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El botón rojo para reiniciar las relaciones con Rusia

  • El carpetazo al escudo antimisiles reinicia las relaciones con Rusia
  • Da un impulso sustancial al nuevo tratado de reducción de armas estratégicas
  • Permite que Rusia se sume a la presión contra el programa nuclear iraní
  • Abre la puerta a la colaboración de Rusia en la solución de Afganistán

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La decisión de Obama de dar carpetazo al escudo antimisiles en Polonia y Chequia equivale al botón rojo para reiniciar las relaciones con Rusia, el mismo botón del que habló la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Y para calibrar las implicaciones, no hace falta esperar al encuentro que mantendrán Obama y el presidente ruso, Dmitri Medvevev, la semana próxima en Nueva York y la cumbre del G-20 en Pittsburgh.

Las consecuencias se extienden en tres frentes clave para Estados Unidos. En primer lugar, da un empujón, quizás definitivo, al nuevo tratado de reducción de armas estratégicas que negocia con su antiguo adversario, el START, que caduca este año. Rusia consideraba el escudo como una amenaza directa y no un paraguas frente a los misiles de largo alcance que podría desarrollar Irán.

Desactivar la amenaza iraní

De hecho, la amenaza que supone Irán para Estados Unidos y sus aliados europeos se centra más bien en su programa nuclear. Washington considera que Teherán está muy cerca de conseguir el uranio enriquecido suficiente para construir la bomba atómica. Mucho más lejana es la posibilidad de que disponga de la tecnología necesaria para instalar esa bomba en un misil de largo alcance, la justificación del escudo que lanzó el ex presidente, George W. Bush, en Chequia y Polonia.

En cambio, la decisión de Obama permite lidiar con la amenaza más inmediata. La colaboración de Rusia es imprescindible para presionar efectivamente a Teherán. No sólo cuenta su veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sino sus relaciones económicas y militares con Teherán. 

Moscú es pues un aliado clave para obligar a Irán a que abandone su programa nuclear, que desataría una carrera armamentística en Oriente Medio. La primera prueba de esa colaboración cabe esperarla el próximo uno de octubre, cuando se reúna el Consejo de Seguridad con la delegación iraní.

El tercer frente no es menos importante: la guerra de Afganistán. Obama quiere la implicación de todos los actores de la zona en la solución del conflicto. Y tanto Rusia como Irán lo son. No sólo desde el punto de vista de la logística militar sino del desarrollo económico de un país destrozado tras ocho años de conflicto.