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Benjamin Lacombe ilustra una espectacular versión de 'Nuestra Señora de París'

  • Destacan sus versiones de Quasimodo y la gitana Esmeralda
  • Lacombe está considerado uno de los mejores ilustradores europeos

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Fragmento de una ilustración de Benjamin Lacombe para 'Nuestra señora de París', de Victor Hugo
Fragmento de una ilustración de Benjamin Lacombe para 'Nuestra señora de París', de Victor Hugo

BENJAMIN LACOMBE (París, 1982)

Este ilustrador francés es ya conocido en medio mundo y ha expuesto su trabajo en lugares como París, Roma o Tokio. Es autor e ilustrador de una veintena de libros que han sido premiados en todo el mundo, como Los Amantes Mariposa, Genealogía de una Bruja, Cuentos Silenciosos, Melodía en la ciudad…. Sus ilustraciones, tan preciosas, coloristas, melancólicas y detallistas, pertenecen a una nueva generación de artistas.

¡Asilo! ¡Asilo! -repitió la muchedumbre y diez mil aplausos hicieron refulgir de alegría y de orgullo el único ojo de Quasimodo (Nuestra Señora de París)

Desde hace ya unos años, el francés Benjamin Lacombe es uno de los ilustradores más solicitados del mundo gracias a sus espectaculares imágenes, capaces de aportar una nueva visión a clásicos como Blancanieves, los Cuentos de Poe traducidos por Cortázar, o su nueva obra, una espectacular versión de Nuestra señora de París, de Victor Hugo, editada por Edelvives en dos fabulosos tomos.

Y es que nunca la Catedral de Notredame había sido más espectacular, ni el Jorobado más triste, ni Esmeralda más bella que en esta versión del ilustrador francés que recrea toda la miseria, la oscuridad y la belleza del París del siglo XIX. Como esa atmósfera opresiva que envuelve a los protagonistas anunciando que no tienen escapatoria, no solo dentro de la catedral sino tambien en sus dibujos de las abarrotadas calles de París.

Lacombe comenzó en los dibujos animados, lo que explica su fascinación por los ojos grandes y muy expresivos, capaces de transmitir ternura y tristeza. Unos ojos que enseguida captan la atención de nuestra mirada.

Si a eso le sumamos la tez pálida de porcelana y los labios finos y coloridos, los cuerpos pequeños, frágiles y un entorno oscuro, opresivo, entraremos en un mundo de cuento de gran belleza pero con un aire de misterio, justo lo que precisaba una adaptación de Nuestra señora de París.

Destacar también sus ilustraciones de la catedral, un personaje más de la novela y el escenario ideal para esta versión. Un decorado grandioso que amenaza con aplastar a los frágiles protagonistas.

Un libro de lujo, con una portada espectacular que ya nos anuncia que estamos ante una obra de arte y que da nueva fuerza a uno de los grandes clásicos de la literatura universal. Por cierto que el siguiente y último volumen con el que se completa esta edición se editará a finales de año.

Un clásico de la literatura universal

La historia del jorobado sordo y tuerto (Quasimodo) enamorado de una gitana desdichada (Esmeralda) con la Catedral de Notre Dame de fondo, fue escrita en 1831, por Victor Hugo (también autor de Los Miserables).

Y es uno de los clásicos de la literatura universal gracias a su ambientación renacentista, los amores imposibles, personajes marginados y un final dramático que lo convierten en uno de los mejores ejemplos del Romanticismo francés.

Victor Hugo, tras separarse de su mujer Adèle, escribió esta obra por encargo de un editor, llevándole aproximadamente 6 meses y agotándolo físicamente. Pero el esfuerzo valió la pena ya que fue un enorme éxito de crítica y público, cosa que le supuso un alivio económico.

La obra ha sido adaptada al cine en varias ocasiones (casi siempre con gran interés), desde un cortometraje mudo de 1905 hasta las conocidas versiones interpretadas por Lon Chaney (1923), Charles Laughton (1939), Anthony Quinn (1956) y Anthony Hopkins (1982), sin olvidar la animada de Disney de 1996. E incluso ha habido un musical.

Los referentes de Lacombe

Contrariamente a otros ilustradores de cuentos, es difícil ver sonreir a sus personajes, lo que les da un aire de melancolía, pero Lacombe le resta importancia: "Es verdad que mis personajes no sonríen constantemente enseñando todos  los dientes, pues en mi opinión la vida es así; uno no se ríe todos los  días. Los personajes pasan por momentos distintos. Es verdad que soy un  poco melancólico, pero no es ni mucho menos una constante".

En cuanto a sus referencias, asegura que le influyen: " La vida en  general y la gente que conozco. Por ejemplo, me inspiré mucho en Sébastien Perez para dibujar a Rossignol. También me inspiro mucho en el cine, de directores como Hitchcock, Tati, Almodóvar Lars von Trier".

"De la pintura, mis referencias son principalmente los primitivos  flamencos y el Quattrocento. También tengo una gran influencia de la  fotografía, y en especial la fotografía escenificada (Erwin Olaf, Desiree Dolron, Gregory Crewdson...)".

Al contario que otros autores, que se sienten cómodos con una  técnica, a Lacombe le gusta adaptar su técnica a cada trabajo: "Pinturas  de color: guache y óleo sobre papel. Otras técnicas: lápiz,  tintas,  acuarela. No utilizo siempre la misma técnica; depende de lo que  quiero expresar".

Posiblemente el mejor trabajo de uno de los grandes maestros de la ilustración actual.