¿Qué queda del trap en España (si es que existió)?
- Este 2025 se cumple una década del lanzamiento de A.D.R.O.M.I.C.F.M.S. 2, de Yung Beef, disco clave del género
- Hablamos con especialistas y hacemos balance de una nueva ola que revolucionó la industria musical española
Esta Navidad (según Spotify, puede no ser así) se cumple una década desde que Yung Beef lanzó ADROMICFMS 2, uno de los álbumes clave del trap en España, aquella nueva ola que dio un tremendo revolcón a la industria musical. De hecho, La Vendición acaba de sacarlo en vinilo para celebrarlo, un disco en el que estaba su clásico “Ready pa’ morir”, el “Smells Like Teen Spirit” del género. Y nos preguntamos: ¿está tan muerto el trap? ¿Qué lodos quedan de aquellos barros?
Abel Pérez Álvarez (en redes @Foromaffia), que acaba de publicar su libro La historia del trap en España bien contada, corrobora la sacudida: “Lo cambió todo, sin esa escena no se entienden figuras actuales como Omar Montes. Obviamente Rosalía, la cual salió en el clip de “Saturno Remix” de Dano y Steve Lean y mantiene una gran relación con Yung Beef y hasta referencia a Khaled. O Bad Gyal y Quevedo, que aunque se perciba como reggaeton es muy cercano a propuestas trap como la de Cruz Cafuné, que tiene raíces profundas en este sonido que estalló en los dieces”.
De un movimiento musical underground a un fenómeno de alcance nacional e internacional, el trap patrio dio el pistoletazo de salida al principio de la década de los 2010s, con Primer Dan o Jay Hernandez como pioneros-exploradores y Espinardo Mafia Inc o Kefta Boyz, desde Granada, aún muy recordados, como primeras muestras ya frontales. En este último grupúsculo estaban Yung Beef, Khaled, Hakim, El Mini… nombres esenciales del devenir del estilo en estas tierras.
Jon I. García, autor de otro ensayo de 2018, Historia del Trap, y director de GRINDIN’, apunta: “Creo que el trap llegó a España por su sonido y estética, más que todo el lore (conjunto de tramas y subtramas del género) que comparte en Estados Unidos. Y de ahí que se relacione a Quevedo, Bad Gyal o Rosalía con el trap, que nunca lo han hecho. Para hablar de trap en España, como él diría: tienes que hablar de Yung Beef. Los otros surgieron de esa burbuja que se mal-denomina ‘urbano’”.
Marta España, Doctora en Musicología con su tesis El trap en España durante el periodo 2010-2020, el género y su escena, habla de “revolución total”. “Vas a Spotify, buscas el Top 50 global y todo viene del boom a nivel global en 2015, 2016… fagocitado por el mainstream. Desde sus características sonoras fundamentales al autotune. Ahora escuchamos una música pop que difiere totalmente de la de los 2000 y es en parte por la integración del trap dentro de la cultura dominante. Hasta Taylor Swift publicó Reputation en 2017 que bebía de aquello”.
Pero, ¿qué es el trap y dónde nace? Originario de Atlanta (Georgia), este género musical emergió a mediados de los 2000 bajo el paraguas del boom del hip hop sureño, con artistas como Gucci Mane y Young Jeezy conquistando un enorme éxito con letras sobre trapicheo de drogas, miseria y los problemas del día a día. Y su característico sonido, obra y gracia de productores como Shawty Redd o Zaytoven (quien, por cierto, estuvo grabando con Yung Beef en nuestras latitudes este verano) con su caja de ritmos Roland 808, hi-hats típicos y un sonido oscuro, agresivo y sublimado por capas de sintetizadores.
Y, como se decía antes, para hablar de todo esto en España hay que hablar de Yung Beef. Pero también de PXXR GVNG, su supergrupo con Khaled, Kaydy Cain y Steve Lean, que desde Granada y Madrid aterrizaron en Barcelona y abrieron una fisura en la matrix en el que fueron asomando cabeza artistas como Cecilio G, Somadamantina, Pimp Flaco, Kinder Malo, Dellafuente, La Zowi, Pedro Ladroga, C. Tangana y un largo etcétera de figurones que igual no eran tanto trap como aquello de ‘Música Urbana’...
Música urbana: la categoría vainilla
En este contexto las multinacionales buscaron subsumir a la nueva gallina de los huevos de oro. García al habla: “La etiqueta de 'música urbana' fue una jugarreta de majors y medios para meter en un cajón de sastre cualquier cosa pop con un poco de olor a hip hop y calle. Porque estaba de moda. Cogemos a una artista pop mundial como Shakira, le diseñamos un single llamado ‘trap’ que no suena a trap y a funcionar. Antes cuando PXXR GVNG firmó por Sony todos teníamos sentimientos encontrados... Ahora es raro el artista que no está con una major”.
España coincide en este blanqueamiento: “La música urbana es una etiqueta desestigmatizadora. Una categoría que es mucho más vainilla porque es mucho más fácil que tu hijo te diga que quiere ir a un concierto de música urbana que a uno de trap o que te puedan meter una canción de La Zowi que te guste”. Cecilio G, en una reciente entrevista en ‘El Mundo’ durante un tercer grado en la cárcel de Brians, piensa parecido: «El trap se ha convertido en género urbano para poder ser inclusivo».
La también periodista de Rockdelux y El País introduce una de las revelaciones de su tesis: “El trap no es tan contracultural, tiene unos códigos diferentes pero siempre ha intentado insertarse dentro de las dinámicas del turbocapitalismo en el que vivimos. Y, al final, si estás a favor de los modus operandi tradicionales o quieres ser absorbido por esta dinámica neoliberal pues supongo que no eres tan contracultural”. Y recuerda la firma de las cantantes Metrika o Bb Trickz por Universal, que “es una consecuencia directa de que los traperos y traperas eran gente que siempre han querido amasar lana, hacer dinero, trascender la clase”.
Y añade: “Para mí trap es una palabra polisémica. Define a un género musical con unas características concretas pero aquí fue un término que se utilizó para otra cosa, que fue definir a una escena que estuvo viva y en esa terminología entraban muchos géneros diferentes. Todo lo que se denominó trap ahora se llama música urbana. Y como el trap siempre ha querido formar parte de la industria, le viene muy bien no ser considerado como tal”.
Yung Beef versus C.Tangana: ¿quién ganó?
Sobre esta contraculturalidad en cuestión, hay que recordar aquel mitológico debate público entre C. Tangana, Yung Beef y Bad Gyal en el Primavera Sound de 2018, en el que los dos primeros se enzarzaron sobre cómo ser y estar en el sector musical y acabaron lanzándose canciones uno contra otro. El Madrileño decía que lo inteligente es estar en las grandes discográficas para cambiarlas desde dentro, y el granaíno (que conocía bien a ‘las multis’) se enrocaba en la defensa de su autonomía. Pasado más de un lustro, ¿quién ganó?
“Creo que C. Tangana ha ganado, asumiendo dónde se metía, qué quería conseguir y cómo. Yung Beef ha tomado otro camino y es el único al que nadie le ha bajado del burro. Por lo que ha ganado también. Es el más puro y fiel a sí mismo. ¿Quién ha ganado más dinero? ¿Más fama? ¿Más éxito comercial? No creo que ambos buscasen lo mismo”, responde García.
“Han ganado los dos. Es verdad que C. Tangana tampoco ha cambiado la industria desde dentro. Lo que publicó fue El Madrileño que es un poco el Lux de C. Tangana. O sea, me haces trap, vas de que eres camarero en el Pans & Company, y tu disco más grande es como orgullo de ser español. Yung Beef siempre se ha mantenido en los márgenes y, realmente, está llenando un Vistalegre. Pese a que el trap mucha gente piensa que está muerto, los artistas que eran trap ahora hacen mejores números que antes”, reflexiona España. De hecho, Yung Beef, ahora mismo, roza los 20 millones de oyentes mensuales en Spotify.
Hijos de la Ruina, raperos fachas
La explosión de trap en la pasada década pegó duro en absoluto en un país sumido en una profunda crisis económica, social y política, con una ‘juventud sin futuro’ y el presente aún más negro, como los hombres de la Troika, y el estallido social del 15M y su continuación con Podemos. Y, sin embargo, sus canciones no eran comprometidas en el sentido habitual del hip-hop nacional, hubo una ruptura. ¿Por qué?
Pérez Álvarez, en su ensayo, rememora el ‘Cisma Flashy-Mochilero’. En los 2000, “un sector del underground, muy concentrado en Madrid, comenzó a autodenominarse 'flashy', en contraposición a lo que calificaban como ‘mochilero’, una etiqueta con la que aludían al mainstream dominante de Nach, El Chojín, Violadores del Verso o SFDK, que defendían la pureza del mensaje, el compromiso social y el sonido boom bap tradicional. Los flashys representaban la irrupción de un nuevo modelo: materialista, estéticamente ambicioso y abiertamente influido por la cultura norteamericana. De este choque nació una escena más libre y menos dogmática”.
Entonces, ¿fue el trap una salida desencantada? “La mejor arma del capitalismo es explotar a la clase trabajadora. Si les tiene explotados, los currelas no vamos a poder formarnos y saber que nos están explotando. ‘Voy a la calle a lo mío, no me interesa la política’. Para mí eso es desconocimiento. Todo es política, y a la política le importas mucho tú, aunque a ti no te importe la política. Que tengas un trabajo precario es política, vender droga también. Que esos artistas volcasen su tiempo en conseguir dinero para sobrevivir es un ejemplo claro de lo precario de la situación”, dice García.
Y sobre la nueva rama de un rap de derechas, Pérez Álvarez opina: “Recientemente El Meswy dijo que ‘el rap nació de la izquierda, imbéciles"’ y me parece cuestionable y sensacionalista. El rap nace en un entorno de denuncia social pero no creo que deba estar dogmatizado por la izquierda, puesto que no me imagino a un rapero en Cuba rapeándole al régimen y tratando de ser contracultural. Llos raperos fachas que han salido como Aloy, el Jincho o G. Babe son sensacionalistas y oportunistas, además de un tanto mediocres”.
¿Escena empoderadora?
Otro de los alambres sobre los que hacer pole dance disertativo es acerca de la universalización del impudor o la inclusión natural de lo queer en este movimiento. ¿Hablamos de una escena empoderadora? “Fue un salto más en la integración de las figuras femeninas, trans y demás. Pero no creo que fuese cosa del trap per se, es más de la época”, contesta García.
España cree que sí fue emancipadora en gran medida, no en todo. “Hay un libro llamado Sex Revolts que habla de los mecanismos de subversión de las mujeres en la industria musical y hay varios perfiles. Se puede ser un poco andrógina como Patti Smith, la chica guay entre los chicos, hipersexualizarse como puedan hacer las divas del pop y otro perfil es comportarse como un hombre. Y muchas traperas que se comportaban como un hombre y a la vez se hipersexualizaban, muy interesante pero nada nuevo bajo el sol porque son los mismos mecanismos que ya se utilizaban en los años 60. Aunque es verdad que en combinación de ambos. Nuestra sociedad es muy pudorosa con respecto al cuerpo y al sexo. No sé si lo hemos superado todavía. Creo que no, que es una cuestión generacional”.
El autor de ‘La historia del trap en España bien contada’ señala que “puede que sea una música sexista muchas veces, aunque usemos la excusa del ‘también hay hombres putas’, pero sí fue una escena emancipadora. Habíamos tenido mujeres fuertes como Mala Rodríguez o Arianna Puello, pero trap dio libertad a mujeres como la Zowi, Somadamantina o Vanity Vercetti a decir lo que les saliera del coño. Y vino acompañado de un nuevo género: el Neoperreo, donde destacan figuras femeninas como Tomasa Del Real, La Goony Chonga, Bea Pelea o Ms Nina”.
Raros y exitosos
Como diría Inés Hernand, este panorama musical generó sus propios iconos que con el paso de los años se fueron diluyendo o consolidando como estrellas. ¿Quiénes han pasado la prueba del algodón del tiempo? “A mí me gusta mucho la rueda de prensa del Primavera Sound, así que voy a decir Yung Beef, C. Tangana y Bad Gyal”, responde España. Para Foromaffia principalmente los miembros de PXXR GVNG y “el imaginario colectivo recordará haber entrado por Dora Black. Y, mal que me pese, tiene mucho peso Kidd Keo”. “Yung Beef y PXXR GVNG deberían quedar. Por su música, por su saber hacer, sus valores y haber allanado el terreno. C. Tangana, también. Pero también otros que no suelen salir a la palestra: Madrid Pimps por su música y su labor con el rap sureño de Estados Unidos”, aporta García.
Y sigamos con quien ofrece la esbelta percha al artículo. “Por sonoridad, actitud, forma de comportarse en redes, Yung Beef es el ejemplo más representativo del cambio de paradigma”, dice España. ¿Es uno de los artistas más importantes del pop español? “Si entendemos pop como popular, sí. Impuso su visión, creó una escena de un descampado y como él quiso. Entendió a la perfección el rap y el trap y aportó su visión a todo un país. Creó escuela. Se inventó un sello, trajo a productores OG's de la movida al estado español. Cuando artistas de rap buscaban a estrellas del pop para abrir su mercado, como C. Tangana con Calamaro, Yung Beef fue al que acudieron esas estrellas. Como pasó con Los Planetas”.
¿Y no es extraordinario que una música tan vanguardista, arriesgada y rara haya alcanzado tanta comercialidad? “Es como una Movida madrileña y Cecilio G puede ser análogo de Parálisis Permanente o de Coppini, al cual referenciaba en un tema en el que cantaba barras de Golpes Bajos. Supongo que España tiene un gran sector freak”, cree Pérez Álvarez. A la colaboradora de El País también le llama la atención: “Piensa en Rosalía, que saca discos de vanguardia y ahí están ocupando el top 1 global cuando no son singles, no son pop. Esto es subjetivo, pero lo que nos parece pop agradable es porque es con lo que hemos crecido. Me puede resultar chocante la nueva música de Rosalía, Ralphie Choo o Rusowski en plan no entiendo este collage de géneros. Pero una persona que en 2015 era adolescente y vio vídeos en YouTube de trap tiene el oído tan acostumbrado que para él es lo normal. Lo que le resulta raro es escuchar a Flaming Lips o The Smiths”.
¿Y ahora quiénes siguen practicando el género? “Guxo, Glorysixvain, Pirris Sosa, L0rna, Serchito Tramboliko, los de Disobey…”, hilvana Pérez Álvarez. Entonces, ¿se puede decir que ya no existe el trap en España? “Excepto cuatro flashazos, que conocemos perfectamente, nunca lo hubo. Lo que hubo fue música trap, memes y estética”, concluye García.