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La fascinación por Wagner y 'Parsifal' en el Prado

El museo expone dibujos de Rogelio Egusquiza sobre la ópera     

  • Este año se cumplen 200 años del nacimiento del músico

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'Parsifal', (Rogelio de Egusquiza, 1910). Óleo sobre lienzo, 242 x 186 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor.
'Parsifal', (Rogelio de Egusquiza, 1910). Óleo sobre lienzo, 242 x 186 cm. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor.

De la pasión que el pintor cántabro Rogelio Egusquiza sintió por Richard Wagner y su música surgieron un buen número de pinturas, dibujos y grabados, algunas de las cuales se pueden ver ahora en el Museo del Prado relacionadas con la última ópera del compositor alemán, Parsifal

El Museo del Prado se suma así a la celebración del segundo centenario del nacimiento de Wagner (1813-1883) con un conjunto de obras de Rogelio Egusquiza (1845-1915) sacadas de sus fondos y que se exponen ahora por primera vez.

El conjunto, expuesto en la sala 60 del edificio Villanueva e integrado por cuatro dibujos, siete estampas, dos pinturas y una escultura, es "único y singular", según José Luis Díez, jefe de Conservación de Pintura del siglo XIX del Museo y comisario de la muestra. "No hay nada parecido a estas obras en las salas del museo correspondientes al siglo XIX", ha señalado Díez, quien califica las piezas de Egusquiza de "sorprendentes" en su época y ha considerado que son un "ejemplo único en la pintura española de entresiglos".

El único español que conoció a Wagner

El comisario de la exposición ha afirmado que el pintor cántabro fue el único español que tuvo relación directa con el compositor de Leipzig, tras compartir con él una comida en su residencia, y ha subrayado que ese conocimiento fue "absolutamente transcendental" en la vida y la obra de Egusquiza.

Hasta entonces, el cántabro se situaba cercano a los pintores españoles de la época, entre ellos Fortuny o Madrazo, pero a raíz de su encuentro con Wagner, en septiembre de 1879, Egusquiza cambia radicalmente la estética de su obra y se dedica a profundizar en el misticismo que irradia la ópera wagneriana.

Así, a partir de entonces la obra de Egusquiza destaca por su simbolismo dramático y alucinado, con un arte dedicado casi en exclusiva a evocar a los personajes protagonistas de las óperas wagnerianas.

La exposición que inaugura el Museo del Prado, y que se prolongará hasta septiembre de 2014, lleva por título "El Mal se desvanece", palabras que Egusquiza escogió del libreto de la última ópera del alemán para rotular con ellas el grabado del Santo Grial que preside la muestra, y que el artista escogió para que presidiera su capilla ardiente.

Las dos pinturas expuestas, de las cuatro con las que cuenta la pinacoteca madrileña, representan a los personajes de "Parsifal" y "Kundry", y se consideran la culminación de la vinculación del artista con la estética de Wagner.

Grabados, dibujos, pinturas y escultura

Egusquiza fue, según Díez, un artista "con muchos registros y todos buenos", de los que dan buena muestra los grabados, dibujos, pinturas e incluso un escultura en bronce del busto de Wagner, sobre la que se ha situado, en una composición muy teatral, el grabado del Santo Grial.

Además, otros personajes como el propio Parsifal (representación del Bien), Amfortas, Titurel o la bruja Kundry (representación del Mal) aparecen en las obras del cántabro dedicadas a la última creación operística de Wagner, inspirada en un poema medieval que narra la historia del legendario caballero Perceval, cuya vida está destinada a custodiar el Santo Grial.

En todas sus obras, el cántabro representa a los personajes de "Parsifal" bañados por una luz sobrenatural, que irradia de la bondad redentora del Santo Grial, e imbuidas de una gestualidad extrema, como corresponde a su propia naturaleza escénica.

Junto a las obras dedicadas a esta ópera, se exponen también dos de los retratos dedicados a Wagner por el artista montañés, uno de ellos esculpido, y otro del protector del maestro, el rey Luis II de Baviera.

Estas obras, que Rogelio Egusquiza donó en 1902 al Museo de Arte Moderno, pasaron en 1971 a formar parte de los fondos del Museo del Prado, institución que ahora ha aprovechado la celebración del bicentenario del compositor alemán para sacarlas a la luz y compartirlas con el público que a diario llena sus salas