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'Frank 2: Filigranas del clima', un cómic sin palabras pero con mucho que contar

  • Su autor, Jim Woodring, es uno de los más alabados de los últimos años
  • Ha creado un universo intrigante, fascinante y sugerente

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Viñeta de 'Frank: Filigranas del clima', de Jim Woodring
Viñeta de 'Frank: Filigranas del clima', de Jim Woodring

JIM WOODRING (Los Ángeles,1952)

Artista autodidácta, gozó de una infancia abundante en apariciones y alucinaciones varias. Trabajó en un estudio de animación y en 1980 comenzó a publicar un diario autoeditado llamado 'Jim', una antología de comics, ilustración y escritura automática. La primera aventura de 'Frank' se publicó en 1991 y a partir de entonces han ido apareciendo sucesivas recopilaciones de su trabajo en diversos países. Tanto 'Jim' como 'Frank' le han valido sendas nominaciones a los premios Eisner.

El primer volumen de Frank (Fulgencio Pimentel Ediciones), de Jim Woodring, fue una de las más gratas sorpresas del año pasado, ya que ¡por fin! se editaba en España la obra de uno de los autores de cómics más originales, arriesgados y unánimemente aplaudidos, de los últimos años. Y uno de los pocos poseedor de un universo tan fascinante como hipnótico. Un cómic que ha fue finalista a mejor obra extranjera publicada en España, en 2011, en el reciente Salón del Cómic de Barcelona. Además, Woodring se alzó con el  Premio Especial del Jurado en el Festival de Angoulême 2012 por su libro El congreso de las bestias.

Y ahora se publica la primera historia larga de este universo, la novela gráfica Filigranas del clima (F. Pimentel), un cómic que, en 2010, fue incluido entre los 10 mejores libros del año por varias de las más prestigiosas publicaciones norteamericanas (entre ellas, Time, Publishers Weekly y Los Angeles Times).

Un elegante, impactante, artístico y perturbador cómic que relata el viaje iniciático de Manhog (el hombre cerdo, antagonista de Frank y que representa las más bajas pasiones del ser humano), a través de innumerables e hilarantes desventuras, hacia la iluminación.

Un viaje en el que será torturado y humillado por casi todos los personajes de este lisérgico mundo, incluyendo al antihéroe Frank, a sus adorables mascotas, Pupshaw Pushpaw y a Whim, el Antojo, una especie de demonio nacido hijo de galleta.

Una auténtica pesadilla

Woodring, firma una auténtica pesadilla, el viaje de Manhog a los infiernos para conseguir la redención. Un viaje por un mundo extraño, inclasificable pero muy bello,  en constante evolución... y lleno de criaturas, escenarios y personajes diferentes a los que hemos visto en cualquier cómic, pero que, sin embargo, nos resultan familiares. Todo un prodigio de imaginación que parece no tener límites.

No hay nada convencional en las aventuras de este hombre cerdo que vive en un universo de pesadilla repleto de monstruos y demonios. Y sus peripecias son imposibles de describir con palabras, pero se vuelven hipnóticas gracias a los lápices de Woodring, un excelente dibujante deudor de los grabados del siglo XIX y del maestro del cómic underground, Robert Crumb.

Y es que Woodring es un maestro a la hora de extraer la magia de este mundo caótico, absurdo, en el que las miserias del ser humano toman forma corpórea y nos acechan detrás de cada esquina; y en el qué Frank se nos antoja más cruel que nunca. "Como de costumbre -asegura Woodring- Frank responde a los desafíos de su entoro con la actitud que le vaya a procurar más gozo y más diversión.

"Sobran las palabras"

Jim Woodring asegura que no encontró el tono de las historias hasta que suprimió los diálogos.  Y la verdad es que la ausencia de explicaciones es lo mejor del cómic,  ya que acentúa ese aspecto surrealista.

Frank es una de las obras más originales de los últimos años y no se parece a casi nada que hayamos visto antes, aunque a veces nos recuerde a Krazy Kat, de George Herriman,  por lo absurdo de las situaciones. Pero, sin duda la mayor influencia  de Woodring, sea el fascinante universo de Robert Crumb, porque ambos desarrollan mundos en los que las leyes físicas no existen y todo es posible.

También comparten su obsesión por la perfección de los dibujos.  Nos costaría horas describir con palabras algunas de las extrañas  criaturas de Woodring, pero verlas es fascinante... podemos intentar  compararlas con algo, pero nos costaría encontrar referentes, porque son  únicas.

En fin, que lo mejor es dejarse de palabras y  sumergirse en este mundo extraño que os capturará y del que saldréis  transformados como de una experiencia lisérgica, porque leer Frank es como visitar el reino de los sueños, en el que todo es posible. Y en el que se esconde el lado más personal del autor.

Una curidosidad: la cubierta del libro reproduce una ilustración inspirada en La tempestad de Giorgione (famoso pintor veneciano cuyos cuadros escondían numerosas incógnitas, al igual que las viñetas de Frank), y que ha sido realizada expresamente por Woodring para esta edición.