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"Afganistán, más allá del burka"

  • En Portada retrata el Afganistán actual a través de los ojos de sus mujeres
  • En los últimos años han ido ocupando más espacio público y alzando la voz

Temen que las negociaciones con los talibanes supongan un paso atrás    

Por
En portada - Afganistán, más allá del Burka

FICHA TÉCNICA

Redacción y Realización: Pilar Requena

Imagen y sonido: Alfonso García Díaz y Gemma Garcíadie

Montaje: Quino Alonso Diéguez

Producción: Ana Pastor

Hace cinco años, en el 2006, En Portada realizó un reportaje sobre la situación general en Afganistán. Entonces, fui, como ahora, la reportera encargada del guión.

La historia de Farima

Conocimos a una niña de once años, Farima. Estaba en una ONG, Aschiana, que se encarga de los niños de la calle. Estaba en clase y me sorprendió su viva mirada que parecía pedir que hablase con ella. Y lo hice. Me sorprendió todavía más, cuando, durante la entrevista que le hicimos, demostró una tremenda madurez.

Decía que su sueño era ser médico y que todo se podía conseguir con esfuerzo. Y lo decía, a pesar de su terrible situación, obligada a vender plásticos en un mercado de Kabul porque de lo que ella sacaba vivía su familia. Era toda una lección de vida. Y era también el mejor reflejo de la esperanza en un país donde, sin embargo, empezaba a derrapar la intervención internacional. He de confesar que el recuerdo de Farima siempre me ha acompañado. Cuando veía a una niña de su edad, pensaba en ella.

Volví a Afganistán, esta vez de forma privada, en el 2009. Me puse en contacto con la ONG que cuidaba de ella y me contaron que estaba ya en una escuela normal, que un donante pagaba sus estudios, que ya no era una niña de la calle. Entonces, no pude verla, pero, al año siguiente, de nuevo en una visita privada, me reuní con ella. Había crecido, era ya una mujercita, pero su mirada seguía siendo la misma, al igual que su sueño: ser médico.

Afganistán con ojos de mujer

Cuando surgió en el programa la idea de hacer un reportaje sobre Afganistán, pero visto desde la situación de las mujeres, pensé en Farima y decidí que fuera una de las protagonistas. Por eso, el reportaje empieza con ella, en lo que me gustaría que fuese también un homenaje a todas las niñas y mujeres afganas que no han abandonado sus sueños -porque Farima no lo ha hecho- y siguen luchando por mejorar su vida y la de su país.

La comunidad internacional dijo que una de las razones de su intervención en Afganistán era salvar a las mujeres afganas

Todas las mujeres que aparecen en este reportaje demuestran un coraje a prueba de bombas y de la barbarie de los barbudos de la sinrazón. Son un ejemplo de vida, aunque su vida es bastante más que dura. De hecho, las mujeres en Afganistán son de las que más han sufrido en el mundo y todavía sufren. Lo que cuentan en el reportaje y los fríos datos de su situación ponen los pelos de punta.

En el 2001 la comunidad internacional dijo que una de las razones de su intervención en Afganistán era salvar a las mujeres afganas de la prisión del burka del régimen de los talibanes, liberarlas. Pero, luego, sus derechos no han sido la prioridad ni del gobierno afgano ni de la comunidad internacional. Aún así, se han logrado algunos avances, la Constitución reconoce la igualdad de derechos de hombres y mujeres y las niñas hoy van a la escuela y muchas mujeres trabajan.

Ni un paso atrás

El problema fundamental, nos cuentan, es la falta de seguridad. Pero, sobre todo, pesa el hecho de que las ancestrales costumbres están por encima de las leyes. Y eso tarda mucho, mucho tiempo en cambiar. Y es necesario tener paciencia.

Todas las mujeres con las que hemos hablado, desde la analfabeta hasta la licenciada universitaria, desde la pobre a la pudiente, han dejado claro que no quieren que vuelvan los talibanes y que no van a permitir que sus derechos sean moneda de cambio en unas futuras negociaciones con los insurgentes. Tienen claro que no quieren volver a la prisión del burka, que sólo deja ver el mundo a través de una rejilla. Quieren ver el mundo sin barrotes ni rejillas. Y están dispuestas a luchar para conseguirlo. Ellas son, sin duda, en medio de la desesperanza de la violencia y el sufrimiento, la esperanza de Afganistán.