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Más Isabel - Jorge Manrique: Coplas por la muerte de su padre

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“Nuestras vidas son los ríos / que van a dar en la mar, / que es el morir / allí van los señoríos / derechos a se acabar / e consumir; / allí los ríos caudales / allí los otros medianos /e más chicos, / que allegados, son iguales / los que viven por sus manos / que los ricos”. 

Isabel lee estos versos de las más que conocidas Coplas por la Muerte de su Padre; una elegía escrita, como su propio nombre indica, por  Jorge Manrique tras el fallecimiento de su padre, en noviembre de 1476, de don Rodrigo Manrique, conde de Paredes y Maestre de la Orden de Santiago, hombre importante en la corte de Castilla.

Pero, ¿todas las coplas están escritas con posterioridad al fallecimiento del conde? Hay una serie de investigadores que, basándose en la falta de articulación de algunas estrofas, piensan que puedo haber coplas, concretamente las 24 primeras, que pudieron ser escritas con anterioridad, quizá entre 1460.

¿Qué significó la muerte de Rodrigo Manrique para los Reyes?

Como ya hemos apuntado, Rodrigo Manrique, además de ser el padre del famoso poeta, era también Maestre de la Orden militar más importante de España, la de Santiago. Los Reyes eran conscientes del poder que obstentaban la órdenes militares, tanto político como económico. Por ello, no estaban dispuestos a quedar al margen del proceso de elección del nuevo Maestre.

"Tanto es así que en cuanto conocen la noticia de la muerte del conde de Paredes envían inmediatamente un correo a Roma, y concretamente al cardenal Rodrigo de Borja, del que tan buen recuerdo tenían por su actuación diplomática de hacía tres años, para que pidiese a Sixto IV que la administración de la Orden quedase en manos de la Corona", escribe Manuel Fernández Álvarez en su libro 'Isabel la Católica'.

Así que, nada más conocer la noticia de la muerte de Manrique, Isabel emprende camino a Uclés, cabeza de la Orden de Santiago. Fernández Álvarez relata: "La presencia de Isabel impresionó a los comendadores de la Orden santiaguera, reunidos para elegir a su nuevo Maestre. La Reina no anduvo con medias tintas. Conforme a su enérgico proceder, les hizo saber que aquello no estaba dispuesta a consertirlo".

Comenzaba así el proceso de incorporación de las órdenes militares a la Corona que, como señala Manuel Férnandez Álvarez, "tan importantes consecuencias, tanto económicas como sociales, iba a tener a lo largo de la Edad Moderna".