Martín Caparrós: "Para mí, escribir es estar vivo"
- Acaba de publicar BUE, su primer libro desde Antes que nada, sus memorias
- Es, probablemente, uno de los mejores cronistas de nuestro tiempo
Martín Caparrós no necesita presentación. Es un escritor total al que no se le ha resistido ningún género, ni siquiera la poesía. Él se define, simplemente, como novelista. Y "un gran viajero". De hecho, a través de sus artículos y de sus crónicas – es, probablemente, uno de los mejores cronistas de nuestro tiempo-, muchos han conocido el mundo leyéndole. Estos días presenta BUE, "la ciudad de Buenos Aires hecha novela". Así lo define la editorial que la publica, que también dice de Caparrós que es "un autor capaz de sintetizar, de forma poderosa, el mundo en el que vivimos". Por eso, entre otras muchas razones, charlamos con él de Argentina –que ha pasado recientemente por las urnas-, pero también de la actualidad, en toda su complejidad.
PREGUNTA: Más que una pregunta, podría ser una exclamación: ¡cómo está el mundo!
RESPUESTA: Pues sí… Es un momento que no hubiésemos imaginado en que toda una cantidad de cosas que dábamos ya por aceptadas, ya conquistadas por decirlo de algún modo, están siendo cuestionadas de nuevo: que todos tienen derecho a tener buena educación, a tener buena sanidad… Ahora están tratando de inventar, en España sin ir más lejos, todo este rollo de la diferencia de los migrantes… ¡que es muy falso! ¡Tan falso! Un país donde yo creo que nos hemos llevado bien con la gente que venía de afuera. Entre otras cosas porque, si de algo sabemos los españoles –y ahora me voy a llamar a mí mismo español- es de emigrar.
Algunos han convencido a mucha gente, más o menos pobre, de que los culpables de su pobreza son los pobres, los otros pobres… pero, cuando los escuchas cinco minutos, te das cuenta de que el supuesto cambio que ellos proponen es la vuelta a cómo vivíamos, no sé… hace 100 años. Cuando Trump dice "¡Hagamos América Grande de Nuevo! o cuando Milei dice que la Argentina va a volver a ser lo que era, son todas proclamas reaccionarias en sentido literal. Volver atrás, volver al pasado sin que nos podamos poner a pensar cómo era ese pasado…
Caparrós alude a la necesidad de conocer de dónde venimos. Recuerda que su primer viaje, con tan solo 18 años, fue "involuntario" y "por supervivencia". El golpe militar del 76 le obligó a exiliarse de una Argentina a la que volvió siete años después tras el fin de la dictadura y a la que ha vuelto poco en los dos últimos años. Allí, la extrema derecha está revisionando el pasado. De hecho, ha desmantelado prácticamente todo lo relacionado con la recuperación de la memoria, que costó. La vicepresidenta del país, XXX, es conocida por organizar visitas al general Videla, el sanguinario primer presidente de las Juntas Militares, condenado por crímenes de lesa humanidad.
El escritor argentino, Martín Caparrós, en su residencia. JOSÉ CARLOS GALLARDO
R: Lo que te están diciendo es que lo que arruinó a Argentina fue la democracia. Por supuesto, no quieren que se recuerde el hecho de que esos militares que comandaba el general Videla mataron a miles y miles de personas, las torturaron a miles y miles de personas, los tiraron vivos desde aviones al Río de la Plata y tantas otras cosas totalmente intolerables que hicieron.
P: Esa ola, podríamos decir… reaccionaria, ha llevado a muchos jóvenes a ir por primera vez a las urnas y votar por esa opción. ¿Qué pasa con los políticos? ¿Falta empatía? Justamente este año, moría, en Uruguay, Pepe Mujica. Y parece que el molde se rompió…
R: A mí me sorprende que no se le haya prestado más atención. Es notorio que le fue bien con lo que hizo. Lo que hizo fue nunca cambiar de vida, seguir siendo un viejo que tenía un coche roto y que vivía en un rancho con goteras y que, aunque era presidente del país, hablaba el mismo idioma que todos hablaban, se encontraba con ellos, les preguntada y trataba de hacer cosas a partir de eso. A mí me sorprende mucho que, visto lo bien que le fue con eso, no esté lleno de "mujiquitas", el mundo.
P: ¿Por qué crees que los jóvenes no se sienten identificados, representados? Hay una larga lista de mandatarios que sí parecen responder a sus expectativas: Trump en Estados Unidos, Milei en Argentina, Putin es ya un clásico, Netanyahu en Israel. Usted tiene un libro, 'El hambre', que siempre se está reactualizando. En él, habla de la utilización del hambre como arma de guerra. Lo acabamos de ver cerca, al otro lado del Mediterráneo, en la Franja de Gaza…
R: ¡Esto es medieval! O de la época de los romanos, en que sitiaban una ciudad, ahí mismo, donde ahora está la Franja de Gaza, qué se yo, estaban las ciudades fenicias y los romanos, cuando querían tomarlas… Alejandro Magno, cuando quería tomarlas, las sitiaba para que no pudiera entrar el alimento y las rendía por hambre. Y no solo la tenemos cerca geográficamente. La tenemos cerca culturalmente, económica y militarmente. Es un país, Israel, con el que toda Europa, por el momento, sigue teniendo relaciones económicas, comercia con ella, les estuvimos mandando armas hasta hace muy poco…
Ante toda esta situación, dice el escritor: "No sabemos qué hacer". Y eso que todo lo que hemos visto en Gaza se parece mucho al hungerplan de Hitler con el que quiso exterminar a toda la población judía de Europa. De ahí, la importancia de recuperar la Historia para aprender de los grandes errores a los que la humanidad parece que está condenada a volver.
Argentina, desde fuera –y, para muchos, desde dentro-, parece no aprender de las lecciones del pasado. Ahora, el Gobierno de Javier Milei –refrendado en las urnas el pasado 26 de octubre en las elecciones de medio mandato- vuelve a tirar del rescate financiero de Estados Unidos que, en décadas anteriores, hipotecó el futuro del país. La afinidad ideológica con Donald Trump viene de lejos, desde mucho antes de que Milei ganara la Casa Rosada en 2023. En esos últimos comicios, le ha dado su apoyo más de un 40% de los electores. Mayor que hace dos años. Los argentinos venían de las presidencias de los Kirchner, de Mauricio Macri, Alberto Fernández…
R: "Mucha gente, muy harta, justificadamente harta, votó a un loco, que era aquel que decía "yo vengo a romper todo". Y, a partir de ahí, empezó la catástrofe… Porque este señor, lo único que dice, en lo único de lo que está totalmente convencido y empeñado, es en supuestamente achicar el Estado. Él llegó a decir "yo soy un topo que quiere hacer desaparecer el Estado desde adentro". Y su forma de hacerlo desaparecer y de tener menos déficit, por el momento, es cortar todos los presupuestos de la educación pública, de la sanidad pública, de las obras públicas. ¡No hay una obra pública más en la Argentina!
Y esto se dice poco, pero ha aumentado mucho en los últimos meses el número de muertos en accidentes de tráfico porque, sobre todo, las carreteras están destrozadas y ya no se arreglan… Los jubilados, los discapacitados, a los que les quiso retirar cualquier subsidio, etc. etc. con lo cual ha creado una sociedad, bueno… ¡ha confirmado! Una sociedad más pobre todavía. Y, para colmo, en las últimas semanas se están empezando a descubrir muchas maniobras de corrupción que involucran a su hermana. La pareja presidencial… son él y su hermana. Es decir, él a su hermana la llama "el jefe" y es una señora que –será amable, no la conozco- que, hasta hace dos años, vendía tortas desde su casa y echaba el tarot. Y esa es toda su cualificación profesional.
Con BUE recién salido de las rotativas, Martín Caparrós vuelve a Buenos Aires en toda su diversidad. Recientemente ha estado allí, donde le han hecho todo tipo de homenajes y ha recibido el título de Doctor Honoris Causa de la UBA.
P: Alguna vez, se ha referido a Buenos Aires como "esa ciudad abrumada". ¿Qué echa de menos de ella desde que vive en España?
R: Bueno, por un lado, echo muchas cosas de menos. Estuve después de dos años sin ir, que fue en este período lo más largo que estuve sin ir y me gustó mucho dar vueltas. Pero me doy cuenta ahora de que, para mí, ir a Buenos Aires es como hacer turismo en mi pasado: voy, digo, mirá… acá en esta casa, viví en tal momento, no sé qué y acá… trabajamos con fulana y mengano… Y estoy así todo el tiempo, como eso, como haciendo turismo del pasado… ¡Y es un poco aburrido! Yo estoy un poco para el pasado, pero me gusta también sentirme en el presente.
P: Su anterior libro es Antes que nada. Empieza a escribir sus memorias y –muchas veces así lo ha dicho-, sin pensar en que van a serlo. En principio, solo algo para usted, para recoger ideas y pensamientos que le iban surgiendo. En él, mezcla pasajes de su vida, de su larga trayectoria, con el descubrimiento de la enfermedad, de la ELA. La gente que no lo haya leído se puede sorprender porque hay momentos… ¡en los que se ríe!
R: Sí, sí, ¡cómo no me voy a reír!
P: Es su estilo, también, ¿no? ¿Este período cómo lo ha vivido?
R: En primer lugar, respeto mucho el humor. Si hay algo que respeto es el humor. Si hay una manera que me parece inteligente de mirar el mundo es con algún tipo de humor. No quiero dejar de hacerlo porque tenga una enfermedad peor que otra, sería dejarme derrotar por ella si perdiera el humor, ¿no? Es una época rara. No es lo que me hubiera gustado. Llevo ya… ¿cuánto? _Tres, cuatro años con esto… y, desde hace más de dos o tres, estoy en esta silla de ruedas. Por ahora, por suerte, puedo seguir haciendo las cosas que más me gustan: que es charlar y escribir.
Bueno, hay otras cosas que también me gustan mucho y no siempre puedo, pero en fin… Para mí, escribir es estar vivo. Si yo puedo sentarme ahí y escribir, bueno, me parece que sigo siendo yo, digamos… Yo tenía dos vidas habitualmente, que era –media- viajar y, la otra media, sentarme ahí a escribir. Bueno, ahora solo tengo una de las medias. He convertido esa media en todo. Y no está mal. A veces, extraño… no sé… ir a algún lugar de África donde no he estado o poder caminar por ahí, por la calle, escuchar a las personas y mirar y todo eso, por supuesto que lo extraño, pero hay otras cosas que –como te digo- me mantienen vivo, contento y con ganas de reírme un poco.
P: Me imagino que afrontarlo así, abiertamente, de las certezas que constata y de las incertidumbres que provoca, le está pudiendo servir a mucha gente que no sabe cómo explicar lo que le ocurre… ¿Es consciente de que, a lo mejor, a través de sus artículos puede estar ayudando a muchas personas? Por lo menos, a compartir…
R: Ojalá… Yo creo que ya solo el hecho de decir, ¡uy!, a este la pasa lo mismo que a mí. Te da cierto, qué se yo, te reconforta de algún modo… Y te da un poco más de fuerza.
La Ley ELA, con mucho retraso, fue aprobada hace un año. Tan solo hace unas semanas, el Gobierno ha aprobado el decreto para dotarla de presupuesto y ponerla en funcionamiento: 500 millones de euros para reforzar el sistema de dependencia y garantizar la atención a personas con Esclerosis Lateral Amiotrófica, entre otras enfermedades.
R: Realmente es urgente que se otorgue el dinero que prevé la ley para ayudar a la gente que lo necesita absolutamente. En algún momento, los enfermos de ELA necesitamos atención constante porque no podemos mover nada, no podemos comer, hay toda una serie de imposibilidades… No podemos respirar en algún momento… ¡Y eso hay muchas familias que no lo pueden pagar! ¡Y hay gente que se muere por eso! No es que podamos esperar años o el ritmo de burocracia de algún Estado. Es una mezcla porque está el Estado central por un lado, pero las autonomías tienen mucha importancia porque son las que tienen que administrarlo, ¡pero que lo hagan! Porque es terrible, pero hay gente que decide morirse porque la alternativa es endeudar a su familia para que pague lo que cuesta una asistencia permanente, que es muchísimo dinero…
P: Me gustaría terminar esta entrevista aludiendo a otro de sus libros, Sindios, y preguntarle si sirve creer en lo increíble…
R: Mirá, hace unos meses, dije ¡bah!, veamos… si ya morirse debe ser bastante incómodo, pero si encima, en el momento que te mueres, tienes que ir a hablar con un señor muy severo, así un señor duro, que te empieza a decir "oye, ¿por qué hiciste esto? ¿no deberías haber hecho lo otro? Aquí, te equivocaste, acá trataste de engañarme…". Porque es un señor que sabe todo lo que hiciste y que cree que casi todo lo que hiciste está mal. Y, entonces, normalmente te manda quemarte para siempre. Yo dije "¡Uff, menos mal que eso a mí no me va a pasar! No va a haber un dios que me tome lección, simplemente va a haber la nada". Y, entonces, me alivió. Dije "bueno, quizás no sea tan malo vivir sin creer en lo increíble". Tener fe es renunciar a todas las posibilidades, a todas las capacidades críticas que uno tiene. Es tener que dejar de pensar las cosas por uno mismo o con los demás y aceptar lo que te dice la autoridad. Y, en ese sentido, me parece terrible, yo estoy en contra de la fe.
P: Podríamos acabar con una definición de sus Argentinismos… por supuesto, con humor. En ese libro, dice que "el futuro, por definición, siempre está más allá". ¡Gracias!
R: Gracias a ti.