Enlaces accesibilidad

Los amores de César Manrique, de Pepi Gómez a Pepe Dámaso

  • César Manrique tuvo dos grandes amores a lo largo de su vida, uno platónico y otro romántico
  • Utopía Manrique (2022), de Imprescindibles, se adentra en las facetas más íntimas del artista
  • La muerte de César Manrique: ¿Inspiró Los abrazos rotos de Pedro Almodóvar?

Por
Pepi Gómez, el primer gran amor de César Manrique
Pepi Gómez, el primer gran amor de César Manrique

La creatividad y el amor por cuanto y quienes le rodeaban estallaban a borbotones en el artista total que fue César Manrique. Con la honestidad y la valentía que supone ser siempre uno mismo, en su profesión y en su vida personal, este pintor y arquitecto de pasajes naturales, creador de ventanas al futuro, siempre buscó la forma de situarse bajo la luz de la celebración, al amparo del afecto profundo que daba y recibía.

Así lo describen quienes mejor lo conocieron. Más allá de una simple orientación sexual, el cariño y amor que profesaba el artista canario no tenía etiquetas. Pepe Dámaso, con quien Manrique vivió una intensa relación sentimental hasta el final de sus días, siempre defendió su derroche de amor.

César Manrique rtve

Un amor que trasciende la amistad: Manrique y Dámasco

La suya fue una amistad profunda, de admiración mutua, de compañía y respeto. Una relación inquebrantable, primero epistolar, luego muy cercana, que los dos artistas mantuvieron juntos durante cerca de 40 años, y que da cuenta de su fortaleza.

Se conocieron en 1954, mientras Dámaso hacía el servicio militar en Madrid, en un encuentro que no fue casual. Dámaso fue a conocer al artista que inauguraba una exposición en la capital. En una entrevista concedida en la revista de arte Atlántica, narró aquel cruce de caminos, cómo Dámaso le confesó a Manrique que era Gay y como César respondía diciéndole “serás amigo mío para toda la vida” e invitándolo a cenar.

Así se fraguó una amistad a la que siguieron un numeroso intercambio de cartas, viajes por el mundo, con un respeto a la creación del otro admirables y una manera de comprenderse que, a pesar de no ser pareja, trascendía a la amistad. Sin duda, desde lo más platónico de su vínculo, este fue uno de los grandes amores de la vida de Manrique, interrumpido de forma trágica en 1992, a consecuencia de un accidente de tráfico que truncó la vida del artista canario.

Cesar Manrique y Pepe Damasco, una relación inquebrantable de 40 años

Cesar Manrique y Pepe Damasco, una relación inquebrantable de 40 años

El otro gran amor de Manrique

Pero antes de conocer a ese gran amor, atravesó el corazón de César de manera muy profunda, a un nivel más elevado, romántico y lleno de tragedia. Durante 18 años, casi desde su juventud, Manrique compartió su vida con una mujer llamada Pepi Gómez. Una mujer bohemia, bien situada y de mentalidad abierta que le abrió las puertas de Madrid. Durante sus años de noviazgo, ella alimentó su libertad y su alegría de vivir.

Compartieron vivencias y amor en su famoso ático de la calle Covarrubias de la capital, una avanzada del buen gusto en la que celebraban fiestas únicas, al estilo de los actores de Hollywood. Pepi Gómez fue para Manrique un refugio de amor, impulso cultural, recreo festivo y singular en años grises.

Pepi Gómez se caso y estuvo junto a César Manrique 18 años

Pepi Gómez se caso y estuvo junto a César Manrique 18 años

“Pepi fue el único ser que me ha comprendido y que me amó como no me amó nadie. Era un ser con el que me pude comunicar durante 18 años de manera profunda y auténtica”, confiesa el propio Manrique en los audios de archivo que recoge Utopía Manrique (2022), el documental que estrena este 12 de junio Imprescindibles.

El suyo fue un primer amor, una relación de descubrimiento que duró 18 años hasta que un cáncer acabó de forma repentina con la vida de Pepi. “Pensé que casi perdía el conocimiento y tuve que desbaratar mi casa de Madrid y cambiar absolutamente todo, hasta de lengua”, contaba el propio Manrique. Madrid se oscureció para él. Para superarlo y no mirar atrás, el artista se marchó a Nueva York, la ciudad en la que logró evadirse del dolor.