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Tras casi dos décadas de negociaciones, los estados miembros de las Naciones Unidas han acordado un marco legal para blindar la biodiversidad  de áreas marinas que, si bien todavía se deben delimitar, asociaciones ecologistas celebran porque es un paso muy importante para proteger de manera integral el medio. Hablamos con Celia Ojeada, responsable de Biodiversidad de Greenpeace. 

Los países de la ONU han alcanzado la madrugada de este domingo un acuerdo para establecer un tratado que proteja la altamar, un instrumento que se negociaba desde hace años y que expertos y organizaciones ecologistas consideran vital para salvar los océanos. Entre otras cosas, el texto sienta las bases para el establecimiento de zonas marinas protegidas, lo que debe facilitar que se cumpla la promesa internacional de salvaguardar al menos el 30 % de los océanos para el año 2030. Foto: Una ballena jorobada en el Océano Pacífico. GETTYIMAGES: 

La ONU logra alcanzar un acuerdo para salvar los océanos tras 15 años de negociaciones. Carlos García Soto, coordinador del Informe Oceanográfico Mundial de Naciones Unidas, ha calificado el acuerdo como histórico: "Hay una necesidad de proteger el 30% de la biodiversidad marina antes de 2030, es el mínimo requerido para revertir el declive dramático". Nos explica que el texto recoge cuatro elementos fundamentales: la puesta en marcha de áreas marinas protegidas en aguas internacionales, las evaluaciones de impacto ambiental, los recursos genéticos marinos y la transferencia de tecnología entre países. "Los océanos se enfrentan a muchas amenazas [...] Esta es la primera vez que va a ser regulado a nivel internacional, enaguas que nos pertenecen a todos", asegura.

Empujado por un irrefrenable afán investigador, el arqueólogo Thor Heyerdahl emprendió una de las travesías más peligrosas y memorables de la historia de la navegación. Al mando de otros cinco escandinavos zarpó del puerto peruano del Callao a bordo de la Kon-Tiki, una balsa de troncos construida al estilo de los pueblos prehispánicos. Quería probar su teoría sobre los habitantes de la Polinesia; a diferencia de la corriente académica mayoritaria, que les atribuye un origen asiático, Heyerdahl sostenía que la especie humana llegó a vela desde el sur de América gracias a los vientos alisios. El 7 de agosto de 1947, 101 días después de su partida, la Kon-Tiki alcanzó la costa oriental de Raroia, uno de los atolones del archipiélago de las Tuamotu. La experiencia quedó plasmada en un clásico de la literatura de viajes y una película documental galardonada con un Óscar. Tres cuartos de siglo después de la gesta, seguimos su estela en compañía del antropólogo David Valcárcel, director científico del Parque Etnográfico Pirámides de Güímar, institución fundada por el propio Thor Heyerdahl en Tenerife, donde pasó sus últimos diez años de vida. Allí sigue residiendo su viuda, Jacqueline Beer, que nos ayuda a recomponer la biografía de este etnógrafo y explorador. Con el historiador y divulgador Germán Loedel recordamos los momentos claves de la expedición antes de retratar el presente de Raroia junto al escritor y viajero Jordi Canal-Soler. Antes de despedirnos de la Polinesia Francesa nos acercamos, de la mano del veterinario Óscar Martín y el instructor de buceo Martín Márquez, a otras islas del grupo de las Tuamotu como Rangiroa, Makatea o Fakarava.

Conocemos los proyectos ‘LanderPick’, liderados por el Instituto Español de Oceanografía (IEO, CSIC) y financiados por el programa Pleamar de la Fundación Biodiversidad. Estos dispositivos autónomos permiten monitorizar los fondos marinos.  Tras el desarrollo del primer prototipo y el despliegue exitoso de mini-flotillas de landers en los dos primeros proyectos, el tercero ha permitido mejoras notables. El vehículo es capaz de alcanzar cotas de hasta 6000 metros de profundidad y de acceder a las áreas marinas protegidas más exigentes, como los volcanes de fango del golfo de Cádiz y los escarpes submarinos de Mazarrón.

En una época en que las especias eran productos muy codiciados, España quiso encontrar un camino alternativo para llegar a las Molucas, el archipiélago de las especias, desde las costas de Nueva España (México) evitando de esta forma el territorio adjudicado a Portugal en 1494 por el Tratado de Tordesillas.

Documentos RNE muestra la historia de El Galeón de Manila. Una espacie de ruta naviera que, durante 250 años, desde 1573 hasta 1815, cruzó el Océano Pacífico,  desde Filipinas a Acapulco; una ruta que luego continuaba por tierra hasta Veracruz, en la costa del Caribe, desde donde embarcaba en la Flota de Indias para finalizar en Sevilla, puerto de entrada en Europa de las mercancías del lejano Oriente.

Varias expediciones lo intentaron. El problema no estaba en llegar desde la costa mexicana del Pacífico hasta Filipinas, sino que lo complicado era cómo hacer el viaje de vuelta ya que las corrientes empujaban a los barcos en sentido contrario. Sería un español, el cosmógrafo y religioso agustino, Andrés de Urdaneta, quien encontró el camino de vuelta, el denominado tornaviaje.

En 1565 Urdaneta viajó en una expedición a Filipinas, comandada por el almirante Miguel López de Legazpi, que hizo el viaje de vuelta navegando hacia el norte, hasta Japón, para encontrar las corrientes favorables y cruzar el Pacífico rumbo a América.

Ese hito tuvo importantes consecuencias económicas porque Manila se terminó convirtiendo en el centro de todo el comercio asiático. A la ciudad filipina llegaban las mercancías, principalmente de China, que después serían transportadas en el Galeón de Manila a la América hispana, y desde allí a Europa.

Durante dos siglos y medio, el Galeón de Manila dará lugar a cambios económicos, sobre todo, pero también culturales y religiosos, lo que para algunos constituyó una especie de primera globalización.

Hoy en el Por tres razones que emitimos desde Huelva, conocemos los protocolos de actuación y maniobras que está desarrollando la Unidad Militar de Emergencias (UME) para actuar en caso de un posible tsunami teniendo en cuenta los maremotos y descruibrimientos sismográficos de las costas andaluzas, donde varias ciudades preparan protocolos de evacuación.