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Imprescindibles

La dura infancia de Chicho Ibáñez Serrador: solitaria, marcada por la enfermedad y ausente de caricias

Por
Chicho Ibáñez Serrador
Chicho Ibáñez Serrador en una imagen de archivo

Hablar de Chicho Ibáñez Serrador es hablar de la historia de la televisión de nuestro país. Creador de Historias para no dormir y presentador de Un, dos, tres, su propia historia comenzó en Montevideo, Uruguay, donde nació en 1935. Sus padres eran artistas: Narciso Ibáñez Menta, español, era director teatral, mientras que su madre, la argentina Pepita Serrador, se ganaba la vida como actriz. El arte en la familia no se quedaba ahí. Sus abuelos paternos Narciso Ibáñez Cotanda y Consuelo Menta Ágreda tenían una compañía de variedades y, por parte de madre, Chicho descendía de un linaje de actores.

"Yo aún guardo uno de esos álbumes que se les regala a los bebés recién nacidos. En esas páginas mamá escribía, me escribía cosas. Yo era un niño, un bebé. Me pedía perdón por llevar la vida que llevaban mi padre y ella, porque eran épocas muy duras de cómicos", recordaba él, padre de dos hijos. Cuando era pequeño, con alrededor de cuatro o cinco años, sus padres se separaron. "Mi madre tuvo que hacer de madre y de padre al mismo tiempo. Nunca fue una madre tierna, ni de besitos ni de caricias. Fue una madre autoritaria, seca, inteligentemente seca, que me fue formando sin que me diera yo cuenta de ello", confesaba el realizador.

Una enfermedad que le creó complejo de inferioridad

El ganador del Goya de Honor 2019 se crio de una forma autoritaria y, además, tuvo que convivir con una enfermedad que marcó su infancia. "Yo era un niño muy triste porque padecía una enfermedad que se llama púrpura hemorrágica, que es parecida a la hemofilia. No podía jugar al fútbol, en los recreos yo no podía salir, me tenía que quedar en clase, y eso fue creando un ser que asimiló que nunca podría hacer nada", contaba Chicho Ibáñez Serrador en una entrevista, lo que derivó en "un complejo de inferioridad muy grande y a encontrar amigos en los libros y a leer mucho, mucho, mucho, desde muy pequeño". "Comprendí que o yo vencía esa timidez o el mundo se me comía. Fui un día a ver a mi madre. Me desperté y le dije 'oye, mamá, que me voy mañana a El Cairo'". Pepita Serrador, esa mujer que huía de las muestras de cariño, intuyó lo que ocurría y le dio un consejo: "Ten cuidado al cruzar la calle".

El pequeño Chicho, junto a su madre, Pepita Serrador, en Buenos Aires en 1938

El pequeño Chicho, junto a su madre, Pepita Serrador, en Buenos Aires en 1938 tve

Sus consejos estuvieron presentes hasta el último momento de su vida. Solo tres días después de que su madre muriese, Chicho recibió una carta de la propia Pepita. "Nene, siempre te he dicho que soy mejor actriz que tú. Yo sé que me voy a morir", le decía en el mensaje, con una larga lista de consejos para la vida y una despedida llena de sabiduría: "Recuerda que siempre en tu vida todo debe parecerte un milagro. Que tengas suerte. Mamá". Él murió en 2019 a los 83 años.