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La historia de amor entre Alfonso X y Sevilla

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Torre del Oro
Torre del Oro

A veces, como con una actriz famosa, un cantante exitoso, una película, una canción, se convierten en ídolos. Con la arquitectura y la historia también pasa, de repente uno en especial conquista nuestro corazón. Eso ocurre con la Torre del Oro de Sevilla en su momento atrapó la sabia mirada de Alfonso X y hoy en día sigue atrapando la de los ciudadanos viven a sus pies y la de los millones de turistas que vienen a fotografiarla. 

La dedicación de Alfonso X por extender y valorar la cultura no tenía fin, de hecho su fascinación por la arquitecta islámica fue tal que llegó a amenazar de muerte a quien tocara un ladrillo de la herencia almohade en Sevilla. Y uno de esos monumentos era la Torre del Oro a orillas del río Guadalquivir.

Vistas desde la Torre del Oro

Vistas desde la Torre del Oro

¿Estaba hecha de oro?

La Torre del Oro formaba parte de la muralla que protegía la ciudad, un recinto fortificado. Antiguamente estaba unida a través de un muro a “su hermana pequeña”, la Torre de Plata, actualmente Torre de la Victoria. 

Ambas torres, la del Oro y la de Plata, presenciaron la llegada del oro de América a través del Guadalquivir. El oro de las américas es una de las leyendas que adornan el mito, supuestamente la torre conservaba múltiples riquezas y joyas en su interior, como el oro traído de América. También se asocia a cómo reflejaban los rayos del sol en su fachada de mortero y paja. 

Una arquitectura viva, resistiendo y creciendo con el paso del tiempo

Aunque en origen el uso de esta torre fue militar, ha cumplido distintas funciones a lo largo de sus ocho siglos de historia. Ha sobrevivido a guerras, fue cárcel en la Edad Media, baluarte militar, depósito de archivos e incluso acuario a principios del siglo XX… Pero a pesar de sus usos y transformaciones, ha conseguido mantener su esencia almohade.

Desde los años cuarenta es la sede del Museo Naval de Sevilla con un espacio que se puede visitar y en él se puede conocer cómo han sido sus 800 años de vida, arquitectura e historia.

La tercera planta, que no forma parte del museo, tiene un uso “curioso”: un apartamento privado.  Su razón de ser la encontramos en una antigua cláusula, que estipula que, aunque la Torre estuviera alquilada a terceros, en caso de visita de las autoridades, la torre debía de quedar a su disposición para el pase y desembarco al río Guadalquivir. ¿A quién no le gustaría pasar un día en el piso más especial de Sevilla?

General de la Torre del Oro

General de la Torre del Oro

Alfonso X y Sevilla tienen un idilio especial

Alfonso X, fue coronado en Sevilla, a la que convirtió en capital del reino. Aquí pasó sus últimos años y en esta ciudad descansan sus restos. 

El idilio de Alfonso X con Sevilla seguramente empezó cuando acompañó a su padre, Fernando III el Santo, en el asedio de la ciudad el 15 de agosto de 1247. Tras dieciséis meses su padre conquistó la ciudad y él recoge el testigo llevando a cabo la organización y repartimiento del territorio, la repoblación cristiana, creó la estructura municipal y la de la Iglesia, dotándola de jurisdicciones y propiedades. Y fue además un gran mecenas artístico y promotor de obras arquitectónicas.

Un ejemplo de este compromiso de Alfonso X con la cultura y la convivencia respetuosa entre religiones fue el encargo de la lápida de su padre Fernando III, enterrado en la catedral de Sevilla. A los pies de su tumba podemos leer su lápida mortuoria en castellano, latín, hebreo y árabe.