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REPORTAJE

Postureo ético: Exhibir compromiso social y no mover un dedo

  • ¿Se han convertido las redes en el sustitutivo barato para calmar nuestra conciencia?
  • Preguntamos a Javier de Rivera, investigador en sociedades digitales, miembro de @teknokultura, y a la psicóloga “en el fango” Jara A. Pérez (@therapyweb)

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¿Somos tan comprometidos como mostramos en redes?
¿Somos tan comprometidos como mostramos en redes?

Ni tan guapos, ni tan listos, ni tan comprometidos. En lo que se refiere a redes sociales, el límite entre la apariencia y la realidad se diluyen constantemente. Ocurre con nuestro aspecto, maquillado con filtros de Instagram; con nuestros conocimientos, basados en el copy-paste; o con nuestra ética, atrincherada a veces detrás de la pantalla y sosegada tras publicar un par de tuits en apoyo a una causa viral.

Internet es un loco ecosistema en el que los límites para construir nuestra identidad no existen. Lo que somos no tiene porque ir asociado a lo que hacemos en la "vida real". Aquí solo importa lo que decimos que hacemos, las cosas que afirmamos o nuestras opiniones. En su libro Falso Espejo: Reflexiones sobre el autoengaño, Jia Tolentino (Toronto, 1988) analiza el descabellado mecanismo que incentiva esto en las redes sociales y lo relaciona directamente con el denominado "postureo ético", que vendría a ser algo así como hacer algo visible, pero inútil para apoyar una buena causa y alardear de que uno es mucho más ético y moral que los demás.

Para ella, la trampa de Internet es que nos permite ser todo lo que queramos, hasta que fallamos. Redes sociales como Twitter o Instagram, "nos animan a crear ciertas impresiones sobre hechos concretos, ideologías o movimientos sociales", apunta Tolentino. Pero que esas impresiones surjan o no del resultado de nuestra acción en el "mundo real", poco le importa al engranaje de esas redes. "Por eso, dentro de ellas resulta tan sencillo dejar de esforzarse por ser decente, razonable o comprometido. Basta simplemente con parecerlo", concluye.

¿Qué hay detrás del virtue signalling o postureo ético?

En todo caso, conviene analizar bien el termino postureo ético y su origen (virtue signalling, en su acepción inglesa). La palabra ya tiene su espacio en la Wikipedia en inglés que lo define como "neologismo peyorativo para la manifestación de valores morales con el propósito de mejorar la imagen de uno mismo".

Uno de los primeros en utilizarlo fue el periodista conservador James Bartholomew, que escribió un breve artículo sobre el término para la revista de derechas Spectator, en 2015. Aquí el termino se utiliza abiertamente para criticar a la izquierda por sus posturas en contra de la xenofobia de partidos como el UKIP, con una ideología rabiosamente antiinmigrante durante el Brexit. Un artículo en el que Bartholomew parece estar más enfadado con las virtudes morales en sí mismas que con lo que define como virtue signalling (postureo ético). Además, bajo su premisa de "postureo ético", casi cualquier expresión pública de preocupación podría descartarse como falsa, como mera actuación.

La FUNDEU recomienda hablar de 'postureo ético' para referirnos al 'virtue signalling'

La FUNDEU recomienda hablar de 'postureo ético' para referirnos al 'virtue signalling'

¿Solidaridad o performance?

La sacudida social que se desató en medio mundo tras la muerte del afroamericano George Floyd, asfixiado a causa de la brutalidad policial el 25 de mayo de 2020, provocó jornadas de protestas fuera y dentro de Estados Unidos. La rabia de este suceso se propagó por las redes sociales, que se tiñeron de negro bajo el lema #BlackLivesMatter. El movimiento cristalizó la indignación social, visibilizando el racismo y concienciando sobre ello. Pero, ¿a qué escala? Si nos fijamos en el apoyo en redes sociales, el alcance fue masivo, pero no es comparable con los mecanismos reales a través de los cuales se representa la solidaridad política: huelgas o boicots. "Es revelador que la mayoría de los gestos de solidaridad mainstream sean pura representación, como la repetición viral de post o fotos de avatar con filtros relacionados con alguna causa social", reflexiona Tolentino.

Una solidaridad performativa, impulsada por la viralización en redes y con la comodidad de poder hacerlo desde el sofá de tu casa, que en el caso del Black Lives Matter, llevó a más de uno a tener algún que otro desliz de conceptos. Uno de los más sonados fue el de la artista colombiana Karol G que se convirtió en víctima de su propia voluntad positiva con un polémico tuit en el que no se lo ocurrió nada mejor que compartir una foto de su perro -un cachorro de pelaje blanco y negro- para lanzar un mensaje antirracista.

Karol G, obligada a disculparse tras un desafortunado tuit sobre el Black Lives Matter

Karol G, obligada a disculparse tras un desafortunado tuit sobre el Black Lives Matter

Para el investigador en sociedades digitales Javier de Rivera, hay que tener en cuenta la doble dimensión de las redes sociales en el apoyo a causas sociales. "Por un lado, ayudan a amplificar el efecto de los movimientos. Pasó en el 15-M, en la Primavera Árabe o el #MeToo. Las redes actuaron como una cobertura mediática en sí misma, algo que de por sí no es bueno ni malo. El problema es que en las redes también intervienen factores como la estética o el sentido del espectáculo que puede convertirlo en algo superficial", explica. "Lo definitorio es analizar el mensaje y la implicación real", concluye. Un análisis del discurso que, en el caso del Black Lives Matter, dejó en entredicho a más de uno, pero también constató el potencial solidario que puede darse en las redes y de su capacidad de remover conciencias.

Todos somos actores

Tampoco es que el postureo ético sea solo una acción propia del mundo digital. Dentro o fuera de las redes, puede existir esa "actuación". La diferencia, apunta Javier de Rivera es que "la imagen que proyectamos en el entorno digital nos permite una maniobra de manipulación mayor".

Guapos o feos, nuestra cara es la que es en las interacciones directas, pero en Instagram podemos repetir el selfie un millón de veces hasta dar con nuestro perfil bueno. Y si aun así no nos convence, todavía tenemos tiempo para ponerle un filtro Valencia y terminar de arreglarlo. "Ocurre lo mismo con nuestros posicionamientos éticos en las redes. Representar el papel de la persona comprometida y solidaria es más difícil en persona, tienes que ser muy bueno actuando", cuenta De Rivera. Pero en la esfera digital, la cosa cambia. "Tenemos más tiempo para reflexionar y objetivamos nuestras opiniones. Es decir, nos alejamos de nuestros sentimientos o actitudes reales con respecto a lo que pensamos", continúa y esto nos hace poder mejorar nuestro selfie ético.

El postureo ético tiene lugar dentro del discurso moral

El postureo ético tiene lugar dentro del discurso moral

¿Pero todo es falsedad e hipocresía?

Para la psicóloga Jara A. Pérez López "reivindicar nuestra identidad -ética- es ya de por sí un acto verdadero" ya sea dentro o fuera de las redes sociales. "Para muchos, las redes pueden servir para calmar sus conciencias, pero para otras, Internet es una herramienta básica en el activismo. Las conexiones que se dan entre activistas de diferentes países, de diferentes continentes. El que las feministas blancas estemos aprendiendo de otros movimientos feministas existentes, por ejemplo, en el continente africano o en Latinoamérica, no sería tan sencillo sin internet", apunta.

En este mismo sentido, tampoco deberíamos olvidar que el denominado postureo ético tiene lugar dentro de un discurso moral y, como valor en sí mismo, no deberíamos estar tan dispuestos a denigrarlo. Además, "si bien algunos ejemplos de postureo ético pueden ser hipócritas, la mayoría no lo son", apunta Pérez López.