilo y van saliendo conceptos. Lees enciclopedias y procuras entender mejor, buscar en los entresijos y encontrar cosa aun no reflejadas. Más que nada me reafirma en la idea de la capacidad de la imagen apoyada en la palabra para comprender las cosas y para crear lenguaje. He disfrutado como nunca haciendo esto porque he visto confirmadas las posibilidades inmensas de este lenguaje y la posibilidad de dar siempre nuevos puntos de vista. La imagen es algo concreto pero los significados pueden ser abiertos y múltiples”.

Per confiesa que el principal sorprendido en este proceso ha sido él mismo: “Me ha sorprendido cómo yo mismo iba utilizando repetidamente el símbolo de la corona (por entronizar algo) y también símbolos religiosos para explicar cosas que en principio no parece que lo sean pero si llevan religión oculta (como la gran presencia que tenemos de creencias en lugar de ideas, que son algo que se puede someter a discusión. Las creencias son rígidas, las ideas son móviles)”.

Obsesionado por los logotipos

No es el primer trabajo en el que Joan utiliza los logotipos para transmitir ideas, ya que esa idea ya estaba presente en obras como Azul y ceniza (2004). “De joven yo arrancaba las etiquetas de las prendas de vestir, cuando estaban cosidas en los pantalones vaqueros, por ejemplo. Aún escojo ropa que no tenga etiquetas ni logos visibles. No soy un anuncio ambulante, caramba!”

“Pero al mismo tiempo –continúa- siempre he estado fascinado por la eficacia en la simplicidad de los logotipos. Hoy estamos rodeados de pictogramas: simplicidad comunicativa y creatividad juntas. Los personajes de cómic, sobre todo los de humor, tienden al logotipo, a la eficacia expresiva. En los 80 hice una serigrafía muy celebrada que se titula Trade Mark Party y que era una fiesta de logotipos, unos 20, de todo el siglo tomando copas”.

“En el principio del lenguaje escrito las palabras se confundían las imágenes –nos comenta-. Hoy hemos vuelto a ello con el lenguaje sintético de los pictogramas que encontramos por todas partes. Pero en el libro he pasado de hacer imágenes muy reductoras para intentar hacerlas muy abiertas, que sean muy ricas en significados”.

Un gran juego

El dibujante confiesa que este libro también es como un gran juego en el que es fundamental la participación del lector: “Si, si… jugar es algo que los humanos hacemos continuamente. Hay gente que juega con la economía y jode la vida a los demás. Pero el lector creativo y divertido (e inteligente) debe saber que este libro puede leerse de muchas formas: Linealmente, a saltos, como en un libro de poemas (hay mucho de poesía visual en 100 pictogramas para un siglo), mirando solamente los dibujos, o siguiendo líneas ocultas, como en el Rayuela de Cortázar, o bien leyendo cada concepto como si fuera un poema o como ideas a debatir. De hecho me gustaría que fuera una obra que se autoimpugnara inmediatamente. Es decir, que las aportaciones de los lectores modifiquen el contenido”

Es un libro para debatir –asegura Joan-. Incluso puede ser útil en educación. Una herramienta que mezcla historia, la filosofía, el diseño y sirve para estar incluso en desacuerdo. Es un libro que dura porque puedes volver a el porque lo has leído a sorbitos, para saborearlo mejor”.

Sin embargo, es un juego que requiere muchísimo trabajo de síntesis y planificación: “Empecé, como lo hago siempre que me lo permite el proyecto, dibujando sin límite, sin delimitar viñetas, páginas y todo eso. Y en este caso iba haciendo el dibujo básico casi al mismo tiempo que el texto. Todo fluía y una cosa se apoyaba en la otra. En el momento del parto de la idea a veces estaba confusa la fusión del texto y el dibujo, aunque solía venir primero el concepto”.

“Luego hay que ordenarlo. Hice una primera versión, bastante mas tosca, para presentarlo a una beca que afortunadamente se me concedió y pude trabajar a gusto durante unos meses. Luego fui ajustando y buscando armonía cromática y agrupándolo por capítulos y orden espacial. Porque al principio no tenía una ordenación por capítulos, sino un montón de dibujos e ideas nadando en una piscina. Tenía muy claro que quería una obra de ensayo y pensamiento que fuera muy agradable de mirar y remirar. Y releer, claro”.

“Y decidí también huir del pictograma frío –nos confiesa-. Yo no soy un diseñador, soy un dibujante de historietas, así que puse perspectivas y más expresión y calidez a los pictogramas. Que se notara incluso el trazo manual”.

Los grandes cambios del siglo XX

Una de las partes más interesantes del libro es la que refleja los grandes cambios del siglo XX, como el papel de la mujer, la velocidad, el ascenso de la juventud, la democracia, la omnipresencia de la música… “Eso es muy importante –comenta Pere-. Nos creemos que tenemos una identidad inamovible pero somos en gran parte un producto de las diferentes líneas de fuerza ideológica que nos rodea. El gran papel que va tomando la mujer es algo muy definitorio del siglo pasado y de este”.

Las múltiples formas de familia que están apareciendo (variedades de sexualidad, hijos de otros matrimonios que se adhieren a una pareja o a más, etc) indican un fortalecimiento de la familia, menos rígida pero con más gente que quiere formarla. Es el ejemplo de algo que se fortalece porque su definición se hace más débil o más amplia. No hay disolución de la familia, como pretenden los carcas, sino que hay más formas de familia”.

“En cuanto al ocio –comenta Joan- es algo que antes penas existía (de una forma más o menos democratizada) y ahora es la gran aspiración, hasta el punto que supone casi un trabajo más a cumplir. Todos esos cambios, junto a otros – la velocidad, el valor joven, la relatividad, el opinionismo, el hedonismo- nos conforman. Creemos que somos cosas cerradas con una identidad clara pero debemos pensar en que somos lo que nos rodea. Por eso es bueno repensar los conceptos en lugar de estar atados a la necesidad del día a día o de lo que se supone que debemos ser”.

“El pictograma aspira a la universalidad”

Preguntamos a Joan si, en un futuro cercano, podríamos llegar a comunicarnos con pictogramas. “El otro día estaba hablando con una directora de un periódico y me contaba que había entrevistado a uno de los artífices del “menéame”, eso que está en la red, y que le habló de que ya está en marcha eso de las historias de ciencia ficción, el traductor simultaneo, instantáneo, sin la necesidad de saber idiomas. Así como también la posibilidad de escribir dictando y enviar correos dando órdenes de palabra y interactuando con la máquina o el programa verbalmente”.

“No se el papel exacto de la imagen en la comunicación, porque todo va muy rápido, pero yo apuesto por ampliar los significados de las cosas. Leemos la palabra mesa y vemos todas las mesas. Dibujamos una mesa y, como más complejo sea el dibujo, es solamente es aquella mesa. El pictograma aspira a la universalidad, unicidad y absoluta legibilidad. Tiene que ser simple. No se como se puede articular eso en la comunicación diaria. Yo aspiro a abrir puertas en las cabezas de los humanos mientras divierto al mismo tiempo al personal con mis dibujos”.

También teníamos curiosidad por saber cómo reacciona la gente ante este experimento gráfico y narrativo: “Sorprendentemente, recibo opiniones de gente no específicamente aficionada a los cómics. Bueno, no es tan sorprendente. Es un libro, no es exactamente un cómic. Pero si está hecho por un autor de cómic, eso se nota”, asegura Joan.

“La noche de la presentación en Palma ya tuve una impugnación cordial –asegura-. Un amigo de una organización ecologista me dijo que el concepto "antiantropocentrismo" (mira que es complicada la palabreja inventada) ya tenía palabra propia: "biocentrismo". Me parece bien, pero yo creé un palabro para oponerlo al antropocentrismo, por aquello de hacer dualidades, y resulta que ya hay denominación”.

La complementación, la polémica, la aportación y la disidencia, es el objetivo de este libro. Las dos X del título que representan el siglo veinte en números romanos, también representan el cromosoma femenino: XX. Yo no lo tuve presente, pero en la portada superpuse en pequeñito sobre el círculo de el 0 de 100, el Hombre de Vitrubio de Leonardo da Vinci convertido en mujer. Esto me lo hizo notar una chica a quien no conocía: el XX es el cromosoma femenino. El siglo XX anuncia que el futuro apunta hacia el gran papel de la mujer recuperando su espacio lógico. Estas ampliaciones del campo de significados aportados por lectores me parecen estupendos. Y son una gran recompensa al trabajo realizado, que es siempre en solitario”.

Sus proyectos

En cuanto a sus proyectos, Pere Joan asegura que: “Sobrevivo como un adolescente, con trabajitos y endeudándome, como la mayoría de gente del mundo cultural. Pero voy al grano: después de haber publicado un libro opúsculo totalmente ilustrado por mi y con estética comiquera, llamado A mediterranean wine, sobre unos vinos mallorquines a los que proveo de imagen y nombre (Bla, bla, bla; Plic, plic, plic… y Muac!), (http://terradefalanis.com/) me pongo con la adaptación a novela gráfica de un libro de un autor mallorquín, Cristóbal Serra. La novela se llama Viaje a Cotiledonia y es una especie de literatura hecha por una suerte de un Jonathan Swift mediterráneo”.

“Y sigo dibujando montones de dibujos a lápiz en montones de cuadernos que ahora empiezan a verse en alguna exposición en galerías de arte”.

Dos pictogramas exclusivos sobre el Siglo XXI

Este libro es, sin duda, uno de los análisis más lúcidos e interesantes sobre el siglo XX. Pero... ¿qué está pasando en este siglo XXI?. Hemos pedido a Pere Joan que nos lo resuma en un pictograma.

“He aquí 2 bocetos de pictogramas nuevos -asegura el artista-. Uno que sirve para definir una característica relevante de lo que llevamos de este nuevo siglo y el otro que es un futurible probable (ultratrasgénero: me gusta crear palabras) que se me ocurre visto lo visto respecto a la creciente redefinición del cuerpo humano y las posibilidades médicas crecientes”.