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Reforma educativa

La educación que separa a niños y niñas, centro de la polémica por el concierto económico

  • La LOMCE reconocerá el derecho a concierto de la educación diferenciada
  • Sus defensores afirman que responde mejor a las necesidades de los niños
  • Sus críticos creen que el nivel socioeconómico influye más en el rendimiento
  • Los defensores del modelo mixto creen que no deben recibir fondos públicos

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En España hay unos 190 colegios que practican el modelo de educación diferenciada o single sex
En España hay unos 190 colegios que practican el modelo de educación diferenciada o single sex.

Cuando el próximo miércoles se apruebe la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), un par de enmiendas propuestas por UPN y aprobadas con los votos del PP harán que los colegios que imparten una educación separada para chicos y chicas no tengan que justificar su modelo educativo y puedan optar a conciertos económicos.

Esta decisión pretende cerrar una de las polémicas que arrastra la LOMCE, y que pone el acento en esta ocasión en el modelo educativo que consiste en prestar una atención diferente a los alumnos de distinto sexo para responder al modo en que aprenden y se comportan.

El mismo lenguaje levanta trincheras que erizan de prejuicios cualquier debate: para unos, se habla de “segregación por sexos”; para otros, es “educación diferenciada”.

¿Somos iguales o diferentes? ¿La educación ha de tratarnos absolutamente por igual? "La respuesta no ha sido homogénea a lo largo del tiempo", afirma el profesor de Educación de la Universidad Complutense de Madrid Eduardo López.

Sea cual sea el formato -atención diferenciada a chicos y chicas en una escuela mixta, formar grupos separados a partir de una edad o en ciertas asignaturas, o directamente con colegios masculinos y femeninos-, los defensores de esta opción sostienen que niños y niñas tienen distintos ritmos de desarrollo cognitivo y que si están separados se evitará que se limiten las capacidades de cada individuo.

Reconocer la diferencia para mejorar la pedagogía

“Hay diferencias de nacimiento que permanecen toda la vida”, y no solo en cómo se aprende, sino en el comportamiento, “diferencias que no se perciben tan fácilmente”, afirma María Calvo Charro, profesora de la Universidad Carlos III de Madrid y presidenta de la sección española de la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada (EASSE).

Los defensores de la educación diferenciada subrayan que la forma de aprender de niños y niñas no es la misma

La presidenta de EASSE remarca la importancia de estas distintas competencias entre niños y niñas, más allá de la pubertad y la adolescencia: “Entre los seis años y la pubertad, la niña lleva una ventaja de madurez de dos años respecto al niño, y no tener en cuenta esto lleva a incomprensión hacia los chicos, que tienen un ritmo de maduración más lento. En un aula mixta se puede atender todo esto, pero se puede perjudicar al ritmo de unos y otros".

La experiencia como profesor de Alfonso Aguiló, exdirector del colegio Tajamar y vicepresidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), también le indica que la forma de aprender de niños y niñas no es la misma.

"Los chicos necesitan que las clases sean muy activas, que haya competitividad, que se les pregunte constantemente y se les corrija mucho, mientras que a las chicas eso les agobia, son más responsables, menos competitivas y les gusta un ambiente de trabajo más sereno, que a los chicos les aburre y les distrae".

La distribución de los genes o la de la riqueza

Sin embargo, para quienes no confían en estos principios, como es el caso de Francisco García, secretario general de la Federación de Enseñanza de CC.OO., los resultados académicos no vienen marcados por el sexo, sino que el verdadero determinismo social lo marcan otras variables.

Lo que más influye en los resultados académicos, según las evaluaciones internacionales del informe PISA, es el nivel formativo de los padres. Si los padres tienen estudios universitarios sus hijos parten de mejores condiciones para sacar buenas notas. Por eso, el sistema educativo tiene que poner a disposición de los alumnos medidas de compensación y garantizar la equidad para compensar las desigualdades de partida”.

Los defensores de la educación mixta creen que el nivel socioeconómico influye más en el rendimiento

En su opinión, que también defienden las asociaciones de padres, los poderes públicos deben velar por otros “elementos que garantizan la calidad, como el número de alumnos por aula, la atención a la diversidad y la formación de los profesores”.

Por eso, CCOO piensa instar al Defensor del Pueblo y a los grupos políticos a que denuncian que la reforma educativa es inconstitucional en este apartado.

Para Jesús María Sánchez, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA), restituir los conciertos económicos a estos centros significa además “querer contentar a sectores ultraconservadores y neoliberales”.

“No tiene lógica ni sentido que organismos como el Instituto de la Mujer gasten recursos en trabajar la coeducación [método que parte del principio de la igualdad entre sexos] y que el Ministerio de Educación establezca unos conciertos que más bien tienen que ver con ayudar a colegios de base e ideología religiosa. Si se permite este tipo de educación, debería ser en centros privados, nunca con dinero público”, remacha.

¿Demasiado énfasis en la sexualidad adolescente?

El presidente de CEAPA añade que el argumentario de este modelo educativo pone un énfasis exagerado en la dimensión sexual y de moral católica, a lo que no es ajeno el ideario de muchos de estos colegios, “como si al estar juntos hombres y mujeres hubiera más posibilidades de pecar o algo así".

"Los chicos y chicas han de estar juntos, educarse juntos y aprender unos de otros, como se hace en la vida en sociedad”, defiende, y pone el ejemplo de Finlandia, paradigma de modelo educativo exitoso, “donde todos los colegios son públicos, existe la diversidad y chicos y chicas estudian juntos sin problema”.

Evitar la convivencia en las aulas de adolescentes es acertado para unos y exagerado para otros

María Calvo insiste en poner por delante los argumentos científicos y trae a colación la idea de la presión social en los niños y adolescentes.

“Los estudios demuestran que el crecimiento interior de la personalidad de un niño o una niña es más auténtico si no está con el sexo opuesto, y eso pasa también entre los adultos con sus grupos de amigos. La presencia del otro sexo en el colegio es un importante factor de dispersión porque les obliga a estar pendientes de caer bien en lugar de centrarse en su propia personalidad sin complejos ni miedos”, afirma la presidenta de EASSE.

Pero también reconoce que la separación contribuye a educar en una sexualidad más sana. “Favorece la lentitud, el conocimiento de uno mismo, ya que no hay prisa por quemar etapas, La relación intersexual es más lenta, no es una relación rápida, de zapping, favorece el saber esperar a la persona adecuada, promueve relaciones más 'románticas'".

"En las aulas separadas se profundiza más en la amistad porque no están impregnadas del flirteo", tercia Alfonso Aguiló. "Es una amistad entre personas del mismo sexo sana, que a veces queda arrollada por las relaciones afectivas entre chicos y chicas".

La escuela como lugar de socialización

La de las relaciones humanas es otro motivo de posiciones divergentes. “La escuela se debe parecer a la vida y preparar para la vida", afirma Francisco García, de CCOO.

"La sociedad consagra la igualdad de sexos entre hombres y mujeres, que hoy compiten entre sí en el mundo laboral. Una escuela donde educa a los hombres y mujeres por separado no prepara para una sociedad en la que se trabaja en igualdad, es un anacronismo que no tiene sentido”, opina.

Los defensores de tener a chicos y chicas por separado responden con otro lema contundente: "Es educación diferenciada, no vida diferenciada", sentencia la profesora María Calvo.

"Los chicos y las chicas de hoy tendrán cualquier problema menos la falta de comunicación con el otro sexo"

Alfonso Aguiló, desde su experiencia en la dirección de un colegio, no cree que la separación en las aulas suponga un freno para el aprendizaje de habilidades sociales.

La escuela ocupa 850 horas al año, y el año tiene 8.760; hay muchas horas de vacaciones, fin de semana, actividades extraescolares o de ocio. Los alumnos del Tajamar no consideraban que esto fuera un inconveniente para ellos, miraban con extrañeza cuando se les planteaba esto, como diciendo: 'no sé qué se piensa usted, que vivo encerrado o algo así'. Hoy en día los chicos y las chicas tendrán cualquier problema menos la falta de comunicación con el otro sexo”, considera.

El profesor Eduardo López invita a tomar distancia de estas diatribas. “Detrás de todo esto hay conceptos simples. ¿A qué se va a la escuela?”, se pregunta, pero al tiempo responde que es precisamente la respuesta la que crea contrarios ideológicos.

“Si se define políticamente en una ley la escuela como una institución de enseñanza orientada al aprendizaje, se justifica con mayor propiedad que se centre en los objetivos académicos. Definida como un ámbito de socialización y convivencia,como una continuidad de la sociedad y de la calle, pedirá otras cosas”.

No hay consenso sobre qué educación es mejor

El caso es que la misma investigación científica y pedagógica que aporta argumentos como los anteriores no ha sido capaz de alcanzar un consenso determinante sobre si es mejor la enseñanza mixta o la que separa a chicos y chicas.

“Cuando se enfrentan vía empírica el agrupamiento escolar de un solo sexo frente a la enseñanza mixta, puede afirmarse que ninguna de las opciones es, absolutamente hablando, mejor que la otra”, sentencia Eduardo López.

Ante la evidencia científica -o la ausencia de ella-, se recomienda ofrecer ambas posibilidades

Y advierte de que “aunque en el cien por cien de los estudios los resultados favorecieran a una de las opciones, la decisión respecto de qué opción adoptar no está clara, ya que la superioridad es estadística, esto es, afecta a grupos, nunca a individuos. Significa que una determinada opción de agrupamiento -la que sea- nunca puede aplicarse con carácter universal a todos los alumnos, pues podría administrarse a estudiantes para los que podría estar contraindicada”.

El profesor Eduardo López es de los que concluyen que es mejor apartar el encono ideológico y que se garantice que los colegios, las familias y los propios alumnos elijan el modelo educativo que prefieran, “que haya suficiente oferta educativa para que los padres puedan decidir aquello que más les conviene habiéndose informado de las aportaciones”, concluye.

“El problema es que en España no hay colegios públicos diferenciados, como en Estados Unidos, Inglaterra o Australia", señala María Calvo. "La pluralidad ha de vertebrar el sistema educativo en una democracia. Pero si no nos dejan tener colegios públicos, la educación diferenciada siempre estará en los privados”.

La solución tendrá que venir por la iniciativa política. Para Alfonso Aguiló, "quizá ahora los tiempos no están para ello", pero cree que con la educación diferenciada está pasando lo mismo que con el uniforme. “Hace 20 años parecía una locura y ahora por docenas lo aplican los centros públicos, porque han descubierto sus ventajas cuando ha dejado de ser un tema de debate político, ideológico o religioso”, apunta.

Polémica por la educación de 85.000 niños y niñas

En España hay unos 190 colegios inspirados en la educación diferenciada, según datos de la CECE -de los que aproximadamente la mitad son concertados y el resto privados-, que albergan a unos 85.000 estudiantes. En Madrid, se ha triplicado su número en los últimos cinco años, aunque Andalucía y Cataluña son las comunidades con mayor número de estos centros.

Partiendo de un gasto de 3.000 euros por alumno, el Estado invertiría unos 125-130 millones de euros anuales en el concierto con estos colegios, según estos cálculos.

El cambio en el artículo 84 de la ley de reforma educativa sirve para contrarrestar la doctrina del Tribunal Supremo, que había determinado que estos conciertos contravienen la ley vigente hasta la fecha, la LOE, que establecía que los criterios de admisión de los centros no pueden tener elementos de restricción al acceso, entre los que se citaba expresamente el sexo.

Sobre los conciertos a este modelo educativo se han pronunciado el Tribunal Constitucional, el Supremo y el Consejo de Estado, además de los tribunales superiores de justicia de comunidades autónomas, lo que en Andalucía, Asturias o Cantabria supuso la retirada del concierto en varios colegios. También, varias sentencias judiciales en otros países han abordado el asunto.

Lo que ha estado en cuestión judicial no es si esta forma de agrupamiento es lícita (el Supremo no la cuestiona, y organismos como la Unesco o el Consejo de Europa entienden que no supone una discriminación por sexo), sino si tienen derecho a la financiación pública.