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En Portada. "¡Arriba el telón!" o "Panamá, historia de un país mal repartido"

  • En Portada analiza el crecimiento en Panamá y su escasa gestión social
  • El país crece a un ritmo similar al de China, duplicando la media latinoamericana
  • Es un país desigual en el que el progreso ha tenido un efecto sedante
  • ¡Arriba el telón! se estrenó el jueves 15 de mayo en La 2

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En portada - Arriba el telón

FICHA TÉCNICA

Guión: Alicia G. Montano

Realización: Ángel Barroso

Imagen y Sonido: José Manuel Frean y Antonio Garrido

Montaje: Stella González

Panamá se parece a Rayuela, la obra maestra de Julio Cortázar. Tiene varias lecturas y según la que elijamos, el resultado es diferente. Pero hay un sustrato común y tanto si se lee secuencialmente, como si el lector se salta algún capítulo y establece su propio orden, Rayuela, -es decir Panamá- es el relato de un país que tiene mucho de novelesco y de surrealista. Surrealista por lo que los panameños tienen de actitud ante la vida, y novelesco porque la crónica del momento que atraviesa el país tienes partes de ficción, aunque se base en hechos reales.

Panamá rica, Panamá pobre

Hay una Panamá rica y una Panamá pobre. Es tan desigual como las dos ciudades que escoltan los extremos de su adorado Canal.

En la capital el trabajo abunda y el boom inmobiliario salta a la vista, aunque conviva con un cinturón de pobreza imposible de ocultar

Si el relato empezase en aguas del Caribe, en la ciudad de Colón, Panamá sería un país donde muchas personas carecen de bienes básicos, incluida la luz o el agua corriente; en el que escasea el trabajo y donde sus ciudadanos apenas se benefician del crecimiento imparable de la última década. Pero si la lectura arrancase en Ciudad de Panamá, -dicen que la capital más moderna de Centroamérica-, los personajes que saldrían a nuestro encuentro serían más afortunados. En la capital el trabajo abunda, hay un “efecto llamada” que demanda mano de obra y el boom inmobiliario salta a la vista, aunque conviva con un cinturón de pobreza  imposible de ocultar.  

Los titulares de la prensa económica y de los organismos internacionales se refieren a Panamá como la nueva Singapur, como el país que ha sabido aprovechar su posición estratégica para convertirse en un centro logístico vital para la región. Y las expectativas son buenas, al menos hasta el año 2020: seguirá creciendo a un ritmo muy superior al de los países latinoamericanos y en un porcentaje similar al de China. Hay que buscar la letra pequeña para leer las recomendaciones que los Foros Económicos y el Fondo Monetario Internacional, -tan poco sospechoso-, hacen a las autoridades del país advirtiendo de los desequilibrios internos que comprometen el futuro.

Un país subvencionado

En Panamá no ha habido una gestión social del crecimiento: al menos por ahora. Pero el dinero circula y ha servido para tapar agujeros. Es un país subvencionado y sus ciudadanos, salvo la masa más crítica, se han acostumbrado a esperar  que caigan del cielo, las migajas del maná económico.

Para los expertos en desarrollo, las subvenciones son pan de hoy y hambre de mañana

El  gobierno en funciones, -en julio dejará la presidencia Ricardo Martinelli, un magnate de los supermercados-,  dedicó grandes cantidades a  “programas sociales para la gente más humilde”. Hay más de 200 subvenciones, pero muy criticadas por los expertos en desarrollo que las consideran pan de hoy y hambre de mañana. Medidas coyunturales y populistas que no  fomentan el desarrollo sostenible o la inclusión social.

Un ejemplo fue la campaña para dotar de ordenadores a los escolares. El gobierno subvencionó una partida de 93.000. Pero los problemas educativos de los panameños no tienen que ver con las carencias tecnológicas, sino con el fracaso escolar y con el entorno familiar deteriorado. Con problemas no resueltos como la elevada tasa de abandono escolar, a partir de los 12 años, para integrarse en el fascinante y peligroso mundo de las pandillas. Y esa realidad no desaparece porque lleven en su mochila un ordenador de última generación.

Nueva etapa

El equipo de En Portada llegó a Panamá en plena campaña electoral. Cada cinco años, los panameños renuevan su Presidencia, el Parlamento y los ayuntamientos. La guerra entre candidatos es feroz y todos se apuntan al quién da más. En el Chorrillo, uno de los barrios populares de la capital, nos topamos con una larga cola de personas que acudían a recoger las bolsas de comida que regalaba uno de los candidatos. Lo sorprendente es que su valor no superaba los 15 euros: apenas un poco de pasta, plástico para envolver, copos de maíz y una lata de carne prensada. Los bonos se habían repartido puerta a puerta, dicen que favoreciendo a los simpatizantes de ese partido. 

A Varela le toca demostrar si es capaz de dar el giro social de un país cuyo progreso está muy mal repartido

Fueron días de inauguraciones diarias y euforias colectivas: hoy el metro, mañana la llamada “cinta costera” y en un año, la ampliación del CanalTodo apuntaba a la victoria del partido del gobierno y a la reelección encubierta de Ricardo Martinelli cuya mujer, Marta Linares, optaba a la vicepresidencia. Pero fallaron las cuentas. Será Juan Carlos Varela, un empresario que se ha comprometido a luchar contra la corrupción y la desigualdad, quien presida Panamá los próximos 5 años. Ahora le toca demostrar si es capaz de dar el giro social de un país cuyo progreso está muy mal repartido.