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Dani Pannullo Dance Theatre Co.

  • Dedicamos un monográfico al director de escena y coreógrafo Dani Pannullo
  • El espectáculo Sólala, de Cristina Medina
  • Guillermo Weickert y la obra Material Inflamable 

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Mi reino por un caballo - 15/01/13

La actriz Cristina Medina arranca nuestro programa con un fragmento del su espectáculo Sólala.  Un monólogo lleno de humor y desparpajo que puede verse en el teatro Alfil de Madrid.

El 4 diciembre se estrenó, a la vez, en Madrid y Nueva York la última obra de David Mamet:”La Anarquista”.  Protagonizada en la versión española por Magüi Mira y Ana Wagener,  “La anarquista” cuenta el encuentro de dos mujeres en una cárcel. Una funcionaria de prisiones se encarga de entrevistar a una presa que cumple condena por terrorismo para comprobar su grado de rehabilitación.

Dedicamos un monográfico al director de escena y coreógrafo Dani Pannullo.  Panullo nos habla sobre su forma de entender la danza mientras hacemos un repaso a los espectáculos que ha presentado en los últimos años. Contamos también con imágenes del último trabajo que se vio en el pasado certamen de Madrid en danza: “Avalanche”.

También ofrecemos un reportaje sobre Guillermo Weickert y la obra que se estrenó el pasado noviembre en el teatro central de Sevilla: Material Inflamable, un título que hace referencia a su forma de entender la danza. “Bailar es algo parecido a encender una chispa y confiar en que se transforme en una llama, que prenda un fuego que ilumine el escenario y atrape nuestros sentidos como lo hacen las hogueras” dice el propio Weikert.

Viajamos a Sevilla para dedicar nuestro documentalito a un teatro de pequeño formato parecido al microteatro madrileño. La compañía Teatro Mínimo nos habla de su trabajo y nos presenta los espacios en los que ponen en escena sus textos.

Dani Pannullo Dance Theatre Co.

No siempre son las personas que tienes más cerca o las que más has querido. Incluso, lo sorprendente es que a veces son personas que pasaban por ahí y tu camino y el suyo se cruzaron por casualidad una temporada. Puedes pasar años siendo amigo, buen amigo, de mucha gente y que tu vida o la de ellos no cambie a causa de esta amistad y, de repente, un día te tropiezas con alguien y tu realidad se trasforma, cambias el paso e incluso el trayecto, dejas de ser quien eras porque empiezan a ocurrir cosas que hasta entonces no estaban en el cuaderno de ruta.

Cuando conocí a Dani Pannullo hace ya años, tuve la sensación de que él cambiaba la vida de la gente con la que trabajaba. Contribuía a que su mundo se ampliara, a que su historia, a partir de ese momento, fuera diferente, mejor.

Me mandaron en La Mandrágora hacer un reportaje sobre él. Actuaba en la Sala Mirador (el Centro de Nuevos Creadores de Madrid) y presentaba su primer Desordances. El elenco eran bailarines de hip hop que, hasta que se tropezaron con Dani, exhibían sus habilidades solo en la calle. Dani creaba una puesta en escena, les proponía juegos o tareas, y los subía al escenario.  Uno de ellos hacía un baile con una escoba que, salvando las distancias y las diferencias de estilos, me recordó un poco al de Fred Astaire con el perchero. Me pareció un reto semejante. Cosas mías, imagino.

Fui haciendo reportaje tras reportaje, hice unos cinco, y fui conociendo más y más bailarines. Unos, seguían viniendo de la calle, otros, del deporte… El caso es que yo siempre tuve la sensación de que, gracias a Dani, sus vidas cogían brillo. A una chica muy ágil y pizpireta me la encontré en un rodaje haciendo un curso con Lindsay Kemp. También alguno de ellos ha trabajado con Mayumaná… Lo que decía, que jóvenes que a lo mejor nunca habría imaginado pisar las tablas, han pasado a vivir de ellas, al menos durante alguna temporada.

Y, luego, Dani Pannullo me parece un trabajador incansable. Ya empieza a ser habitual no encontrarle en Madrid porque tiene proyectos en Egipto o en lejanos países de oriente. Siempre te llegan noticias de que ha ayudado a algún bailarín en sus problemas y que ha contribuido a que su vida sea mejor. Y esta actitud que tiene con la gente no está muy lejos de su empeño de hacernos reflexionar sobre lo que, en danza, surge de forma espontánea en las calles. Sobre lo popular y sobre la gente que disfruta con ello. No quiero utilizar la palabra dignificar porque no se puede dignificar algo que ya es digno. Eso es a lo que Pannullo nos enfrenta una y otra vez, que hay plantas que crecen en las ranuras que hay entre baldosas en la calle, que hay vida en todas partes.