Albert Boadella: "Vivo en Cataluña, pero es como un exilio"
- El dramaturgo ha explicado cómo se encuentra a sus 80 años, sigue escribiendo y dirigiendo
- Los Teatros del Canal le rinden un homenaje por su seis décadas de trayectoria
Albert Boadella no está “para lanzar campanas al vuelo”, pero sigue haciendo “excursiones en bicicleta”, también puede “dirigir los ensayos que dentro de todo representa un esfuerzo” y escribe, que es “una suerte” para él. En A media mañana ha destacado que continúa con “la mente bastante clara” a sus casi 80 años.
Además, sigue trabajando en el plano artístico con “un equipo de magníficos cantantes y al mismo tiempo de grandes actores” ya desde hace un tiempo. Le apasiona y el tiempo le pasa rapidísimo. Este 2023 en los Teatros del Canal, Madrid, le rinden homenaje por sus 60 años de trayectoria, aunque cree que se cumplen 61 “porque fundé Els Joglars con 19 años”.
Con Samanta Villar y Carlos Santos ha repasado su legado en Radio Nacional. Según el dramaturgo, “la rebeldía” es lo que mantiene desde sus inicios: “No he querido casarme demasiado con lo que implica la moda, el momento, las nuevas tendencias, incluso políticas, etc”.
El mensaje que quiere que permanezca es su obra: “Conjugar la belleza que obliga un arte con un sentido también crítico, con una óptica sobre la sociedad que nos rodea. A través de la belleza está crítica es más emocionante e incluso puede ser a veces más feroz”.
“Esta es mi vida”
“Vivo en Cataluña, vivo en el Ampurdán, pero es como un exilio. No tengo prácticamente relaciones, prácticamente no tengo amigos. Mi ciudad es Madrid en este momento, es decir, mi vida en Cataluña es coger el coche desde el jardín de mi casa, parking del AVE, Madrid y volver hasta el jardín de mi casa. Esta es mi vida”.
“Me parece bien porque vivo en una casa muy bonita, una masía. Vivo con mi mujer desde hace 47 años, que es lo mejor que me ha sucedido, obviamente, en la vida. Soy una persona enormemente feliz. Ahora podría serlo más, si tuviera una buena relación con la gente que me rodea en Cataluña”.
Jaleos constantes
“Lo que menos me gusta es una pérdida de libertad, que sobre el papel es sin duda alguna la máxima”, ha lamentado. “Nada tiene comparación en la España de los 84 hasta el 2000. Esta España tan formidable, tan feliz, también terriblemente atacada por el terrorismo, que era algo espantoso, pero donde la libertad se utilizaba en todos los sectores y en todas partes. En este momento uno se siente a veces un poco en una sensación de que tiene que autocensurarse o tendrá jaleos constantes con distintos colectivos. Cualquier sátira, humor sobre sobre cosas actuales se ha convertido en tabú”.
“En el franquismo había cuatro o cinco tabús, que eran definitivos. Si te metías en ello, te costaba muy cara la situación. Ahora hay una cantidad de tabúes tremendos. Si uno hace una broma sobre una cuestión animal, salen los animalistas y te machacan y te crucifican en las redes. Es una cosa que hay que tener muy en cuenta, es decir, uno puede ser considerado un ser asocial en 24 horas a través de las redes. Eso no existía antes. Hay una diferencia muy importante y eso crea autocensura, que me parece algo más arriesgado”.