Luis Pérez

Nunca tuve vocación de periodista y nunca lo he negado. El periodismo fue una excusa, a principios de los 90, para dar el salto desde La Palma a Madrid. La Complutense me dio dos amigos enormes (inexplicablemente, periodistas). Me dio también una profesora de Literatura que rondaba los 70, y que ahondó como nadie en tres de las cosas que más me gustan: viajar, leer y escribir. Con ella descubrí que el periodismo internacional mezclaba a la perfección esos tres ingredientes. Aunque todo empezó en la prensa local, con sus miserias, sus sueldos de mierda y su romanticismo.

A la tele llegué por casualidad en 1997, y aquí sigo 22 años después. TVE me permitido viajar y conocer mundo. Un día mi padre me vio tocando en la puerta del apartamento donde se escondía Radovan Karadzic. Y me dijo que ya estaba bien de ir a las casas de “los malos”. En esa época ya llevaba un tiempo de enviado especial. Sobre todo, en Oriente Medio, descubriendo que el mundo está lleno de cabrones pero también de gente maravillosa. Los años más intensos, duros y felices de mi vida los pasé en Bogotá, Moscú y Rabat como corresponsal de TVE. Fue una década exacta. Del 1 de enero de 2009 al 1 de enero de 2019. Ahora, redescubriendo Madrid y buscando historias para En Portada.

En octubre de 1997 fui a un concierto de Pedro Guerra en el café Libertad 8. Cantó aquello de “ya tengo preparada la maleta, una maleta vieja de madera, la que mi abuelo se llevó a La Habana, mi padre a Venezuela”. Era un himno a los emigrantes canarios que se buscaron la vida en Cuba y en Venezuela. Mis abuelos y mi padre hicieron ese viaje por pura necesidad. Hoy soy yo, de alguna manera, quien tiene preparada una maleta. Aunque viajo voluntariamente. Casi siempre para comprobar, con cierta tristeza, que todo va a peor, con más guerras y más migrantes que nunca. Paradójicamente, viajar también me ha servido para comprobar que no hay otro sitio como La Palma, donde todo empezó.