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Las claves de la crisis en Costa de Marfil

  • Las elecciones del 28 de noviembre han provocado una grave crisis política
  • El que fuera el país más próspero de África se ha sumido en la violencia étnica

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"La violencia no resuelve los problemas", titula un diario marfileño ante la atenta mirada de una población que teme una nueva guerra civil.
"La violencia no resuelve los problemas", titula un diario marfileño ante la atenta mirada de una población que teme una nueva guerra civil.

Del milagro marfileño a la crisis étnica han pasado 30 años, una guerra civil y un sinfín de episodios violentos, que han colocado al que fuera el país más próspero del África Occidental en una situación política insostenible.

Las elecciones del 28 de noviembre arrojaron un nuevo escenario con dos líderes dispuestos a disputarse el papel protagonista hasta el final: Laurent Gbagbo, presidente marfileño desde el 2000 y perdedor de los comicios, y Alassane Ouattara, el legítimo ganador según la comunidad internacional y la comisión electoral.

Ambos fueron investidos presidentes del país africano en diferentes ceremonias pero la realidad es que la Presidencia sigue ostentándola de facto Gbagbo, quien se niega a abandonar el poder. Ouattara, por su parte, ha llamado a población civil a rebelarse y ha convocado una huelga general. Pero, ¿cómo se ha llegado esta situación?, y ¿qué va a pasar a partir de ahora?

El poder del cacao

Desde que Costa de Marfil lograra la independencia el 7 de agosto de 1960 bajo el liderazgo de Félix Houphouët-Boigny, se convirtió en la colonia francesa más próspera de toda África Occidental,  aportando más del 40% de las exportaciones totales de la región y con un crecimiento constante del 10% anual durante más de 20 años, el más alto entre los países africanos no exportadores de petróleo.

Sin embargo, aunque Costa de Marfil era visto como un refugio de paz y prosperidad en el África Occidental, bajo la superficie el país seguía estando profundamente dividido por cuestiones étnicas, religiosas y económicas.

En 1979, Costa de Marfil era ya el primer productor de cacao del mundo,  al igual que de piña y de aceite de palma. Esa floreciente industria propició un cambio demográfico estructural en no pocas zonas del país en las que, de hecho, ya había una mayoría de ciudadanos de origen extranjero siendo minoritarias las etnias locales.

El alto nivel de vida de los marfileños atrajó a los ciudadanos de países vecinos como Mali y Burkina Faso -a la cabeza ambos en los rankings de pobreza- que se trasladaron a Costa de Marfil para buscarse la vida. La mayoría de ellos compartían, además, los vínculos étnicos de los pobladores marfileños del norte del país y, como ellos, eran de mayoría musulmana.

Esta oleada de inmigrantes provocó que los habitantes del sur, azuzados por políticos populistas, se rebelaran contra la llegada de extranjerps y exigieran medidas para proteger a los marfileños "reales". A partir de ese momento, los ciudadanos del norte serían repudiados en nombre de la "ivoirité".

¿Por qué se encuentra el país dividido en dos?

El fallecimiento de Houphouët y la llegada al poder de Henri Konan Bédié marcó la división del país en dos. El nuevo presidente, al calor de la crisis económica y social, fue quien lanzó la idea de la marfileñidad ('ivoirité') para la que ya existía un importante caldo de cultivo.

En la práctica fue un término que se acuñó para excluir de los procesos electorales de 1999 a Alassane Ouattara -que ya había sido primer ministro con Houphouët- bajo la acusación de ser originario de Burkina Faso y, en parte, para renacionalizar la política y la cultura marfileña bajo un planteamiento étnico.

Una discriminación que también sintieron en sus carnes los marfileños del norte a los que se les niega el documento nacional de identidad y el derecho al voto.

Las divisiones étnicas se acabaron de consolidar en la práctica con el intento de golpe de Estado de septiembre de 2002 que degeneró en una sangrienta guerra civil.

¿Han sido libres y justas las últimas elecciones?

Esta es quizás, la pregunta clave. Bajo el acuerdo de paz que ha conducido a estas elecciones, se ha elaborado un padrón municipal en el que queda registrada un amplia población en el norte del país. La mayoría apoyaron a Ouattara.

Sin embargo, los partidarios de Gbagbo acusaron a las Fuerzas Nuevas de ayudar a amañar los resultados electorales a favor de Ouattara en las zonas que todavía controlan.

El Consejo Constitucional, encabezado por un aliado de Gbagbo, compartió esta tesis y anuló los votos de siete regiones, dejando a Gbagbo con una escasa mayoría en general.

La misión de observadores de la ONU mantiene que aunque hubo violencia en algunas partes del norte, así como en la región natal de Gbagbo en el oeste, en general, la votación fue democrática y pacífica.

¿Cuál es el papel de la comunidad internacional?

La comunidad internacional, con Francia, la UE y EE.UU. a la cabeza, han asegurado que harán todo lo posible para evitar una nueva guerra civil.

Hay cerca de 10.000 cascos azules de las Naciones Unidas en el país (ONUCI), mientras que la ex potencia colonial, Francia, tiene todavía una base militar allí, y ha advertido de que podría intervenir para proteger sus intereses económicos y si "la comunidad francesa corre peligro".

En anteriores crisis, los franceses han sido el blanco de los partidarios de Gbagbo, que acusan al país galo de favorecer a los rebeldes.

La ONU ha revelado que cuenta con evidencias de que, en  menos de una semana, se han producido al menos 173 asesinatos y  24 desapariciones forzadas en Costa de Marfil, como  consecuencia de la violencia postelectoral.

¿Es inevitable la guerra civil?

Según los expertos internacionales, no necesariamente. De hecho, en la anterior guerra civil, nunca hubo hostilidades a gran escala, sino más bien, disturbios y violentas escaramuzas en ciudades como Abiyán, la capital comercial y un bastión de Gbagbo, que sufrió los ataques de los musulmanes y extranjeros del norte.

Aunque la comunidad internacional ha exigido con firmeza a Gbagbo que dimita y ceda el poder al legítimo vencedor de las elecciones, cabe la posibilidad de que al final se alcance algún tipo de acuerdo para compartir el poder,  tal y como ha ocurrido en otros países del continente africano, tras disputas electorales.

De hecho, el gobierno saliente está formado por una coalición de partidarios de Gbagbo y ex rebeldes, que fue negociada por el presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré. Esta vez, ha sido el ex presidente sudafricano, Thabo Mbeki, quien se ha encargado de elaborar un borrador para tratar de desatascar la situación.

Sin embargo, la profunda división del país puede prolongar la crisis hasta que se pueda encontrar una solución a largo plazo e, incluso, desembocar en un conflicto armado entre las Fuerzas Nuevas y los militares de Gbagbo.

La revista Jeune Afrique cifra el apoyo del presidente saliente en cerca de 5.000 soldados, mientras que los rebeldes de Ouattara sumarían 4.000 combatientes.

La guerra civil permanece, por tanto, como el escenario más negro pero lo que ya es una realidad que sufre la población son los violentos disturbios étnicos que han obligado a 19.000 marfileños a exiliarse y amenazan, de nuevo, la poderosa industria del cacao