Enlaces accesibilidad

En el libro 'Ruralismo', Vanesa Freixa propone una vida en el campo adaptada al siglo XXI

  • Hace unos años, la escritora Vanesa Freixa se asentó en una cabaña pirenaica en el norte de Lleida
  • Su ensayo Ruralismo reflexiona sobre los conocimientos y la transmisión del modo de vida rural
Página Dos - Vanesa Freixa y la vida en una cabaña
Marta Dominguez | Página Dos

Cosas imposibles de hacer en el lugar donde vive Vanesa Freixa: ir por la calle y meterse en el cine a ver una película con buena pinta. Pedir una pizza a medianoche. Ponerse guapo e improvisar una visita al teatro. Montar una reunión de vecinos en el rellano y acabar medio discutido por todo. Cosas que sí se pueden hacer en el lugar donde vive Vanesa Freixa: levantarse a medianoche porque hay una oveja que está a punto de parir y se ha tenido un presentimiento, pasear durante horas en silencio, conocer a cada árbol del camino con su carácter y su gesto, tener una cascada a cinco minutos andando, llenar los pulmones sin miedo a tiznarlos.

Más Gente - Miles de cabezas de ganado recorren Madrid en defensa de la trashumancia

La vida en el campo no es fácil, e idealizarla es un error. Le ha ocurrido a muchos urbanitas; creen que el mundo rural les acogerá con los brazos abiertos, pero este requiere de esfuerzo, trabajo, conocimiento y mucha paciencia. La escritora Vanesa Freixa ha querido contarlo en Ruralismo (Errata Naturae/Ara Llibres), un ensayo con una aproximación sincera y descarnada a un modo de vida diferente. En un mundo donde el consumo desmedido y la destrucción de los ecosistemas pone en riesgo la supervivencia, Freixa lo tiene claro: ruralismo o barbarie.

Los conocimientos olvidados del campo

Freixa es fundadora de la Escola de Pastors del Pallars Sobirà y creadora también de la marca Xisqueta, que pone en valor la lana de oveja xisqueta y merino de la península. Es una paradoja que, en su adolescencia, Freixa soliera esconderse cuando su padre le pedía ayuda con el cuidado de las ovejas. Muchos años después comenzó a ser consciente del rico legado que había dejado atrás y de la importancia vital de recuperarlo.

Miles de jóvenes se plantean dejar la ciudad y vivir en una zona rural

De ese modo, la escritora se asentó con su familia en una vieja cabaña pirenaica situada en una región de difícil acceso en el norte de Lleida. Compró siete ovejas y, mientras iba adquiriendo los conocimientos necesarios para sacar adelante una finca de modo sostenible y respetuoso, empezó a cuestionarse muchas cosas. ¿Cuándo y cómo se desecharon los conocimientos y la transmisión del modo de vida rural? ¿Cómo se podría reinventar una ruralidad para el siglo XXI que garantice un futuro viable y justo? ¿Cómo desbaratar la vieja oposición que asocia siempre el campo a la precariedad y la ciudad al progreso y el bienestar?

Soy una rural domesticada

Vanesa Freixa se define como una mujer de montaña. En su entrevista con Página Dos cuenta que nació en un pequeño pueblo del Pallars Sobirà. «No soy pastora, ni ilustradora, ni activista, ni escritora ni dinamizadora, aunque tengo un poco de todo eso. Soy una rural domesticada. Una persona nacida en un entorno campesino que, sin saberlo, fue desligándose de esos vínculos a causa de las circunstancias».

Esa visión a caballo entre dos mundos en transformación es la base de un libro fascinante y que invita al lector a preguntarse si muchas de las decisiones vitales que tomamos son pura inercia. Entre estas páginas hay una propuesta a configurar nuevas dinámicas sociales que permitan esquivar un sistema capitalista y tener un porvenir más autónomo, igualitario y resiliente.