Cuando el barrio es un patrimonio
La cineasta Pilar Miró mantenía una relación de amor-odio con los franceses. Por un lado, no dudaba en inspirarse o copiar directamente sus leyes y por otro lado no soportaba el ninguneo que sometían al cine español. En su época de Directora General de RTVE, decidió no programar cine francés –aunque le gustaba- hasta que los vecinos del norte hiciesen lo mismo en sus cadenas. Resultado: los españoles y los franceses se perdieron sus cines porque nadie dio su brazo a torcer.
Pero a la Miró le gustaba el amor que tenían los franceses por su cine. Ellos son los inventores de un concepto que a mí me ha gustado siempre, el “cine de patrimonio”. Ellos ven una y otra vez a Fernandel haciendo de prisionero con su vaca en “La vaca y el prisionero”. A Brigitte Bardot en “…Y Dios creó la mujer”. A “nuestro” Louis de Funés y “La Gran Juerga”, a Robert Hossein, a “la guerra de los botones”, a Fantomas, a Jean Marais, a... podríamos seguir. Casi ninguno de estos títulos tienen cinco estrellas pero forman parte de su historia, de su patrimonio, de la manera en como la sociedad gala se lo ha pasado bien. Tienen un patrimonio, el del cine popular hecho y pensado para el gran público.
Nosotros también lo tenemos pero nos avergonzamos de él. Paco Rabal, Alfredo Landa, José Luis López Vázquez, Mónica Randall, Isabel Garcés, Concha Velasco, Andrés Pajares, Mariano Ozores, Pedro Lazaga, Pedro Masó, Jesús Franco, los Romero Marchent, Cesáreo González,Ignacio F. Iquino, los Balcázar, Josep Maria Forn, son nombres de diferentes épocas y estilos que forman ese cine popular español. Hace ahora veinte años me “inventé” una cosa que ya hacían los franceses: un cine de barrio pero en la televisión para dar cabida a todo ese patrimonio del que nos avergonzamos. Una sesión que debía complementar a los otros espacios cinematográficos de la parrilla.
El resultado fue positivo pero menos. La fuerte personalidad de Parada le dio un empujón al espacio recién nacido pero el “talk-show” organizado a su alrededor le quitó fuerza al film. El éxito de títulos protagonizados por Marisol, Joselito, Rocío Dúrcal, Sara Montiel y una larga lista de nombres hicieron que el otro cine de la época, el que va desde los dramas a las de piratas, de los westerns a los espías se quedaran en un segundo y tercer plano cuando no directamente en el olvido.
La fórmula sigue viva aunque no deberíamos abusar de ella. No debemos avergonzarnos de ese cine. Yo mismo me sonrojo cuando escucho algunos diálogos patriotas que declaman sus protagonistas pero así era la sociedad española según nuestro cine. Estoy convencido de que si algún exhibidor programase en sus salas films de esa época se podría ganar la vida mejor de lo que lo hace. Es lo que tiene el cine de patrimonio, que cuanto más de barrio es, más gusta a sus espectadores.