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Pitingo y el reto de ir "como los salmones, a contracorriente"

  • El día que Enrique Morente le escuchó cantar unos fandangos fue fundamental para consolidarse como cantaor
  • Descubrió el soul gracias a Aretha Franklin, la escuchaba en una cinta de casete en la que no aparecía su nombre
Pintingo, el cantaor de "soulería"
RTVE.es

“Tú qué haces con esos pelos, con esas crestas y cantando esas cosas, con lo bien que cantas tú flamenco”, estas palabras se las dijo a Pitingo un tío suyo de Cádiz, lo ha contado en A media mañana. “Esto ha sido un reto, como los salmones, a contracorriente continuamente”.

A media mañana - Pitingo: "Me iba a un descampao a cantar porque me daba vergüenza delante de mi familia"

Después de dos décadas con la "soulería", su particular mezcla de soul y flamenco, sobre los escenarios, tras casi un millón de discos vendidos y más de 1.000 conciertos sigue con toda la energía que le caracteriza. En septiembre publica nuevo álbum y este agosto actuará el 12 de agosto en Jérez de la Frontera, el 16 en Lepe, 19 en San Javier (Murcia) o el 24 en Santander, entre otros sitios. Además de la gira internacional y el cierre de la gira el 15 de noviembre en el Wizink Center en Madrid.

El cantaor ha conversado junto a Dani Reus. Llevan 14 años trabajando juntos, le dirige los coros y le hace armonías, “a parte de ser un gran artista, es un gran amigo y es una gran persona”, ha comentado el cantante de soul, profesor, director de coro y colaborador de A media mañana.

Salomé Pavón y Enrique Morente

La persona que le empujó a consolidarse como cantante en Madrid fue “Salomé Pavón, la nieta de Manolo Caracol y nieta de La Niña de los Peines, imagínate la saga más gitana y más flamenca de la historia del flamenco. Empezó a llevarme a El Mago, donde he visto a Lenny Kravitz, a Enrique Morente… he visto a gente que dices pero esto qué es. Era un antro, una salita chiquitita”.

Allí empezó a cantar una noche y otra y otra. Con 17 años hubo un día a “las 5 de la mañana”, después de estar “cantando por fandangos en una esquina”, pensó que ya era hora de irse a casa y aquello que le paró Enrique Morente. Se puso “a temblar”, le preguntó si era él “el que estaba cantando” y “quién era el que le había enseñado a cantar ese fandango”. Le propuso quedarse unos poco más hasta que se fuera la gente y estuvieron “hasta las 10 de la mañana”. Reconoce que él estaba “cagadito”

Aquello fue “la prueba de fuego”. Cuenta que fue “tan potente la palabra de Enrique Morente que empezaron a girar todos los mánagers, las compañías de discos y ahí empezó todo. Luego ya Paco de Lucía, el otro, el otro y el otro y todo lo que ha pasado”.

La cinta y el mercadillo

Con tan solo nueve años descubrió la voz de Aretha Franklin y su vida “cambió de verdad”, recuerda que “no sabía ni quién era la persona que estás escuchando, porque era un casete que estaba casa sin nombre. Pregunté en mi casa y todo mundo decía ‘esto no es mío’. Escuchó el “Respect” y por la cara B el “What a Wonderful World” de Louis Armstrong, que tampoco sabía quién era”.

Pitingo llevaba un año escuchando ese casete y “un día andando por el mercadillo” de Ayamonte (Huelva), en el que ponían la música “a todo trapo”, reconoce la voz y se va “para allí”. Le preguntó el nombre y le pidió que le enseñara cómo era. Vio la imagen y se dijo “ahh, que es negra”. Le ocurrió lo mismo con Armstrong.

“Y entonces me doy cuenta que aquí hay algo. Le digo ‘¿tiene más cintas de negros, de afroamericanos?’ Porque yo me doy cuenta que era algo parecido a los gitanos a la hora de sentir, quizás no musicalmente, pero sí a la hora de transmitir una pena, una alegría”. Aunque no tenía dinero, le dio cintas de Marvin Gaye, Stevie Wonder o Whitney Houston, entre otros.

“Me iba a un descampado. Porque me daba vergüenza cantar delante de mi familia. Yo no sabía ni hablar inglés ni nada. Me inventaba todo, pero imitaba los giros y yo lo que intentaba era simplemente meterlos por bulería y por soleá. Entonces, ahí empezó todo”.