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'Anoche conquisté Tebas' se presenta en la Seminci: "El cine tiene que ser una máquina de fascinación"

  • Hablamos con Gabriel Azorín, que consiguió dos premios en Venecia con esta película
  • Cuenta con la participación de RTVE y llegará a los cines en la primavera de 2026
Un hombre joven de piel morena, con el torso desnudo, realiza un ritual en un entorno acuático oscuro, sosteniendo una llama y con un cuenco metálico frente a él. La luz del fuego ilumina la escena.
Fotograma de 'Anoche conquisté Tebas' 5
JESÚS JIMÉNEZ (Valladolid)

La Seminci de Valladolid ha proyectado Anoche conquisté Tebas, de Gabriel Azorín, con la que este joven director consiguió dos premios Bisato d'Oro en el último Festival de Venecia: uno al Mejor Guion (Azorín y Celso Giménez) y otro a la Mejor Fotografía (Giuseppe Truppi), Una película sorprendente, sensorial y bellísima que reflexiona sobre la amistad masculina y la forma de vivir el tiempo. Cuenta con la participación de RTVE y llegará a los cines en primavera de 2026.

La película cuenta la historia de António y su mejor amigo Jota, dos chicos de 16 y 17 años, dos chicos que deciden darse un baño, junto a sus amigos, en las termas del campamento romano de Bande (Ourense). Al anochecer, cuando todo el mundo se ha ido y el tiempo parece diluirse en esas aguas, António le confiesa a Jota que lo nota raro y que le da miedo que dejen de ser amigos. Junto a ellos descubrimos a otros chicos bañándose, los soldados romanos que construyeron las termas, entre los que están Aurelio y Pompeyo, están decidiendo si desertar, porque al día siguiente los espera una batalla a la que tienen muy pocas posibilidades de sobrevivir. Dos historias sobre la amistad masculina que confluyen en este mágico escenario, a pesar de que las separen 2000 años.

Fotograma de 'Anoche conquisté Tebas'

"El origen de este proyecto son las termas de Bande -nos explica Gabriel-, una tarde de invierno de 2017 fui con una amiga y por la noche, cuando me quedé solo en una de estas bañeras con forma de sarcófago caí en un estado muy introspectivo con el agua caliente, el vapor... Y es que, como no hay luz eléctrica, lo único que puedes hacer es mirar al cielo y y ver las estrellas. Y en ese momento pensé en cuánta gente habría hecho lo mismo que yo a lo largo de estos 2000 años".

"Entonces sentí la pulsión de rodar algo allí -continúa-, aunque no sabía muy bien qué. Dos años después, en 2019, estaba en la Elías Querejeta Zine Eskola (EQZE), en San Sebastián, donde me obsesioné con el cine de los cineastas portugueses Margarida Cordeiro y António Reis y con su idea de estratigrafía, que es un poco la capacidad que tiene el cine para mostrar diferentes tiempos en un solo plano. Entonces les propuse a mis compañeros del colectivo de investigación artística lacasinegra, a Carlos Pardo y María Antón, que me acompañaran a las terma a ver si volvía a sentir esa sensación mística que tuve el día que las conocí".

"Esta vez -continúa-, llevamos con nosotros una cámara pequeñita que es muy sensible, que ve más que el ojo humano. La sacamos por la noche y estuvimos grabando a tres chicos que estaban ahí bañándose. A través de la cámara podíamos verlos en mitad de la oscuridad, pero ellos no podían vernos a nosotros y había algo en su manera de estar en las termas, en su gestualidad, que me pareció muy único. Y al revisar en casa esa grabación nos dio la sensación de que habíamos conseguido imágenes sin tiempo, que si quitábamos a estos chicos los bañadores de piñas y los iPhones, era imposible saber si la imagen era de 2019, de la Edad Media o de hace 2000 años. Y ahí surgió la idea de rodar una película con imágenes sin tiempo, donde chicos de diferentes épocas puedan compartir el baño caliente, el espacio y el tiempo".

Con sus largos planos, Gabriel Azorín logra rodar la luz, como un anochecer que parece algo casi mágico. "Invitamos al espectador a pararse y maravillarse con pequeñas cosas como puede ser el agua caliente, el vapor, el viento, la tormenta que llega... O ver cómo se hace de noche. Ahora que vamos todos corriendo muy rápido hacia no sé muy bien dónde, la película nos invita a pararnos y tomarnos un tiempo para estar con otras personas, para la conversación, para fascinarte con que se haga de noche, o con un amanecer, o con una tormenta que llega... Es algo que no es muy contemporáneo y quizás una propuesta a contracorriente, pero para mí era como recuperar gestos y capacidades de fascinación muy humanos. Porque para mí el cine tiene que ser una máquina de fascinación, algo que te lleve a vivir experiencias, a conocer lugares que en tu vida cotidiana no irías".

La vulnerabilidad de los hombres

La sociedad y el cine actual han banalizado mucho la idea de la amistad masculina, hasta el punto de que casi se nos hace raro ver a dos hombres de sus miedos, como en la película. "Una amiga mía, cuando vio un corte de la película, me dijo que le parecía de ciencia ficción -nos comenta Gabriel-. Y no porque los soldados del Siglo I convivieran con unos chicos portugueses de 2025, sino porque los hombres se muestran vulnerables, se muestran frágiles... y hay intimidad entre ellos. Y en sus conversaciones se dicen cosas que no suelen escucharse en las película actuales".

"Normalmente a soldado romano en el cine se le representa o como un criminal que asalta pueblos y viola mujeres, o como un soldado valiente que defiende su honor o el honor de su patria. Y creo que esta mirada sobre la amistad entre hombres tiene algo también a contracorriente respecto a la representación de la masculinidad en el cine. Ya que parece que ese tipo de intimidad de la que hablo, en el cine se ha dejado más para las mujeres. Por eso creo que es necesario que se muestre también esa ternura entre hombres. Quizá también es porque ,como yo en mis relaciones de amistad con hombres hay muchas cosas que no me he atrevido a decir nunca, la ficción me da la oportunidad de hacerlo a través de estos personajes que se dicen cosas que me importan y que yo no me atrevo tanto a decir en mi día a día".

Aunque los sentimientos entre esas dos parejas no son tan distintos si difieren en que los chavales actuales hablan sobre batallas de videojuegos, mientras que los romanos lo hacen sobre batallas que pueden constarles la vida. "Si, buscaba ese contraste -nos comenta Gabriel-. A mí me gustan mucho los videojuegos de mundo abierto, de paseo. Al principio de la película quería mostrar esa idea que llaman los anglosajones Hangouts. Cuando estuvimos en el Festival de Nueva York, decían que la película era "una hangout muy cósmica", una película de paseo como los videojuegos de paseo".

"Pero también quería buscar los puntos en común que podían tener los jóvenes de ahora y los de hace 2000 años -añade-. Por ejemplo, en este proceso de investigación para la escritura con Celso Jiménez, leíamos cartas que enviaban los soldados romanos a sus familiares, a sus padres. Y a mí me llamó mucho la atención que eran como cartas de Erasmus. Básicamente eran soldados que decían: "Mamá. Aquí hace muchísimo frío. Se me han roto las sandalias. Mándame una manta nueva". Lo mismo que le podría decir hoy en una llamada telefónica o por WhatsApp un chaval joven a a sus padres".

"Pensando en eso, para mí hay una cosa en la creación actual, y vuelvo a lo de las prisas, en que parece que haces una película para estrenar en un festival y que salgan las críticas tres minutos después. Por eso me atrae la idea de poder dialogar con gente de hace 2000 años. O con gente de dentro de otros 2000. Tener una sensación del tiempo, de la búsqueda de interlocutores que no sea todo basado en la inmediatez y en el Instagram inmediato. Creo que la película tiene esa parte, esa mirada humanista".

Gabriel Azorín

¿Pantallas de videojuegos?

Al comienzo, cuando los chavales llegan a las ruinas, todo nos recuerda a un videojuego. "Si, la primera parte de la película está concebida a nivel formal, casi como pantallas de videojuego -nos confiesa Gabriel-. Estos chicos, en su búsqueda de estas termas, que alguien les dijo que eran mágicas, van pasando niveles hasta llegar a este plano del dron, que tiene una puesta en escena que es como Legend of Zelda. Desde arriba, el campamento militar es prácticamente el mapa de un videojuego".

"A mí me gusta mucho como jugar con las herramientas del cine -añade-. Y, aunque odio los planes hechos con drones, porque en el cine se suelen utilizar de de manera bueno cosmética o paisajística: son muy espectaculares pero no te dicen gran cosa, aquí me parecía un reto. Porque quería que ese plano tuviera esos elementos de videojuego pero también de pensamiento cinematográfico y de arquitectura, al poder ver las ruinas desde arriba. Y que tuviera también esa cosa narrativa de verlas ruinas desde el punto de vista de los chicos y que, de pronto, la cámara abandone ese punto de vista para volar y mostrarnos el campamento militar como no lo habíamos visto nunca".

Fotograma de 'Anoche conquisté Tebas' 5

"No se sabe como era el latín de la calle"

Destacar que la película está hablada en portugués, castellano, gallego y latín. "Me compliqué la vida muchísimo con el latín -nos confiesa Gabriel-. Era una cosa como muy experimental. El portugués estuvo siempre presente porque, como las termas están en la frontera entre Ourense y Portugal, vienen muchos portugueses. Me parecía que hay algo en cómo suena el portugués que era más propio de las termas que cualquier otro idioma. Esos cuatro idiomas nos devuelve a la idea de las capas, que está presente en diferentes partes de la película, porque todas son lenguas que descienden del latín".

"El latín era fundamental porque al final tenemos a cuatro jóvenes casi desnudos hablando en las termas -añade-. Así que la única forma de diferenciar los protagonistas y las épocas era el idioma. Además quería que ese latín sonara a oral, que fuera casi un poco argot, igual que los chicos jóvenes un portugués que es propio de alguien joven del año 2025. No quería que el latín sonara a misa, sino volver a traer a la vida a una lengua muerta. Eso fue muy complicado y nos dio muchísimo trabajo, tanto de escritura, con Celso Jiménez, como luego con Laura Camino, que es la filóloga y especialista en cultura clásica con la que hemos trabajado. Yo insistía en que ese latín sonara súper juvenil y Laura me decía que era una idea preciosa pero que no había fuentes, no había registros. Que todos los documentos que tenemos de finales del siglo I y principios del siglo II son o documentos legales o textos que hablan sobre personalidades importantes. No se sabe como era el latín de de la calle. Ahí también hubo un proceso de búsqueda de fuentes para crear este latín que yo creo que suena muy bonito y da a los personajes un aura muy especial".

Cartel de 'Anoche conquisté Tebas'

Una fotografía espectacular

Gran parte de esa fascinación que provoca la película es gracias a la fotografía de Giuseppe Truppi, que fue premiada en Venecia. "A nivel lumínico sí que hay un pensamiento: diferenciar entre la noche con luz eléctrica, que tiene una estética muy propia, y la noche sin luz eléctrica, lo que llamamos "la noche de todos los tiempos", donde desaparece esa luz eléctrica y, de pronto, el ojo hace un proceso de sensibilización y empieza a ver cosas que antes no veía. En esta parte tenía muy claro que no quería ni ningún naturalismo ni seguir la línea de la representación histórica en el cine, eso de que, hace 2000 años todo tenía que verse marrón, gris, triste y con antorchas".

"Yo quería crear un limbo en el que conviviera gente de diferentes tiempos -continúa-. También queríamos crear algo que estuviera un poco fuera del tiempo y fuera del espacio, algo artificioso de alguna manera. Y ahí sí que viene mucho del trabajo de campo con esta cámara que te digo, que es más sensible que el ojo humano. También teníamos muy presente ese vapor que nunca es el mismo, porque todo el tiempo se va renovando renovando lo que da una cadencia propia a estos planos, que son planos largos. Por eso hay muchísimo trabajo de de campo, muchísima experimentación formal y muchísima cosa intuitiva. Probamos muchísimas cosas que cualquier director de fotografía te diría que nunca hagas. Pero así hemos conseguido crear una imagen muy nuestra. También destacaría que, con Miguel Ángel Rebollo, el director de arte, trabajamos el color de la película de una manera, sobre todo la parte de la representación histórica, muy contraintuitiva. Íbamos huyendo del realismo. Utilizábamos mucho azul, fucsia, como colores que de manera intuitiva dirías que no van a estar en una película de Romanos".

En cuanto a ese éxito en la Mostra de Cine de Venecia, con los premios a guion y fotografía, Gabriel Azorín nos comenta: Hemos hecho la película que queríamos hacer, la película que como espectadores nos gustaría ver. Por eso, el hecho de estar seleccionados en Venecia, ya fue una alegría. En cuanto a los premios, siendo una película tan particular, que invita y cobija al espectador, pero al mismo tiempo es tan radical, no teníamos ni idea de como iba a reaccionar el jurado. Y tener dos premios, a fotografía y guion, fue maravilloso. Ojalá sirva para que la película tenga un poquito más de repercusión y pueda haber más gente que se interese por verla. Porque creo que es una película muy generosa con el espectador y espero que este pueda conectar con la parte más emotiva".