Eusebio Poncela, magnetismo único del cine español, en siete películas y series
- Muere el actor Eusebio Poncela a los 79 años
- La semana del asesino, Arrebato, Martin (Hache) o Los gozos y las sombras, están entre sus actuaciones más recordadas
Cuerpo frágil, ojos claros y voz profunda. Y siempre la impresión de que su mirada era solo la punta de un iceberg de inteligencia aguda. Eusebio Poncela, fallecido a los 79 años, era una combinación única que el cine español aprovechó en no pocas obras maestras de su historia.
Poncela fue mucho más que cine y series, su carrera nunca dejó de estar vinculada al teatro, pero la permanencia de su fotogenia explica también la evolución entera de un país que se abrió a la libertad creativa y sexual y, también, a los excesos con las drogas.
La semana del asesino (Eloy de la Iglesia, 1972)
Todavía en el tardofranquismo, el iconoclasta Eloy de la Iglesia firmó una de sus obras maestras con la salvaje historia de un obrero del extrarradio (Vicente Parra) convertido en brutal asesino en serie.
Aparte de la realista violencia, la película es insólita precisamente por el personaje de Eusebio Poncela, un vecino llamado Néstor que va entablando una relación con Parra basada en una seducción increíblemente explicita para una época aún marcada por la censura.
05.37 min
Transcripción completa
Que me toca a mí. -¿Otra vez?
-Mira la raya, la raya. ¿No lo ves?
-¡Oye, tráeme otra frasca! -Enseguida.
(TV) "El ministro, secretario general del movimiento,
y vicepresidente del consejo nacional, señor Fernández Miranda".
-¿Qué juerga tienes preparada para luego?
A ver cuándo te buscas a una mujer para casarte.
Que ya va siendo hora. -¡Venga, Rosa!
No te enrolles que hay mucho que hacer.
¿No me oyes o qué? -¡Ya voy, ya voy!
Luego dice que sea amable con el cliente.
Buenas.
¡El tercer gol del Madrid! ¡Están chupados!
Pues mira tú qué bien.
(RADIO) "3-0 gana el Real Madrid y ahora vemos ya cómo Miguel Muñoz
va a dar satisfacción a la hinchada,
porque va a dar entrada en el cuadro merengue a Fleitas,
jugador querido y esperado por todos los seguidores del equipo merengue.
Le dice el señor Santana que se retire...".
-Hasta aquí hemos llegado.
¿Que os habéis creído que es mi taxi? Para eso tenéis todo el campo.
Es que encima estaría bueno que encima os metierais conmigo.
¿Y a usted qué le importa? Mira este.
Es que da la casualidad de que están en mi taxi.
¡Eso, largo! Aún pueden aprovechar la noche.
Si fuera hija mía, te iba a dar yo...
Si aún fuera con un chico de su edad.
Un momento, menos prisas, que aquí el taxímetro marca 23 pesetas.
No pretenderán que encima les haya dado el paseo gratis, ¿no?
Oiga, usted o tú, que ya no sé cómo tratarle.
¿Qué dice, que no piensa pagarme?
Es un buen consejo, ¿sabes?
A lo mejor te queda un mal recuerdo de esta noche.
Te voy a sacudir todas las bofetadas que no te dio a tiempo tu padre.
Marcos, deja eso. El jefe de personal quiere hablarte.
No lo sé, sube y te enterarás.
¿Diga?
Sí, sí, sí.
No, no, eso lo debe resolver control.
Claro, de nada, querido amigo.
Así que...
¿Por dónde íbamos?
-En lo de que la empresa ha decidido.
-¿Y qué ha decidido?
Muy simple.
Muy sencillo.
Diáfano.
Concederte el ascenso.
Porque esta fábrica, lo creas o no, es tan tuya como mía,
como del director general.
Todos la hemos creado.
Todos la hemos aupado.
¿Me sigues?
Me sigues, ¿verdad? Bien.
Bueno, abreviando.
Han llegado las máquinas.
Sí, han llegado.
Pero no, no, no se trata de máquinas como las demás.
No, no, son tan exactas, tan perfectas,
que dirías que los cerebros de cien sabios han sido colocados
en ellas estrujados, ubicados, en sus sitios exactos.
Pero como toda obra perfecta,
la maquinaria necesita un gran mimo, un gran cuidado.
Su mecanismo es tan delicado, tan justo, tan...
¿Cómo diríamos? -Sincronizado.
Tan sincronizado que no se debe poner en manos de una persona cualquiera.
Necesitamos un hombre con gran experiencia.
¿Me sigues?
Bueno, pues esa máquina será tu nuevo jefe.
Juntos podréis realizar una labor interesante,
justa,
competitiva.
¿Cómo diríamos? -Sincronizada.
-Eso, sincronizada. Gracias, hija.
Y es que no solo hemos tenido en cuenta los 15 años
que llevas al servicio de la empresa,
sino que a esto hemos aunado el siempre presente recuerdo
de aquella gran operaria que fue tu madre.
Tu madre...
Toda una vida de completa dedicación a esta sociedad
hasta que aquel desgraciado, imprevisible accidente quemó su vida.
Es cierto que la empresa en su día
no solo abonó lo que prevé para tales casos
el sindicato vertical del gremio,
sino que abonó por su cuenta una espléndida indemnización,
e incluso pagó la inserción de una esquela de cuarto de página
en el diario "ABC".
Hala, hijo, a la máquina.
Y que nadie tenga que decir que no eres digno de ella.
Que pase otro.
¿Así que tú eres el hijo de la Juana?
¿Que si la conocía?
Yo estaba cerca de ella el día del accidente.
Mira, un momento antes, estaba tan normal.
Tan frescachona.
Y de pronto...
se convirtió en una antorcha humana.
Y cómo corría.
Corría no, ¡volaba!
Tropezó con un taburete y el taburete se quemó.
Se agarró a una estantería
y la estantería parecía un leño ardiendo.
Y menos mal que no llegó a las garrafas de ácido porque si no,
la fábrica se va a hacer gárgaras.
Y no quieras ver tú cómo chillaba.
Chillaba no, ¡aullaba!
Cómo sería,
que los de la nave de al lado, al oírla,
creyeron que era la sirena de la fábrica y dejaron de trabajar.
Y olía...
Madre, si olía.
Cómo sería,
que al cabo de un mes, en aquella sala, aún olía a tu madre.
Bueno, esta es la máquina.
¿Qué te parece?
¡Si no hay que hacer nada!
¡Ella lo hace todo!
Mira.
Cada cinco minutos,
tienes que echar una carga por la tolva.
La máquina hace el resto.
Cuece,
tritura,
y finalmente convierte todo en pulpa.
Ya ves.
Si en aquellos tiempos hubiéramos tenido máquinas así,
estaría la Juana vivita y coleando.
Ay.
Bueno, ya sabes,
cuando quieras echar un parrafito sobre tu madre, me buscas.
Por mí, encantado.
(SILBA)
Hola, Marcos.
Me han fastidiado bien, macho.
Al final se ha estropeado el viaje a Burgos.
Por eso he venido un día antes.
¿Hay algo fresco para beber?
Bueno, pues vamos a la tasca de Rosa.
He estado seis horas sin bajar del camión.
Y como se empeñó en tener un regalo de pedida,
la he comprado un reloj de pulsera que me ha costado 2000 calás.
Así que entre eso y los gastos de la boda,
no me he podido comer una rosca.
¡Ahí va! Será por lo mucho que te diviertes de soltero.
De la fábrica a la casa y de la casa a la fábrica.
Calla, calla, que eres un tipo más raro.
Parece mentira que yo sea tu hermano.
-Toma, el seis para que te doble.
-¿Muchos días por aquí, Esteban? -Pocos.
Me caso la semana que viene.
Y tendré que ir a correrla por Levante.
-Es cierto, la Carmen me dijo algo de eso.
Trátamela bien, que es una buena chica.
No me la asustes. -Esa no se asusta de nada.
-Vaya, a ver si el que te vas a asustar eres tú.
-Oye, ¿os podría dejar el camión en el cobertizo?
-¿No te lo llevas? -Si, ya.
Y a pasar la noche de bodas en la cabina, ¿no?
-Pues mira así la Carmen no se echaría a correr.
-Oye, Rosa.
¿Qué das a mi hermana para que esté tan mustio?
-¿Qué le voy a dar? Nada.
-Quiero decir de comer, claro. -Ah, bueno.
-¿Te pasa algo?
Pues suéltalo, hombre. Para algo somos hermanos, ¿no?
La novia, ¿eh?
Pues ya eres mayorcito para ser tan torpe.
Oye, Rosa. -Ya va.
-Luego vuelvo.
¿Echa la partida esta noche el Agustín?
-El Agustín se pone a roncar apenas da de comer a la gente.
Pero vente si quieres, podemos jugar tú y yo.
-¿Al mus o la oca?
Y tiro porque me toca.
¿Pero tú estás loco?
¿Qué pasó, que no se dejaba o qué? Podías haberte aguantado.
Ya, quisiste darle miedo y se te fue la mano.
Si te hubieras traído a la Rosa,
no habría pasado nada.
¡Y hubieras comido gratis toda tu vida!
Iremos a la Policía los dos juntos.
Inventaremos cualquier cosa.
Pero ¿tú estás chalado? De eso nada.
No quiero ver a los grises rondando por aquí.
¿Tú qué crees, que no van a buscar a la chica?
Si ya, y en cambio a ti no te importa que eche a rodar la entrada del piso
que he pagado, la boda y todo lo demás.
Marcos.
Estás enredado en un buen lío y en estos casos,
no hay más remedio que dar la cara.
Nunca se me ha pasado por la cabeza ponerte las manos encima,
pero te voy a llevar a la comisaría aunque tenga que hacerlo a rastras.
Venga, Marcos.
Cuanto más tiempo pase, peor.
No pienses más en eso.
Lo importante es que lo cuentes todo lo antes posible.
Mira, Marcos, sería una tontería que ahora te pusieras a llorar.
Llevo una hora aquí de plantón. ¿Dónde se ha metido tu hermano?
Ayer me telefoneó diciendo que estaba a punto de llegar.
Es el colmo, no me ha llamado en todo el día.
Falta menos de una semana para la boda
y aún nos queda un montón que arreglar.
Si te parece, me quedo aquí esperando.
Porque supongo que no tardará mucho.
Van a ser las 10.
¿Dónde se habrá metido este golfo?
Pues yo no me voy de aquí hasta que vuelva ¡y me va a oír!
Oye, tenéis la casa sucísima.
Huele fatal.
Lo malo es que mi padre me estará esperando para cenar.
Todavía no se ha hecho a la idea de que me voy a casar.
No acaba de resignarse.
Claro, que se va a quedar tan solo...
El muy gamberro.
Menuda despedida de soltero se debe estar corriendo.
La verdad, si una no estuviera tan enamorada...
Menuda alhaja me llevo.
Oye, Marcos, ¿sabes si me ha traído el regalo que me prometió?
Seguro que lo tiene en su cuarto, voy a ver.
Pero, hombre...
¿Qué te ocurre?
Ah, bueno, quiere darme una sorpresa.
Qué tonto es...
a pesar de lo bestia que parece.
Anda, déjame ver.
Bueno, bueno.
No te pongas así.
Qué fiel eres con los secretos de tu hermanito.
Bueno, bueno, bueno.
Uy, qué dolor de cabeza me está entrando.
¿No tienes por ahí una aspirina?
Anda, Marcos, sé bueno.
Tráeme un vaso de agua y mira a ver si das con la aspirina.
Sí, me duele mucho la cabeza.
Policía.
Documentación, por favor.
¿Dónde está su hermano?
Pues ayer la Carmen vino a verle.
Me dijo que ya estaba aquí.
Mire usted, a ver si nos entendemos.
Ayer mi hija salió de casa a las cinco de la tarde.
Son las seis de la mañana y aún no ha vuelto.
Oiga. Cachondeos conmigo no, ¿eh?
A ver si encima va a quedarse conmigo.
Su hermano y usted es un espabilado. Pero conmigo no les sirve.
Pues más fácil que me lo pone.
Que más hembra que la Carmen era mi difunta
y yo me aguanté.
Además, que hagan lo que quieran en horas hábiles,
pero a las 11 en punto en casa.
No, no quiero fumar.
Y conmigo no vacile usted más.
Me va a decir de una vez dónde están la Carmen
y su hermano.
Me extraña que no lo sepa.
¿No estarán aquí, en la casa?
Su hermano de usted...
Tiene cara para eso y para mucho más.
Quítese de la puerta. Déjeme entrar.
Ya...
La Carmen sabe que al casarse me voy a quedar más solo que la una.
Pero no debió importarle mucho, cuando no ha sabido esperar
los días que le quedan, la muy...
¡Ay! Si mi difunta levantara la cabeza.
Si yo tuviera diez años menos
no me impediría entrar en ese cuarto.
Iban a saber usted y el Esteban quién soy yo.
Pero cuidado...
Esto no se va a quedar así.
¿Qué pasa?
¿Qué?
¿Os da vergüenza mirarme a la cara?
"Iniciamos nuestro programa con simpatía, buen humor
y música alegre en la mañana".
Hoy hay poca cosa.
Es que a la gente le ha dado por no comer carne esta semana.
Ahora va, Marcos.
A ver si se te ve más el pelo por aquí, majo.
Gracias.
¿Y usted?
Los hay de varias clases y tamaños.
Pero este lo tenemos muy ajustado de precio
y huele a pinos que da gloria.
¿Alguna cosita más?
¿De qué clase?
Ya.
En colonias hay más variedad.
Pero tengo una muy fresca, muy perfumada
y de fuerte graduación.
¿Cómo? ¿Diez?
¡Jesús! Ni que fuera a perfumar un cuartel.
No, así no.
Huela.
¿Le agrada?
Se llama "Aromas del Harén". ¿Vale?
¿Alguna cosita más?
Su esposa se va a poner muy contenta.
Porque va a tener colonia para una larga temporada.
Ah, ¿no? Pues hace usted muy requetebién.
Además, le advierto, que esta colonia la puede utilizar
también un caballero sin el menor reparo.
500 pesetitas justas.
Gracias y a mandar.
¿No se lleva usted los cuponcitos?
¿Vienes a cenar?
Espera, yo tampoco he cenado.
Anda, ven.
¿Te has quedado bien?
Roncando como siempre.
¿Y tu hermano? ¿Dónde se mete?
Ya me extrañaba no verlo.
Es curioso. También llevo unos días sin ver a la Carmen
y a su padre.
¿Te apetece comer algo más?
Te voy a preparar un vaso de leche con un par de yemas dentro.
Eso entra sin sentir.
Venga, toma.
Acábatelo, que estos días se te está poniendo muy mala cara.
A saber lo que andarás haciendo.
Vaya.
Perdona, hombre. Ahora mismo lo arreglamos.
Ya está.
En cuanto se seque, listo.
Nada.
Hoy invita la casa.
No seas tonto. Te he dicho que te invito y ya está.
Mira, ahí viene.
¿Haces deporte ahora, macho?
Míralo. La bolsa es pistonuda.
¿Llevas guantes?
¡Joroba, qué mirado se ha vuelto aquí el veterano!
No te la vamos a estropear.
Anda, saca los guantes y nos calentamos un poco, hombre.
¡Ahí te va!
-¡Venga, cógela!
-Aquí, aquí. ¡Manolo, aquí!
-Toma.
-¡A mí, a mí, arriba!
-¡Toma, que pesa mucho!
-Oye, macho, ¿qué llevas aquí?
No veas lo que pesa esto.
Huele a colonia y a podrido.
¡Toma la bolsa, rico!
Y guárdatela, no te la vayan a quitar.
Nos ha fastidiado con el veterano este.
Desde que le han hecho obrero especializado...
¡Anda ya!
Bueno, voy a pasear por la nave.
Si no me ven zascandilear por ahí no dan golpe.
-Oye, ¿por qué el obrero de la trituradora
viene todos los días con una bolsa?
-Pues no lo sé.
-Es raro.
-Tú lo que sospechas es que se esté llevando herramientas o algo.
Me extraña. Lleva muchos años en la fábrica.
-Ya. De todas formas no estaría demás que echaras una ojeada.
-Bueno, voy a darme un garbeo.
Todos los objetos que no se utilizan en el trabajo
hay que dejarlos en el vestuario.
No.
La bolsa estaba vacía.
-Pues hay que seguir vigilando.
-¿Ocurre algo raro?
-Pues sí.
Esta máquina trituradora está todavía en prueba.
Y del laboratorio ha venido un informe diciendo que encuentran
un elemento extraño en la mezcla.
-Bueno, seguiremos atentos.
¿Marcos?
Ya tienes la mesa.
No la dejes enfriar, que esta sopa no es como la de los otros días.
En cuanto se enfría, no sé...
Se pone espesa y uno hay quién la coma.
No te gusta mucho, ¿verdad?
-¿Pero qué le pasa a este?
Tampoco es tan mala como para eso, hombre.
-¿Qué pasa, te encuentras mal?
Toma aunque sea unos sexitos rebozados
que tenemos de segundo plato.
Eso lo toman hasta los enfermos.
Anda, vete a casa.
Y acuéstate.
Hasta luego.
-¿Dónde vas?
-¿No lo ves? A misa.
-¿A misa?
Pero si tú no has pisado una iglesia desde que murió el Faustino.
-Pues mira, hoy voy a ir, corcho.
Es que hoy hace 8 años que murió mi madre.
Adiós.
-Oye, ¿y el velo?
-¡Anda! Pero si ya no se lleva velo.
-Bueno, pues en cuanto te suelte la bendición te vuelves,
porque no voy a pintar solo los rótulos, cocinar las tapas,
estar...
Abre, Marcos. Soy yo, Rosa.
¿Qué hay, Marcos? ¿Cómo te encuentras?
Me alegro. Es que pasaba por aquí y pensé que si seguías peor,
alguien tendría que traerte la comida.
Me alegro, hombre. ¿No me invitas a entrar?
¡Hay que ver cómo tiene la casa un hombre que vive solo!
¿Has desayunado?
Échate otra vez mientras te preparo el desayuno.
Te he traído una ensaimada.
Oye, ¿a qué huele aquí?
¿Tienes leche en casa?
Pero échate de una vez.
¡No seas tonto!
Preparo más de 100 desayunos todos los días.
Por uno más.
El olor viene de ahí.
A saber la cantidad de porquerías que tendrás metidas en ese cuarto.
El señor tiene su desayuno preparado.
No. No te levantes. Estás mejor tumbado.
¿No te comes la ensaimada?
Ahora me dejarás venir de vez en cuando
para arreglarte todo este desastre.
En una casa es necesaria una mujer.
Ahora mismo te voy a arreglar esa habitación.
De ahí sale un olor que tumba.
No, no, no... No es el olor de una cañería.
Ya verás. Ahora mismo te arreglo la habitación, la limpio
y que entre el aire.
Es que si no vas a coger una infección.
Bueno, majo, allá tú. Encima...
¿Sospechar?
¿Sospechar qué?
Perdona, Marcos. Pero tengo que irme.
¡Caray, llevo aquí más de una hora!
No sé qué historia le voy a contar al Agustín.
Es que hoy tenemos mucho trabajo en el bar, como es domingo...
Pues claro, ya se sabe.
¡Mañana!
Sí, sí. Mañana.
Mañana vendré y arreglaré toda la casa.
Es que llevo la ropa de los domingos y podría mancharme.
Mañana volveré y...
Sí, sí. Lo comprendo.
Hasta luego, Marcos.
¿Vendrás a comer, verdad?
Hoy tenemos una paella riquísima.
¡¡Marcos!!
¿Qué le pasa? -Tiene la patita rota.
-Pobre.
-¿Qué podríamos hacer? -Se podría avisar a alguien.
Lo mejor es llamar a un veterinario, ¿no?
-Eso sería estupendo, pero... -A saber si querrán venir.
"Luis ha centrado.
Tito lo envió a córner. Es el primer córner.
Se cumplen cinco minutos".
"No ha podido aprovechar el envío, porque José Luis...
el defensa izquierdo canario envió fuera, como vieron".
"El rebote estuvo a punto de ir a parar a su bota.
El rebote del tiro de Filiberto.
Y Luis, que estaba en punta, no ha podido aprovechar el envío.
Porque José Luis envió fuera.
"Ha introducido el balón en su propia puerta.
Es el segundo gol que marca en la Liga Ugarte.
El extremo derecho".
Arrebato (Iván Zulueta, 1979)
Ya en democracia, Poncela protagonizó la película de mayor culto de la historia del cine español. Arrebato, de Iván Zuleta, es una cima de la vanguardia en la que Poncela interpreta a un cineasta de películas de serie B fascinado por el cine y enganchado a la heroína. Poco a poco el cine acaba revelándose en la auténtica droga en una cinta que parece un viaje a un agujero negro resumida en una frase de su personaje: "No es a mí a quien le gusta el cine, sino el cine al que le gusto yo".
Los gozos y las sombras (Rafael Moreno Alba, 1982)
En la época en la que TVE abordó lujosas producciones basadas en clásicos de la literatura, Poncela participó en Los gozos y las sombras, adaptación de Gonzalo Torrente Ballester que recrea un ficticio pueblo gallego antes del estallido de la Guerra Civil.
Eusebio Poncela como Carlos Deza en 'Los gozos y las sombras'. RTVE
Poncela encarno a Carlos Deza, última generación de una familia terrateniente que regresa a su pueblo natal tras estudiar psiquiatría en Viena. Envuelto entre en un triángulo amoroso con Clara Aldán (Charo López) y fue, quizás, en personaje más querido de la serie.
La ley del deseo (Pedro Almodóvar, 1987)
Pedro Almodóvar trabajó con Poncela en Matador (1985), pero su película clave con el actor es La ley del deseo, donde le otorgó el papel de su alter ego: un cineasta que, durante el tórrido verano madrileño, se debate entre la relación con dos hombres (carnal con Antonio Banderas y más ideal con Micky Molina).
La ley del deseo es la obra clave de Almodóvar para convertirse en un cineasta independiente y plenamente libre y, tras distanciarse de Poncela, el cineasta retomó de algún modo la relación con el actor través de la ficción en Dolor y Gloria, donde su nuevo alter ego (Antonio Banderas) restañaba heridas del pasado con su antiguo actor (Asier Etxeandia), que habitaba una casa en la sierra madrileña como en la que hoy ha fallecido Poncela.
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Transcripción completa
Tú no tienes la culpa de no estar enamorado de mí.
Y yo tampoco tengo la culpa de estar enamorado de ti.
-Eres lo único que tengo.
-¿Es verdad que tu hermana es transexual?
-¿No serás un yonqui? -¿Qué es un yonqui?
-¡Nada, cotilla!
-¿Qué es un yonqui? -Un deportista.
-No te ensañes conmigo, Pablo. Soy muy vulnerable y muy imperfecta.
-Yo no te he prometido nada.
Y ya te advertí que no te fiaras de mí.
-Vamos dejar de fingir, no estás con la prensa.
Tú me quieres, lo noto,
pero te gusta hacerte pasar por un frívolo.
-Soy un frívolo.
Los recuerdos son lo único que me queda.
Pues sí, porque bueno,
es una película "almodovariana" de los pies a la cabeza,
o sea, que en ese sentido había una continuidad
con lo que había hecho antes,
pero sí que resultó muy manifiesto el camino hacia la madurezde Almodóvar
-Es una película romántica, básicamente romántica. Sí, sí.
Es una gran, gran, historia de amor.
-Las primeras películas,
"Pepi, Luci, Bom" y "Laberinto de pasiones",
de repente supusieron una ruptura radical en el cine español,
porque entró el espíritu de la contracultura,
sobre el telón de fondo de "La movida"
y fue algo que no habíamos visto.
Pero a partir de "Entre tinieblas",
hay algo muy interesante que es cómo el melodrama
empieza a infiltrarse en el discurso de Almodóvar
y está presente también en una película como "Matador",
pero de repente aquí en "La ley del deseo",
que es una película que continúa con algunos de los temas;
la idea de la relación entre el amor y la muerte,
estos amores de pasión, absolutamente desbocados,
de repente aquí el tono de melodrama es el que dominaba, ¿no?,
a pesar de que hay personajes mucho más relacionados con la comedia
dentro de la trama principal.
-Te quiero más que a mi vida.
-Me temo que sí, que va a ser una película polémica y provocadora,
pero justamente por la naturalidad y la sinceridad que hay
dentro de toda la película.
En su cine, digamos que la homosexualidad,
no se plantea como problema,
sino que es una parte más de la identidad muy compleja
de cada uno de sus personajes.
El personaje de Tina, el personaje de Carmen Maura,
mujer hecha a sí misma, o sea, transexual.
También tiene que ver con lo de ocultarse
y descubrirse al mismo tiempo.
Tina tiene esa doble condición de que en ella se mezcla un poco
las luces y las sombras, o sea, lo dramático y lo cómico
y es un personaje tan luminoso como lleno también de aristas.
Sí, para empezar la imagen más perdurable de esta película,
que es el momento este de la manguera.
-¡Vamos, riégueme, no se corte! ¡Riégueme!
-Es un momento de noche madrileña urbana, absolutamente mágica.
Hay un momento subterráneo que recorre todo el cine de Almodóvar
que es la idea de una sexualidad libre,
de una sexualidad transgresora,
pero que, en cierta manera es depredada por una figura de poder.
Esto aparece en "Pepi, Luci, Bom"
y es también uno de los temas de "La mala educación"
y aparece aquí en el momento...
que para mí es de los momentos "almodovarianos"
más complejos de todo su cine,
y es el momento en que Tina habla de su pasado familiar, ¿no?
Esa especie de monólogo flashback
que me parece una de las cosas más valientes de la película.
-Al principio yo era chico.
Al poco tiempo de llegar a Marruecos con papá, me cambié de sexo.
es la tercera colaboración con Pedro Almodóvar,
pero probablemente, este personaje y el Ricky de "Átame",
son los personajes realmente con más capas y más ricos
de los que hizo Banderas con Almodóvar.
Y nació también a raíz de otra ley que era la "Ley Miró"
que se promulgó en el año 83.
Y bueno, Almodóvar así pudo coger las riendas de su carrera.
Yo creo que Almodóvar siempre ha sido de alguna manera libre y salvaje,
a pesar de contar con otros productores,
pero aquí de repente pudo llevar el timón.
Y la gran fortuna que tuvo esta película también
en el circuito internacional,
le permitió consolidar su carrera.
Martin (Hache) (Adolfo Aristarain, 1997)
Tras instalarse en Argentina a finales de los 80, Poncela conoció al director Adolfo Aristarain, que escribió otra de las cimas del actor. Poncela interpretaba en Martin (Hache) a Dante, un hombre bisexual, con una particular filosofía hedonista, que esparcía en diálogos mil veces repetidos por los espectadores. Sirva como ejemplo: “Me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve que vale la pena conocer, poseer, dominar, admirar… La mente, Hache, yo hago el amor con las mentes, ¡hay que follarse a las mentes!".
Intacto (Juan Carlos Fresnadillo, 2001)
A comienzos de siglo, participó en el original thriller con el que debutó Juan Carlos Fresnadillo. Poncela daba vida a un hombre que busca entre la gente corriente el don de la buena suerte y que encuentra en Leonardo Sbaraglia la herramienta para su plan de venganza. Poncela pudo compartir escenas, y aguantar plano de igual a igual, con toda una leyenda del cine como Max Von Sydow.
Eusebio Poncela en 'Martin (Hache)'.
Isabel/ El ministerio del Tiempo/ Carlos I, emperador
Poncela encadenó el mismo personaje histórico en tres series creadas por Javier Olivares: el cardenal Cisneros. Interpretó al regente de Castilla durante una temporada entera de Isabel y la muerte de su personaje conecta con el inició de su continuación: Carlos I, emperador.
Posteriormente, Olivares aprovechó al actor en su fantasía histórica de funcionarios encargados de enmendar entuertos de la historia de España en el cuarto capítulo de su primera temporada, en la que los viajeros del tiempo de desplazaban a 1491.