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Informe Semanal, cuestión de confianza

Por
Alicia Gómez Montano, directora de Informe Semanal de mayo de 2004 a agosto de 2012
Alicia Gómez Montano, directora de Informe Semanal de mayo de 2004 a agosto de 2012

Son muchos los que creen que la sintonía del programa es la misma desde sus inicios y que los reportajes en Informe Semanal apenas han cambiado, manteniéndose fieles a un cierto clasicismo que explicaría, en parte, su éxito.

Pero bastaría echar un vistazo a los trabajos de las últimas décadas, para comprobar que han cambiado tanto como un medio -la televisión- que ha pasado del paleolítico a la era digital en poco más de medio siglo.

La gran paradoja es que el espectador reconoce a primera vista el programa y que cree estar ante "ese producto de toda la vida que no le traiciona". Y puede que ahí esté la clave: en cambiar para no detenerse; en mantener ciertas analogías y en preservar un modo de contar sosegado, donde lo importante es lo que se cuenta y no quien lo hace.

Dicen que la noticia es una fotografía de la realidad y el reportaje, su radiografía: Un viaje a las entrañas de las cosas que pasan.

En Informe Semanal, cada semana intentamos acercarnos al espectador a nuestra manera: con una forma de hacer periodismo que se ha hecho reconocible a fuerza de años y experiencia y que pretende ser reposado pero ante todo, veraz.

Cada reportaje es una aventura. La confianza que genera Informe Semanal se ha convertido en nuestro mejor pasaporte. Y en ese flujo, en ese ir y venir de datos y sentimientos, hay cosas que se quedan fuera y que son tan pequeñas como importantes; historias mínimas en apariencia; sensaciones y comentarios que el guión no siempre puede recoger pero que nos enriquecen como seres humanos.

Cuando decidí estudiar periodismo tenía 17 años. Por entonces ya existía un espacio llamado Informe Semanal que me contaba, aún en los tiempos más oscuros, casi todo lo que pasaba. Nunca imaginé que años más tarde seguiría en antena y muchos menos que el testigo del programa pasaría, durante un tiempo, a mis manos.

Gilbert Chesterton, el príncipe de las paradojas, dijo que el periodismo consistía, esencialmente en decir "Lord Jones ha muerto" a gente que hasta entonces no sabía que Lord Jones estaba vivo. Lo que me gusta de esta apreciación, en apariencia reduccionista, es la carga de humildad que lleva dentro: el cínico Chesterton nos recuerda que sólo somos contadores de historias y que ahí está la grandeza del oficio. Ese es mi objetivo y mi empeño, fiel a lo que ha sido y es, Informe Semanal.