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Un equipo de científicos capta la evolución de una galaxia espiral a una elíptica

  • El hallazgo contribuirá a entender la evolución galáctica, según la NASA
  • La galaxia NGC 3801 está perdiendo parte del gas frío de su interior

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Evolución de una galaxia espiral a una elíptica

Un equipo de científicos ha logrado captar la transición de una galaxia espiral a una elíptica, un hallazgo que contribuirá a entender la evolución galáctica, según ha informado la agencia espacial estadounidense, NASA.

Con ayuda del Observatorio "Galaxy Evolution Explorer" de la NASA, el equipo de investigadores ha detectado cómo la galaxia NGC 3801 está perdiendo parte del gas frío de su interior, síntoma de esta transformación.

Desde hace tiempo se sabe que las galaxias espirales ricas en gas, como nuestra Vía Láctea, se contraen para crear las galaxias elípticas, entre ellas la observada en el estudio, con poca población de estrellas.

El proceso que guía la gran transformación de las galaxias jóvenes en espiral a las galaxias elípticas es la rápida pérdida de gas frío, que hace las veces de combustible para la formación de nuevas estrellas. Los expertos creen haber encontrado ese rasgo en la NGC 3801.

"Hemos detectado una galaxia en el acto de la destrucción de su combustible gaseoso para (la creación de) nuevas estrellas" indica Ananda Hota, autor principal del estudio publicado en "Monthly Notices" de la Royal Astronomical Society, según recoge la NASA en un comunicado.

Un hallazgo que, a juicio del astrónomo, es la "pieza crucial que faltaba para conectar y resolver el puzzle de esta fase de evolución de las galaxias".

Los investigadores utilizaron el Galaxy Evolution Explorer para determinar la edad de las estrellas de la galaxia y descifrar su historia evolutiva.

Formación de estrellas

Las observaciones ultravioletas revelan que la formación de estrellas en NGC 3801 se agotó en los últimos 100 a 500 millones de años, lo que demuestra que la galaxia ha dejado atrás años de juventud y ha comenzado la transformación.

Los agujeros negros supermasivos que residen en los centros de las galaxias pueden estallar por la congestión del gas durante las fusiones galácticas y disparar chorros de materia desde su interior, dando lugar a lo que se conoce como un núcleo galáctico activo.

Según la teoría, las ondas de los chorros se calientan y dispersan las reservas de gas frío en las galaxias elípticas, evitando así la formación de nuevas estrellas.

Los investigadores señalan que la galaxia NGC 3801 es la única en el que la evidencia de la fusión se ve claramente y las ondas del centro del agujero negro ha comenzado a dispersarse hace relativamente poco tiempo.

Según Hota, el proceso pudo comenzar "probablemente hace 1.000 millones de años", un periodo de tiempo que, dijo, "no es muy largo comparado con los 10.000 millones de años de una gran galaxia común".