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El maltrato a hombres, una violencia invisible

  • En 2011 siete hombres murieron a manos de sus parejas o exparejas
  • La vergüenza hace que la mayoría no se atreva a denunciar
  • "No podía creer que mi mujer me hiciera tanto daño", dice uno de ellos

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En 2011 siete hombres murieron a manos de sus parejas.
En 2011 siete hombres murieron a manos de sus parejas.

“Mi novio se ha intentado suicidar”, dijo ella al avisar a la Policía. A las pocas horas, tras varias contradicciones y ver los resultados de la autopsia, la mujer, de 34 años, fue detenida por matar a su pareja. Ocurrió en Madrid el pasado mes de junio y es uno de los pocos casos que se han conocido este año de hombres asesinados a manos de mujeres con las que mantenían una relación. Son pocos, pero también víctimas.

En 2011 siete hombres murieron a manos de sus parejas o exparejas, según los datos del informe sobre violencia doméstica del Consejo General del Poder Judicial. Los agresores fueron cinco mujeres y dos hombres.

Esta violencia no es comparable a la violencia de género ni en cifras ni en cuanto al origen y trasfondo social y cultural. En ese mismo periodo 62 mujeres murieron asesinadas por sus parejas. Apenas supone un mínimo porcentaje de esta dramática estadística y tal vez esa sea una de las razones que explica la ausencia de estudios específicos sobre las víctimas masculinas.

Este tipo de maltrato se engloba dentro de la llamada violencia doméstica. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística casi un 25% de las denuncias de violencia doméstica de 2011 corresponde a hombres maltratados por sus parejas. Del total de 5.632 personas denunciadas por violencia doméstica, el 76,2% fueron hombres y un 23,8% mujeres.

Muchas de las mujeres que maltratan han sufrido violencia previamente

"Muchas de las mujeres que maltratan a sus parejas han sufrido violencia a lo largo de su infancia y/o por parte de sus parejas. El número de casos de mujeres que ejercen la violencia sin haberla recibido previamente es menor al de los hombres", explica Iñaki Lajud, psicólogo de la Fundación Aspacia, dedicada a eliminar la violencia, proteger a las víctimas y promover la igualdad.

"No podía creer que mi mujer me hiciera tanto daño"

Rafael es madrileño, tiene 51 años y estuvo casado durante más de 18 con la que creía la mujer de su vida. Es el único que ha querido contar abiertamente su caso a RTVE.es. "Al poco tiempo de casarme, todo cambió", empieza su relato.

Cuenta su historia entre el llanto y la rabia y reconoce que no era consciente de ser un hombre maltratado ya que no podía imaginar que la mujer de la que se enamoró fuera capaz de hacerle tanto daño.

Llegó a pegarme y me arañó la cara

"Yo he sido maltratado psicológicamente y también fisícamente. Mi mujer me hacía responsable de todos sus problemas, me hacía sentir culpable e incluso llegó a pegarme un par de veces, de lo cual yo no me defendí, claro", explica Rafael a RTVE.es. "Me gritaba delante de los vecinos en plena calle, me humillaba en público y yo no sabía cómo reaccionar", reconoce.

"Un día ella me empezó a arañar la cara y yo le dije a mi cuñado -que vivía con nosotros- que bajara rápido porque no sabía en qué iba a acabar eso. Puso a mi familia en mi contra y me anuló como persona", explica.

He llorado muchísimo, así no se puede vivir

Rafael no tuvo la valentía de denunciar a su mujer hasta que se separó. Ahora se arrepiente de no haberse dado cuenta antes. "Estoy con problemas psicológicos y de ansiedad. He llorado muchísimo, así no se puede vivir", concluye su testimonio.

Una violencia más silenciosa

Del informe del CGPJ sobre violencia doméstica se desprenden algunos datos sobre el perfil del hombre maltratado. Ninguno de los asesinados por sus parejas puso denuncia, tenían una edad media de 44 años (en 2010 fue de 42 años). Solo cinco de ellos mantenían la convivencia en el momento de la muerte (un 71% frente al 100% del año 2010) y todos ellos eran de nacionalidad española.

Se trata de una violencia más invisible, silenciosa y enmascarada. A un hombre le cuesta más admitirlo, la mayoría no es capaz de denunciarlo y tiene que ser su entorno quien dé ese primer paso.

"La mayor parte de las denuncias que nos llegan son llamadas de auxilio de mujeres del entorno de la víctima, la hermana, la madre o alguna amiga. Hay muchos que lo niegan, no lo asumen y acaban viendo el maltrato como algo normal", explica Víctor Martínez Patón, abogado especialista en estos casos.

El hecho de que los hombres maltratados sean pocos en comparación con las mujeres hace que la sociedad no esté tan concienciada como sí lo está con el drama de la violencia de género. Esto, junto al golpe a la autoestima que supone para ellos, la falta de atención de los medios e incluso una menor ayuda ante su tragedia, tampoco ayuda a que el hombre denuncie el maltrato. La vergüenza se apodera de ellos.

Se interpreta como una señal de debilidad, cuestiona su virilidad y masculinidad

"Aquí interviene el factor género, en donde socialmente al hombre se le pide fortaleza, dinero y producción. Admitir y manifestar que está siendo agredido por su pareja se interpreta como una señal de debilidad, que cuestiona su virilidad y masculinidad", explica el psicólogo Iñaki Lajud. "En ocasiones los hombres nos han hecho comentarios del tipo: yo no fui a la Policía porque seguro que se iban a reír de mí", apunta Lajud.

No fui a la policia porque seguro que se iban a reír de mí

Por todos estos motivos las víctimas se muestran reticentes a contar su historia y es su abogado quien narra sus denuncias en tercera persona.

"Tenía un cliente que me contaba que cuando llegaba a casa de trabajar su mujer le rompía una botella de cristal en la cabeza. Él siempre decía que no le pegaba todos los días y que ella tenía problemas psicológicos”. Es, sin diferencia de sexo, la justificación de una víctima ante su maltratador.

Maltrato psicológico y físico

La historia de Rafael es solo una de las que llega hasta este buffete de abogados especializado en maltrato masculino. Un despacho que recibe unas 100 denuncias de este tipo al año. Patón explica que se dan más casos de maltrato psicológico pero que -aunque a la gente le cueste creerlo- también hay muchos físicos. "Yo he visto casos de costillas rotas, pies rotos a golpes y caras magulladas", explica Martínez Patón a RTVE.es.

Yo he visto casos de costillas rotas y caras magulladas

Este letrado cuenta un caso en el que la mujer finalmente fue condenada por maltrato y en la actualidad está a punto de entrar en prisión. Él recibía agresiones constantes. Paradójicamente era un hombre grande, un guardia de seguridad que nunca se defendió de los golpes de su mujer, de complexión menuda. Al principio él no quería denunciar, "pero al final accedió".

Finalmente el juez la condenó a un año de prisión por agresiones físicas. "Al no querer pagar la responsabilidad civil, está a punto de entrar en prisión. Fue una sentencia justa", opina el abogado de la víctima.

Martínez Patón cree que hay diferencias legales cuando la víctima es un hombre y opina que "no se trata de igual manera". "La violencia de género tiene una pena superior a la violencia doméstica. Las amenazas y coacciones en caso de que la víctima sea mujer son delito y si la víctima es un hombre se trata de una falta, lo que supone solo una multa", pone de ejemplo este letrado.

Hay que proteger a las víctimas, hombres incluidos

Aunque se trata de problemas con un origen diferente, Patón considera la legislación "totalmente injusta" ya que “se protege más a la mujer”. “No hace falta diferenciar, hay que proteger a las víctimas pero a todas por igual, hombres incluidos”, concluye este abogado.

"Empezó a pegarle en plena calle a puñetazo limpio"

Otro de los casos que se le quedó grabado a este abogado ocurrió hace un año. Él era un hombre español, de estatura normal y ella, una mujer deportista muy corpulenta. De origen extranjero y muy violenta, contaba que vino a España huyendo de la policía de su país por haber matado a dos de sus novios. Algo que, con el paso del tiempo y los acontecimientos, su marido acabó creyendo.

"Sufría agresiones permanentes y le llegó a partir un pie a golpes. La última vez que la detuvieron fue porque empezó a pegarle en plena calle a puñetazo limpio", recuerda Patón.

Le llegó a partir un pie a golpes

Su abogado cuenta que le costó asumirlo, tardó en contarlo porque tenía miedo de que fuera a por él. Tras muchos golpes y varias amenazas huyó de casa y pidió una orden de alejamiento con un parte de lesiones en la mano. "El juez que nos tocó no le dio la orden de alejamiento porque le parecía increíble que una mujer pudiera hacer eso", cuenta indignado el letrado.

Tras cuatro meses de infierno, se divorció. Ahora está deprimido, de baja y necesita ayuda psicológica.