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El fotógrafo Stefano Giogli desmonta prejucios sobre la adolescencia en 'L'unico eri tu'

  • Stephano Gioli retrata a varios adolescentes en sus habitaciones
  • La muestra, que pertenece a PhotoEspaña, se puede ver hasta el 1 de julio

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Stefano Giogli retrata a adolescentes en 'L'unico eri tu'

Escuela de Fotografía y Centro de Imagen (EFTI)

Teléfono: 91 552 99 99

C/ Fuenterrabia 4, 6 y 13 (Madrid)

Ismael tenía 19 años cuando el fotógrafo Stephano Gioli se puso en contacto con él. Era 2010. Este joven somalí se encontraba en Città di Castello, una localidad italiana a la que había llegado después de caminar durante varios meses desde su país. En la habitación del centro de acogida donde estaba Ismael viviendo, sentado una tarde sobre su cama, Gioli le sacó varias fotos.

La imagen de Ismael es una de las que se exhiben hasta el 1 de julio en la Escuela de Fotografía y Centro de Imagen EFTI (Madrid) dentro de la exposición L’unico eri tu (El único eres tú), que forma parte del festival PhotoEspaña 2012. Stephano Gioli trae a la capital una selección de fotografías realizadas a adolescentes en sus propios mundos interiores, sin luces artificiales ni situaciones forzadas.

“No son habitaciones creadas artificialmente, sino que todas son reales. Los objetos estaban allí antes de que yo llegara. La única foto quizás un poquito forzada es la de Alessio, el chico que colecciona objetos que se encuentra por la calle y que sale en la fotografía con zapatillas y botes sobre su cama”, explica a RTVE.ES este fotógrafo autodidacta.

Las demás, cuenta Gioli, están sacadas de la manera más natural, pues él les pidió que hicieran lo que normalmente hacen en sus espacios.

Así, encontramos a una chica de 16 años leyendo con un maniquí al lado en el que pega papeles donde escribe ideas y hace anotaciones. O a otra joven anotando en las paredes frases que saca de los libros que lee. O a un chico tocando la guitarra mientras su perro escucha tranquilamente acostado en la cama las melodías.

"Hay muchos prejuicios sobre los jóvenes"

En total, 25 imágenes en las que cada adolescente se muestra orgulloso de controlar su rincón más preciado y donde transcurre esa etapa de la vida en la que físicamente se empieza a cambiar y en la que las experiencias pueden adoptar forma de torbellinos emocionales.

“Elegí el tema de la adolescencia porque creo que hay muchos prejuicios hacia los jóvenes. Muchas veces se les ve como perdidos, como personas que no hacen más que drogarse y yo no estoy de acuerdo con ello. Conozco a muchos jóvenes muy activos que piensan en el presente y en el futuro. Y que son muy responsables. Así que entré en sus pequeños mundos, sus habitaciones, que representan muy bien cómo son ellos”, aclara el fotógrafo.

Gioli narra, además, que para conseguir sacar las instantáneas tuvo que ponerse un jersey muy juvenil y hablar con ellos para romper el hielo. “Después de hablar un rato con ellos me ponía a sacar fotos, unas veces me bastaba con 5 y otras llegué a hacer 20”. Pero, eso sí, tratando de ser observado lo menos posible. “Yo quería estar como escondido, como si fuese un trozo de papel pintado, para reflejar lo que pasaba de verdad en ese espacio”, añade.

Las 25 fotografías que conforman la exposición están tomadas en su ciudad natal o en lugares muy próximos a ella. “No me pareció necesario irme a grandes ciudades para encontrar identidades, porque aquí sabía que las iba a encontrar”, explica. Característica esta, la cercanía física, en la que se ha basado su carrera desde que empezó a apuntar con el objetivo.

Escenas de un mundo cercano

“Empecé a fotografiar en 2000 y desde entonces no me he dedicado a la fotografía en el sentido comercial, sino que creo proyectos para contar historias con el propósito de que se queden en el tiempo”, dice Gioli.

Sonriente, y enseñándonos las imágenes que están expuestas, matiza que él necesita contar cosas que encajen en su mundo cercano, sin viajar lejos. “Creo que mi realidad cercana ha de ser contada y lo intento hacer con una visión contemporánea”, precisa.

Sobre las anécdotas que más le impresionaron mientras estaba haciendo este trabajo, cuenta que le hizo gracia la vida de Anna, de 15 años, que colgaba en las paredes de su habitación las cartas de amor que varios chicos le enviaban como aquel que muestra, orgulloso, su trofeo.

La de Elisa, de 19 años, también le ha marcado. En la imagen aparece la joven tumbada en su cama, con aspecto cansado, mirando al techo. A su lado, mirando fijamente al objetivo, se encuentra su hijo de un año. “Me quedé impresionado cuando vi el único cuadro que colgaba en todo el dormitorio: el de una chica comiéndose un corazón. En el fondo pensé que era una metáfora y que ella, Elisa, también se había comido el amor a los 18 años. Después me fijé que los colores del cuadro y de la misma habitación eran muy similares”, cuenta emocionado.