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Abel Azcona, la performance como sanación colectiva

Noticia  Metrópolis

  • En la última acción de Abel Azcona, ‘Madre e hijo’, el artista conoció a su madre biológica en una performance
  • ‘Metrópolis’ explora su trayectoria en un programa que se emite la noche del lunes 14 de abril en La 2
Abel Azcona, la performance como sanación colectiva
Las madres elegidas. Marina Abramovic (Abel Azcona, 2023)
Susana Blas / METRÓPOLIS

Abel Azcona es un referente del arte de acción europeo, y en concreto, de la performance autobiográfica, especialidad sobre la que ejerce la docencia en el Marina Abramović Institute (Atenas). Toda su práctica artística es un grito de dolor, por los abusos, la violencia y la soledad extrema que marcaron su infancia.

Desde sus años de formación, la performance confesional se convierte en su vía de salvación. Su objetivo no es la sanación individual. Sus acciones generan una catarsis colectiva en la que conviven emociones de liberación, curación y venganza.

Una conversación antes del ‘desenlace’

‘Metrópolis’ ha acompañado al artista durante la preparación de sus últimos proyectos expositivos, concebidos en torno al vínculo materno. La inesperada aparición de su madre biológica en octubre de 2023, le hizo concebir un conjunto de performances, previas a “la acción más importante de su vida”: el encuentro con su madre biológica, que lo abandonó al nacer.

Tatuarse el expediente de adopción 09872 (Abel Azcona, 2024) - (Mis Familias, La Panera)

Tatuarse el expediente de adopción 09872 (Abel Azcona, 2024) - (Mis Familias, La Panera)

Tras meses compartiendo sus procesos artísticos, días antes de la ‘acción encuentro’ con su madre, Abel concedió una última entrevista a ‘Metrópolis’ para reflexionar sobre su trayectoria, en ese momento de tránsito biográfico. Sus dudas e incertidumbres marcan el tono de una entrevista plena de honestidad y esperanza.

La escritura y los procesos performáticos prolongados

Las acciones de Azcona no funcionan como piezas cerradas. Se prolongan en el tiempo, se ven afectadas por acontecimientos sociales y se reactivan según cambian las nuevas aportaciones biográficas. Aunque el cuerpo del artista es el primer detonante de la obra, en el espacio expositivo, el registro de la acción se acompaña con testimonios, documentación, cartas y objetos simbólicos, que amplían las interpretaciones de la audiencia.

En su imaginario, la escritura tiene un papel esencial. La palabra se convierte en el intermediario del relato. Hay que saber que Abel Azcona ha desarrollado en paralelo a su obra visual una valiosa obra literaria (diarios, textos críticos, poemarios, narración), siendo el género epistolar el germen de muchos trabajos.

La hora en que nací (Abel Azcona, 2024)

La hora en que nací (Abel Azcona, 2024)

Entre estas piezas donde la correspondencia es clave, destaca ‘El perdón’ (2022), proyecto en torno a la carta escrita desde la ironía y el afecto por Chusa García Camón, profesora de Historia del arte del artista, que le enseñó el camino de la performance; el proyecto en proceso, ‘Cuidados’ (2024), compuesto por cartas escritas por artistas y personas diversas que han cuidado al artista en performances previas; y la deslumbrante ‘Exégesis de la madre’ (2024),el testimonio completo de la experiencia vital de la madre en formato epistolar.

Dos exposiciones clave y las acciones hacia la madre

‘Metrópolis’ se detiene especialmente en dos de sus últimos grandes proyectos expositivos, que sirvieron para revisar su relación con el vínculo materno y con la idea de familia. Se trata de las muestras: ‘Abel Azcona. Mis familias 1988-2024’, comisariada en La Panera (Lleida) por Víctor Ramírez Tur, y ‘El papel de la familia’, en El Cuartel de Artillería (Murcia), comisariada por Pedro A. Cruz y Cintia G. Reyes.

Mamá, mamá (Abel Azcona, 2024) (Mis Familias, La Panera)

Mamá, mamá (Abel Azcona, 2024) (Mis Familias, La Panera)

Estas exposiciones ordenan y dan forma a la historia emocional del artista, narrando, a través de la selección de trabajos, los hitos de su historia: la ausencia materna, el padre no-biológico, el nuevo abandono por parte de la familia de adopción, la madre y el padre imaginados, las madres elegidas… entre otros temas, construyen un puzle tejido de dolor.

El carácter confesional de las piezas, en las que Abel Azcona desnuda su intimidad, es revolucionario, viniendo de un artista masculino, en un contexto social y artístico patriarcal que niega a la masculinidad la posibilidad de expresar la vulnerabilidad. No es casualidad que el artista considere sus referentes a las artistas de la performance feminista de los años 70, que acuñaron el lema: ‘lo personal es político’.

Los trabajos presentados no se limitan a narrar la vida personal de Azcona, abren debates sobre la idea de familia tradicional y sobre las posibilidades de abrirse a otros modelos afectivos.

Acciones que llevan el cuerpo al límite

En la tradición de la ‘performance ritual’ de la que las artistas feministas de los años 70 son pioneras (Valie Export, Hannah Wilke, Orlan, Marina Abramović, entre otras), Azcona realiza performances en las que se adentra en sus preocupaciones identitarias usando su parte más instintiva.

La madre blanda (Abel Azcona, 2024) (Mis Familias, La Panera)

La madre blanda (Abel Azcona, 2024) (Mis Familias, La Panera)

En la potentísima acción ‘Mamá’ (2024), repite la palabra ‘mamá’ hasta que pierde la voz. Son acciones radicales en las que el artista renuncia al control del cuerpo para tocar el dolor profundo del trauma. En el programa se podrán ver fragmentos de dos de sus acciones más emblemáticas de esta línea: ‘Empatía y prostitución’ (2013-2014), performance realizada en Bogotá, Madrid y Houston, en la que expone su cuerpo al uso que el público quiera hacer de él por un módico precio; y ‘La savia’ (2022), realizada en Madrid y Ámsterdam, en la que empatizando con la vida de su madre, consume heroína exponiendo la degradación de su cuerpo al público, en un intento de regresión al vientre materno y al síndrome de abstinencia con el que vino al mundo.

Acciones de corte relacional… abiertas a la comunidad

Además de estas obras de riesgo físico, el artista realiza otras de tono social, ‘relacional’, que se integran con naturalidad en el flujo de la vida. Son acciones para las que habitualmente solicita la ayuda o el acompañamiento de los asistentes. En esta línea, se podrán ver en el programa: ‘La abogada de familia’ (2024), con un original formato de reunión performativa con una abogada de familia para estudiar la posible adopción del artista por parte de la madre biológica; ‘Un micrófono obligatorio’ (2024), en la que un micrófono abierto recoge los consejos que le proporcionan los asistentes, también personas con un legado de abandono, antes de conocer a su madre biológica; y la impactante ‘Madre o no madre’ (2024), recepción y apertura en directo de la carta con los resultados de las pruebas de ADN, entre la posible madre y el artista.

El niño interior (Abel Azcona, 2018-2020)

El niño interior (Abel Azcona, 2018-2020)

En las acciones de Abel Acona ‘el ahora’ es un aliado esencial. El artista prepara los ingredientes con los que detonará el terremoto de su acción, pero no decide el proceder exacto de antemano. Crea el contexto para que nazca la chispa de una revelación, desconocida para la audiencia y para él mismo hasta ese momento. Este juego de riesgo y azar con el ‘presente’ hace a sus acciones únicas y diferenciales.

Madre e hijo (Círculo de Bellas Artes, 2025)

El 1 de abril de 1988, día de su nacimiento, Abel Azcona fue abandonado en el hospital por su madre, una joven prostituta y heroinómana, en situación de absoluta precariedad. Treinta y siete años más tarde, madre e hijo se reencuentran en persona, en una acción precedida por acercamientos previos (cartas, vídeos y mensajes de teléfono), con el propósito de abrir una etapa nueva en sus vidas e intentar sanar juntos la historia compartida de violencias.

La acción, comisariada con sensibilidad y maestría por Semíramis González, que supo tejer hilos muy finos para templar las emociones de las tres partes: madre, hijo y comunidad, se resume así en palabras de la comisaria: “va más allá de lo personal, pues pone de manifiesto cómo el arte puede servir como un medio para sanar heridas, visibilizar el dolor y ofrecer resistencia a las estructuras patriarcales. La performance propone un espacio de reflexión sobre las violencias sufridas por ambos: por un lado, la historia de Azcona, marcada por el abandono infantil, y por otro, el testimonio de Isabel, atravesado por la adicción, la prostitución y la vulnerabilidad frente a la violencia de género”.

Madre e hijo se dan la mano treinta y siete años después. Se siente el silencio activo de los asistentes. Las personalidades de la cultura, sentadas en las primeras filas, quizá sean las que más llamen la atención de los medios, pero no son las más importantes. La sala está llena de las seguidoras fieles del artista, con las que lleva años compartiendo historias de abandono y violencia, que han viajado desde lejos para participar en esta comunión de cuerpos. Cuerpos que enmudecen de asombro y emoción. Se mantiene la respiración hasta el abrazo final de madre e hijo, un abrazo que rompe el silencio en aplausos.