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¿Pueden los robots resolver la crisis de la central nuclear de Fukushima?

  • Comenzaron a usarse días después del inicio de la catástrofe
  • Su utilización práctica es muy limitada debido a múltiples factores

Su función prácticamente se limita a la observación y recolección de datos

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El uso de robots es bastante común en la industria nuclear, pero no pueden ayudar sino están creados para una central determinada
El uso de robots es bastante común en la industria nuclear, pero no pueden ayudar sino están creados para una central determinada

En plena crisis nuclear tras el terremoto de Japón, la agencia de noticias Reuters criticaba la ausencia de robots en la malograda central nuclear de Fukushima.

Pueden tocar el violín, correr maratones o celebrar matrimonios, pero ninguno ayuda a reparar reactores dañados

El uso de robots es bastante común en la industria nuclear. Dedicados sobre todo a tareas de control de radiación y mantenimiento, su uso para casos de emergencia depende mucho de cuándo fue construida la central dado que tienen que haber sido desarrollados específicamente para moverse por ella, deslizándose por conductos y pasadizos.

Según Reuters, robots "fueron utilizados en los accidentes de las plantas nucleares de Three Mile Island y Chernóbil, y serán utilizados en áreas contaminadas de Fukushima [...] que fue construida en los años 70, mucho antes de que los robots pudieran realizar tareas sofisticadas".

Porque a pesar de ser una potencia mundial en robots y tener automatizados complejos procesos de fabricación, Japón también "mantiene comportamientos anacrónicos por los que ciertas tareas siguen siendo desempeñadas por humanos, incluso aquellas ya automatizadas en otros muchos países como la de manejar ascensores o alertar a los automovilistas de obras en la carretera".

Robots al rescate, pero de forma muy limitada

Algunos de los primeros robots destinados a labores de recuperación y rescate llegaban a Japón desde el extranjero. Cuatro de ellos viajaron desde Massachusetts (EE.UU.) donde la compañía iRobot desarrolla, entre otros, modelos que podrían ayudar en tareas relacionadas con el desastre de la central nuclear.

Por ejemplo el Packbot 510s está "equipado con instrumentos que pueden medir la temperatura y detectar radiación gama, gases y vapores peligrosos o explosivos, productos químicos tóxicos y enviar todos esos datos en tiempo real, manejados por control remoto", explican en IEEE Spectrum.

Pueden medir la temperatura y detectar radiación gama, gases, vapores peligrosos... y enviarlo en tiempo real

Aunque de forma limitada, este tipo de robots pueden sortear y apartar obstáculos de cierto nivel e incluso pueden transportar otros robots de menor tamaño para acercarlos hasta zonas interiores de estructuras y edificios. En cualquier caso deben ser operados por humanos desde una distancia relativamente cercana.

El problema es que incluso los robots militares específicamente diseñados para operaciones de rescate en entornos hostiles resultan más bien torpes y lentos, infinitamente menos ágiles que los humanos. Y su número es muy limitado.

Uno de los más efectivos en este tipo de operaciones, específicamente diseñado para moverse entre los escombros de un edificio derruido es el Active Scope Camera, un robot con aspecto de serpiente provisto de una cámara.

Es capaz de deslizarse incluso por huecos de unos pocos centímetros desplazándose gracias a la vibración de los miles de pequeños filamentos que lo recubren. Pero no puede hacer más que transmitir imágenes.

En general, según la Dra. Robin Murphy en un desastre como el de Japón este tipo de robots puede ser útiles para realizar tareas de monitorización e inspección de estructuras como puentes o edificios. Pero, aunque su aportación puede ser de gran ayuda, sobre el terreno pueden hacer poco más.

Desafíos y obstáculos

Porque son muchos los desafíos a los que se enfrenta un robot destinado a realizar labores de reparación en los reactores dañados.

El primero comienza con el acceso al lugar, plagado de escombros. Incluso en un edificio intacto una simples escaleras o una puerta cerrada pueden convertirse en obstáculos insalvables para cualquier tipo de robot comercial.

Tampoco hay que olvidar que el término robot en estos casos es muy generoso teniendo en cuenta que en general son ingenios operados a distancia por humanos.

Y en el interior de edificios -especialmente edificios con gruesos muros de hormigón como los que hay en una central nuclear- la señal de radio puede verse afectada o interrumpida.

Al final, incluso si los robots sobreviven a la exposición a la radiación [que daña circuitos electrónicos y afecta a las transmisiones de radio] y son capaces de llegar al lugar adecuado aún les queda poder realizar tareas complejas como abrir y cerrar válvulas, activar bombas o sostener una manguera para lograr dirigir el chorro de agua.

Hay un abismo entre hacer funcionar un robot en un laboratorio y hacerlo en el mundo real

Aunque actualmente los robots realizan ciertas tareas que pueden entrañar un peligro para las personas, la realidad es que una situación como esta se pone evidencia el primigenio estado en el que aún se encuentra esta disciplina y el abismo que existe entre hacer funcionar un robot en un laboratorio y hacerlo en el mundo real, sobre todo como en una situación de emergencia, caos y destrucción.

La mayoría de este tipo de robots apenas ha variado su configuración base en los últimos veinte o treinta años. Aún utilizan pequeñas orugas tipo tanque para desplazarse, del mismo modo que lo hacía Johnny Número 5 de la película Cortocircuito (1986); o los que habitualmente utilizan las unidades de desactivación de explosivos.

No ha habido muchos avances en este sentido, no al menos que puedan aplicarse con eficacia en entornos reales. Así que no veremos al humanoide Asimo moviendo escombros.

También por el aire

Además de los robots terrestres, en teoría al menos durante una catástrofe como la de Japón también pueden resultar útiles los vehículos aéreos automatizados, los conocidos como UAV (unmanned aerial vehicle) o drones que ya son habituales en tareas de observación y vigilancia, sobre todo en zonas de conflicto armado.

Este tipo de vehículo sin tripulación pueden sobrevolar zonas afectadas, como puede ser la central nuclear de Fukushima y obtener imágenes de gran resolución en tiempo real, pudiendo también detectar aquellas zonas en las que el calor es más intenso o en las que los niveles de radiación son mayores.

Sin embargo su capacidad de carga es casi nula. No pueden sustituir a los helicópteros tripulados en las tareas de arrojar agua sobre los reactores afectados para mantenerlos refrigerados.

Esta tarea no supone un alto riesgo en tanto no exista emisión de radiactividad al exterior, pero podrían llegar a resultar mortales si se produjese una rotura en la vasija del núcleo.

La imagen de los helicópteros sobrevolando la central nuclear recuerda a las vividas durante los días siguientes a la explosión de la central Chernóbil. En aquel caso vertían hormigón sobre el núcleo expuesto.

Una operación que costó la vida a decenas, sino a cientos, de pilotos y tripulantes pero que hoy, en teoría, debería poder realizarse con aeronaves no tripuladas.

Sin embargo en la actualidad no existe ningún ingenio no tripulado con capacidad de carga que pueda operar como lo hacen los helicópteros empleados por el ejército japonés, vertiendo el líquido con cierta precisión.