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Caminos a Guadalupe: una experiencia mística, histórica y natural en Las Villuercas

Caminos a Guadalupe: una experiencia mística, histórica y natural en Las Villuercas
Vista aérea de la sierra de las Villuercas, corazón del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara, atravesada por el histórico Camino Real de Guadalupe. Diputación Provincial de Cáceres
JUAN FRUTOS

Hoy, mi pequeño Migas y yo, os traemos no solo un camino, sino varios, aunque lo cierto es que nos vamos a concentrar en un tramo que hemos recorrido en innumerables ocasiones, tanto a nivel personal como para nuestras aventuras en Senderos con Juan y Migas.

Pero os preguntaréis: ¿Qué es esto de los Caminos a Guadalupe? Venga, un poco de historia.

A finales del siglo XIII —o principios del XIV— el pastor cacereño Gil Cordero, tras una milagrosa aparición, encuentra la imagen de la Virgen Negra escondida en algún lugar de las profundas sierras de Las Villuercas. Ya podéis imaginar lo que supuso tan venerable acontecimiento en tiempos medievales, así que, como solía pasar en aquella época, se establece un santuario que comienza a recibir peregrinos y más peregrinos de su entorno más cercano.

Una efeméride importante acontece en 1330 cuando el rey Alfonso XI de Castilla y de León, el mismo de la celebérrima “Batalla de Salado”, visita la zona, donde además tenía uno de sus cazaderos de osos, según consta en su famoso “Libro de la Montería”.

Con el paso del tiempo, los Caminos a Guadalupe se tornan vitales, no solo para el tránsito de peregrinos, cada más frecuente, sino como vías comerciales, por ejemplo. Pero aquí, Migas y yo hemos venido a hablar de los peregrinos. ¿Sabes que durante dos siglos, en la Baja Edad Media —XV y XVI—, tuvo más relevancia que el archiconocido Camino de Santiago?

Migas, siempre al frente, inicia una nueva ruta del Camino Real de Guadalupe en 'Senderos con Juan y Migas'

Migas, siempre al frente, inicia una nueva ruta del Camino Real de Guadalupe en 'Senderos con Juan y Migas' JUAN FRUTOS

A ver, ¿por dónde iba Migas? Ah sí. Los peregrinos.

Actualmente, existen más de una decena de caminos a Guadalupe. Por ejemplo, el Camino Real de Sevilla, el mismo que Cristóbal Colón toma en 1493 para darle gracias a la Virgen por su descubrimiento y, de paso, bautizar a los indios Pedro y Cristóbal. Colón salió del monasterio de San Jerónimo de Buenavista y pasó por poblaciones de Sevilla y Extremadura, donde ya conecta con el Camino Mozárabe, también otro de esos caminos a Guadalupe. No podemos obviar el Camino Visigodo que comienza en la basílica visigoda de Santa Lucía del Trampal en Alcuéscar (Cáceres) o el impresionante Camino Real, donde necesariamente vamos a parar por su tremenda importancia no solo histórica, sino natural.

Mapa de los Caminos a Guadalupe: dieciséis sendas históricas que confluyen en el monasterio extremeño

Mapa de los Caminos a Guadalupe: dieciséis sendas históricas que confluyen en el monasterio extremeño JUAN FRUTOS

Camino Real de Guadalupe

Sin duda, es uno de los senderos que más nos gusta recorrer. No en vano, Migas y yo nos lanzamos por el Camino Real de Guadalupe recientemente, esta vez acompañados por una decena de seguidores del programa y también por alumnos de 6º de Primaria del C.E.I.P. “El Rodeo” de Jerez de los Caballeros (Badajoz) que acudió con ganas de aprender algo más de la Madre Tierra, acompañando los pasitos de Migas.

Juan y Migas recorren el Camino Real de Guadalupe junto a un grupo de seguidores

Juan y Migas recorren el Camino Real de Guadalupe junto a un grupo de seguidores JUAN

Una fabulosa experiencia con casi 60 personas llegadas de puntos tan dispares como Gran Canaria, Granada o Valencia, y como decía, la chavalada del colegio jerezano. A Migas le encantó andar entre tanto niño. Se lo pasó en grande.

Tramo Navatrasierra-Guadalupe, pero con trampa

Hay dos variantes del Camino Real: una empieza en Madrid y la otra en Titulcia; sí, lo he escrito bien. Es un pueblecito de Madrid entre el río Jarama y el Tajuña. Ambas rutas confluyen en el municipio toledano de La Mata. Por Extremadura, el Camino Real entra por Villar del Pedroso, donde muy cerca, el Tajo hace frontera con la provincia toledana.

En nuestro caso optamos por el tramo Navatrasierra-Guadalupe de 33 kilómetros y de una dureza singular. Puesto que veníamos con niños y niñas de unos once años, muchos padres y madres de todos los niveles en la práctica del senderismo e incluso amigos del programa que sobrepasaban los 60, Migas y yo nos sentamos a hablar muy seriamente unos días antes.

M: “¿Juan, cómo vamos a hacer 33 kilómetros?” —cuestionaba Migas dubitativo. “Encima, no 33 kilómetros en plano, sino con un desnivel de unos 400 metros”.

J: “Vale chulo, habrá que ajustar la propuesta de ruta” —comenté resolutivo.

Ante las dudas que surgieron, decidimos hacer trampas y comenzamos a algo más de 10 kilómetros del pueblo, en el entorno del Puente de los Álamos, a los pies de la carretera EX118.

Tras una pequeña charla para ponerlos en situación, nuestros acompañantes estaban totalmente entusiasmados con lo que se nos venía encima; no era la etapa tal cual está definida en la Red de Caminos a Guadalupe (los famosos 33 km), pero iba a ser desafiante. Y no es que estemos en el Camino Real y nuestro destino sea la espectacular Guadalupe, no; es que estamos en el impresionante Geoparque Villuercas-Ibores-Jara y eso son ya palabras mayores.

Vista panorámica de las Villuercas, uno de los paisajes más espectaculares del Camino Real de Guadalupe.

Vista panorámica de las Villuercas, uno de los paisajes más espectaculares del Camino Real de Guadalupe. Diputación Provincial de Cáceres

Si a esto le sumas que por aquí pasaron San Pedro de Alcántara, Santa Teresa de Jesús o San Francisco de Borja, la experiencia cobra un aura de misticismo supremo; y no olvidemos al mencionado Colón o nuestro recocido Cervantes, del que os hablaremos después.

Nuestro tramo comenzaba en el Puente de los Álamos sobre el río Ibor, justo donde la señal ética marca 10 km a Guadalupe. El entorno es extremadamente bello en otoño con la hojarasca que se extiende en el suelo y resuena tras nuestros pasos. Vemos encinas, robles, rebollos y, cómo no, álamos; olemos la jara pringosa y escuchamos ánsares, carboneros, arrendajos, pinzones vulgares e incluso rabilargos. Una delicia.

Nuestros pasos comienzan un ascenso de unos 600 metros para subir de los 749 metros de altitud iniciales hasta los poco más de 1000 metros. Me llamó la atención, y así lo compartimos con nuestros acompañantes, la cantidad de brezo que viste estas laderas de un delicado color rosa, arropado por hermosos robledales. Pero también vimos mirto, jaguarzos y se nos cruzó una bella coliae cruceus, una mariposa que se asemeja a una hoja y muy usual en los macizos montañosos, como ocurre en Las Villuercas.

Flores de brezo en el Camino Real de Guadalupe, un símbolo de la primavera en las sierras extremeñas

Flores de brezo en el Camino Real de Guadalupe, un símbolo de la primavera en las sierras extremeñas JUAN FRUTOS

Durante el recorrido por el Camino Real de Guadalupe hay varias cancelas que tienes que abrir y, cómo no, cerrar a tu paso. Un portón en el kilómetro 3,50 de nuestro recorrido servía de entrada a un elegante castañar que atravesamos con cierto placer, pues es justo el punto donde concluye el camino ascendente que seguimos desde el inicio de ruta. Como os decía, Migas y yo hablamos días antes de ajustar la ruta a niños de 11 años, pero lo cierto es que eran los que encabezaron siempre la marcha.

En este castañar que menciono, encontramos un madroño de impresionantes dimensiones y es justo en este punto, donde nuestro gigante arbutus unedo nos marcaba el descenso hacia Guadalupe, que todavía queda a algo más de 5 kilómetros, pero ya cuesta abajo.

Los Reyes Católicos fueron los artífices de la consolidación del Camino Real; hasta 16 veces visitó el Monasterio de Guadalupe la reina Isabel. Los Austria, como Carlos I y Felipe II a la cabeza, protegieron y utilizaron los “caminos reales”, pues eran vías de comunicación que pertenecían al rey y que no podían ser enajenadas, ni roturadas, ni invadidas. Fue también itinerario de las postas para llevar el Correo Real.

Nuestros acompañantes estaban inmersos en todas estas historias de reyes viajeros, batallas legendarias y naturaleza cautivadora que íbamos contando. Porque sí, como he dicho, nos encontramos todo el tiempo en el Geoparque Villuercas-Ibores-Jara y eso es una experiencia sensorial —y cultural— aplastante. He estado muchas veces, también rodando para nuestra serie Turismo rural en el mundo.

Durante toda la caminata dejamos, al oeste, la imponente sierra de las Villuercas con el Pico Villuercas como cumbre más alta, la cual se eleva a algo más de 1500 metros. Los prismáticos nos sirvieron para identificar aves como arrendajos, verderones o petirrojos.

Cartas educativas dedicadas a las aves más comunes de la península ibérica, parte de la colección 50 aves de España y Europa de Naturaleza con Juan y Migas

Cartas educativas dedicadas a las aves más comunes de la península ibérica, parte de la colección 50 aves de España y Europa de Naturaleza con Juan y Migas RTVE / GENX

En el kilómetro 6 hicimos un alto en el camino para disfrutar de la charla, mientras degustábamos productos locales como el queso de los Ibores, fruta variada y agua fresca. Como sabéis, a Migas y mi nos encanta la música y siempre cantamos algunas canciones, entre ellas, la que todo el mundo llama “la canción de la caravana”.

El escenario era, probablemente, uno de los mejores que he tenido en mi vida musical: el mirador de la Ermita del Humilladero, donde ya divisamos la monumental y menuda Guadalupe.

¿Recordáis que os hablaba, unas líneas atrás, de Cervantes? Pues aquí es donde volvemos a tirar de él, porque nuestro ilustre novelista vino a esta ermita a ofrecer sus cadenas a la Virgen, tras ser liberado de las mazmorras de Orán.

Tras cantar juntos con mucha emoción “me he comprao una caravana para recorrer el mundo” y habernos repuesto con el tentempié, continuamos por el Camino Real que, por cierto, está excelentemente señalizado. Desde aquí restan justo 3,8 km en un sosegado descenso entre cultivos de olivares y algunas higueras aisladas.

Tras algo más de una hora de marcha, llegamos a nuestro destino, Guadalupe. Descendimos por la calle Matorral que nos introduce en La Puebla, el casco histórico del municipio guadalupense, hasta llegar al Real Monasterio de Guadalupe. Como no podía ser de otra manera, el lugar para hacernos la foto finish en esta enriquecedora experiencia con tanta buena gente.

Por un día, nos sentimos peregrinos a Guadalupe; un conjunto de personas que, desde el principio, disfrutamos juntos de esta aventura que, como mínimo, ha unido nuestras almas no solo con el Camino Real y la bella Guadalupe, sino con nosotros mismos, con este grupo heterogéneo y dispar que, como Cervantes, dejaron sus cadenas del día a día aparcadas para disfrutar de la Madre Naturaleza.

Juan y Migas culminan su ruta en el Monasterio de Guadalupe junto a un grupo de senderistas que completaron el Camino Real.

Juan y Migas culminan su ruta en el Monasterio de Guadalupe junto a un grupo de senderistas que completaron el Camino Real. JUAN FRUTOS