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Historia

Antigua Roma: el riesgo de ser emperador y morir asesinado

Noticia Saber y Ganar 
  • De los 82 gobernantes que tuvo el imperio, un total de 26 fueron asesinados
  • Envenenamientos, apuñalamientos y ataques por sorpresa fueron las formas en que estos líderes perecieron
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Locos por los clásicos - Julio César de Suetonio

El mundo clásico es una fuente inagotable de aprendizajes y de datos que explican la sociedad occidental actual. En ‘Saber y ganar’ nos gusta echar la vista atrás y recordar algunos episodios de la historia de la Antigua Roma, como hacemos hoy en la ‘Batería de sabios’. Julio César, el emperador que gobernó el Imperio Romano, es protagonista del programa de hoy.

Y es que este recordado líder fue traicionado por un grupo de senadores, entre los que estaba Bruto, a quien Julio César tenía fuerte cariño, que le asestaron 23 puñaladas. Este asesinato no es más que otro ejemplo de las artimañas que se llevaban a cabo en la Antigua Roma para acabar con el poder de aquellos que se convertían en gobernantes y que, por una razón u otra, acababan acumulando enemigos. Recordamos algunos de esos casos.

Líderes romanos apuñalados

El caso de Julio César es uno de los más conocidos pero no fue el único gobernante que murió por el filo de la navaja en la Antigua Roma. Domiciano, emperador entre los años 81 y 96 de nuestra era, fue el último emperador de la dinastía Flavia. Se le describe como un tirano y un paranoico a la altura de Calígula o Nerón y por eso no es de extrañar que se urdiera una conspiración para acabar con su vida. El autor material del apuñalamiento en la ingle que lo mató fue Esteban, el mayordomo de su sobrina Flavia Domitila, aunque fueron diversas las heridas que sufrió.

Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido como Calígula, también pereció por el ataque con arma blanca. Una conspiración orquestada por la Guardia Pretoriana acabó con el emperador y cuando la guardia germánica, responsable de protegerle, se dio cuenta de que estaba siendo atacado, este ya yacía en el suelo sin vida. A modo de venganza, los protectores de Calígula acabaron con la vida de sus asesinos y de todo aquel que estuviese en las inmediaciones.

Ahogamientos y otro tipo de ataques

Pero los apuñalamientos no han sido la única forma en que los emperadores romanos murieron. En el caso de Cómodo, fue asfixiado mientras estaba en la bañera. De hecho, la conspiración que se había trazado para asesinarle se basaba en el envenenamiento de su comida pero el líder la vomitó tras ingerirla, con lo que el plan no salió como se esperaba. Temiendo la venganza que Cómodo pudiera trazar, sus enemigos mandaron al liberto Narciso a que lo estrangulase.

En el caso de Tiberio Claudio César Augusto Germánico, Claudio de forma popular, su muerte se debió al envenenamiento con setas, uno de sus platos favoritos. No se sabe bien quién fue el instigador de este asesinato pero se acusó a su esposa Julia Agripina como instigadora y a Locusta, que trabajaba para ella, como la envenenadora.

Una tendencia avalada por la ciencia

Las muertes de los emperadores romanos por causas no naturales son muchas y este hecho tiene mucho que ver con la ciencia. Los científicos de datos del Instituto de Ciencias Matemáticas e Informáticas de la Universidad de Sao Paulo (ICMC-USP) publicaron un estudio en el Royal Society Open Science que revela que la regla del 80/20 está asociada a la muerte de los gobernantes romanos, es decir, que la probabilidad de un suceso común es del 80% y la de un suceso raro es del 20%, aproximadamente. En este caso el suceso común sería la muerte violenta mientras que el suceso raro sería un deceso por causas naturales.

También se ha comprobado que la climatología tuvo influencia en los asesinatos de los líderes de la Antigua Roma. Un estudio de la Universidad de Brock en Ontario, Canadá, considera que la falta de lluvias podría estar detrás de muchas de estas muertes ya que, con las cosechas maltrechas, los agricultores decidieron amotinarse y acabar con sus vidas. Fue el caso del emperador Vitelio, asesinado en el 69 d.C. A pesar de ser un líder querido, ese año hubo muy bajas precipitaciones y acabó siendo víctima de la sublevación de sus tropas.