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El Ártico también tiene su agujero de ozono

  • Se documenta una pérdida en la capa de ozono sin precedentes
  • Es equiparable a la registrada en la Antártida en los 80

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Niveles de ozono en la estratosfera comparados con el nivel de monóxido de cloro - el principal agente de destrucción química del ozono-.
Niveles de ozono en la estratosfera comparados con el nivel de monóxido de cloro - el principal agente de destrucción química del ozono-.

La NASA ha documentado una pérdida sin precedentes de la capa de ozono sobre el Ártico debido a las unusuales temperaturas registradas en la estratosfera durante el último invierno y primavera.

El estudio, publicado en la revista Nature,  señala que la cantidad de ozono que se ha perdido en el Ártico en 2011 es comparable con el agujero que se formó en la Antártida desde mediados de los 80.

La pérdida de ozono en el Ártico se produjo en un área más  pequeña que la de los agujeros de ozono de la Antártida. Aunque más pequeño y de menor duración que  su homólogo, el vórtice polar ártico es más móvil, y a  menudo se mueve sobre regiones densamente pobladas del norte

Según los datos de la NASA, la destrucción de la capa de ozono en el Ártico alcanzó niveles "sin precedentes" la pasada primavera, con un 80% de reducción de este gas entre los 18 y los 20 kilómetros por encima de la superficie.

La causa, según los expertos, es que el periodo de bajas temperaturas en el Ártico duró 30 días más que un invierno normal.

Los científicos apuntan a que el descenso de las temperaturas estratosféricas podría estar asociado al cambio climático "ya que parece que el aumento de gases de efecto invernadero hace que la estratosfera esté más fría de lo normal".

La consecuencia más evidente es el aumento de la radiación ultravioleta

La consecuencia "más evidente" de que el agujero de ozono Ártico haya sido "más importante" este año es "el aumento de radiación ultravioleta",  que afecta de manera adversa a los seres vivos; así como un "desequilibrio" en el "balance energético" de la atmósfera, ya que "el ozono es un gas con una gran capacidad de absorción de la radiación solar".

Desde la entrada en vigor del Protocolo de Montreal, en 1989, la producción de sustancias que destruyen la capa de ozono (clorofluorocarbonos o clorofluorocarbonados, presentes en aerosoles y refrigeradores) se ha limitado notablemente.

A pesar de ello, los científicos sostienen  que los daños causados "perduran y seguirán ocurriendo durante décadas".