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Los indignados británicos rechazan desmantelar el campamento junto a la catedral de San Pablo

  • Sostienen que no se moverán de allí, salvo que haya una orden judicial
  • Unas 200 tiendas permanecen apostadas a las afueras de la catedral

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Los indignados británicos han rechazado esta madrugada desmantelar la acampada establecida en las proximidades de la catedral londinense de San Pablo después de que responsables eclesiásticos denunciaran que se han visto obligados a cerrar el complejo por primera ocasión desde la Segunda Guerra Mundial.

Los manifestantes, que algunos dicen engrosar el movimiento 'Occupy the London Stock Exchange' (Ocupa la Bolsa de Londres) permanecen desde hace una semana frente a la catedral, desafiando las peticiones del deán de San Pablo, el reverendo Graeme Knowles, que les ha instado a "permitir que vuelva la vida a la catedral". 

Por contra, los indignados han respondido que la verdadera preocupación de los responsables de San Pablo es el descenso del número de visitantes y no tanto la seguridad del complejo, razón por la cual han dicho verse obligados a cerrar sus puertas.

Los manifestantes no se moverán de allí salvo que haya una orden judicial, han sostenido. 

Asimismo, los activistas han restado importancia a las advertencias del reverendo que señalaba a un supuesto alto riesgo de incendios. Han afirmado que los bomberos no creen que haya peligro de que se declare incendio alguno y que "el cierre del restaurante (de la catedral) solo les mitifica", ya que "hemos animado a la gente (concentrada) a que acuda al restaurante".

200 tiendas en las afueras de la catedral

En este sentido, los indignados han negado que sus acciones "entren en conflicto" con el normal desarrollo de la vida de la catedral de San Pablo.

Nos hemos convertido en otra atracción turística

"Claramente, nos hemos convertido en otra atracción turística", ha ironizado un portavoz del movimiento, según ha informado el diario británico The Guardian. Alrededor de 200 tiendas permanecen apostadas a las afueras de la catedral. 

Lo que comenzó con varias decenas de tiendas ha aumentado hasta convertirse en una especie de ciudad con su propia universidad, biblioteca, restaurante y aseos, gobernada por una incipiente burocracia.

El campamento fue disuelto inicialmente a petición de la catedral, después de que los responsables de la misma pidieran a la Policía que retrocediera y permitiera que la protesta se mantuviera durante la primera noche.