Dos testigos recuerdan la angustiosa tarde de la dana: "Llevo a cuestas una vida, no me quiero imaginar 230"
- "No llegué a tocar el suelo, el agua me succionó debajo del coche", cuenta Patricia, una de las víctimas
- Las dos mujeres, que sufren secuelas físicas, han testificado este jueves ante la jueza de Catarroja
Verónica Vicent y Patricia Sánchez aún sufren a día de hoy las secuelas de lo que vivieron la tarde de la dana, tanto físicas como emocionales. "Llevo a cuestas una vida, no me quiero imaginar 230", dice la primera, vecina de Benetúser, a las puertas de la Ciudad de la Justicia de Valencia al recordar la niña a la que intentó salvar el 29 de octubre. A Patricia también le cuesta revivir los angustiosos momentos que pasó atrapada en el agua y debajo de un coche. "Por mí misma no habría hablado nunca", reconoce. Pero ha declarado este jueves ante la jueza de Catarroja que investiga la gestión del temporal para que otros afectados den el paso: "Hay muchos responsables y tienen que pagar por esto".
Patricia, que vivía en un bajo en Sedaví, recibió el aviso de los servicios de emergencia sobre las intensas lluvias, pero no se alarmó porque en su localidad "no había caído una gota". Pero, alertada por su cuñada desde L'Alcúdia, decidió llevar a su hija Adriana a la vivienda de sus padres, en un quinto piso. Las inundaciones le sorprendieron en el camino de regreso.
El agua comenzó a crecer y ella, al intentar cruzar una calle, se vio arrastrada por el agua. Consiguió subirse al capó de una furgoneta, desde donde los vecinos trataron de ayudar lanzándole cuerdas, sin éxito por la diferencia de altura. Tratando de apoyarse entre dos coches, Patricia se cayó. "No llegué a tocar el suelo, el agua me succionó debajo del coche y me agarré al motor", explica.
Allí abajo resistió todo lo que pudo: "Pensé que me iba a morir (...) Respiré agua, empecé a convulsionar y lo siguiente que me entró fue aire", recuerda. Ese poco oxígeno le concedió unos breves momentos para abrir los ojos y ver cómo se había hecho como una burbuja de aire debajo del motor. A duras penas, logró salir y decidió acercarse a un parque infantil cercano. "Yo necesitaba salir de la avenida porque era muy grande, llevaba mucho caudal. Bajaban muchos coches. O te ibas a ahogar o te iban a aplastar", explica.
Finalmente, logró refugiarse junto a otro hombre hasta las 4:00 horas, cuando pudo salir por su propio pie y acompañada por su marido. Lo hizo dolorida, con los brazos "desollados" por agarrarse a un árbol y con un profundo corte en la mano que más tarde le llevaría a pasar varias veces por quirófano. "Si no llega a ser por mi cuñada, nos hubiéramos muerto todos", asegura al pensar en su hija de dos años, "yo no la habría soltado y ella no se podría haber agarrado a ningún sitio".
"El tiempo es valioso en una emergencia"
Verónica, por su parte, ha narrado a la jueza cómo, junto a su comunidad de vecinos, trató de rescatar a una familia que regentaba el bar situado en el bajo del edificio. Acudieron alertados por los gritos de auxilio y quitaron los ventanales para tratar de sacarlos uno a uno, ayudándose de una cuerda y una escalera. Primero sacaron a una madre y su hijo, pero, cuando estaban sacando a una niña de 11 años, la soga se rompió.
La pequeña cayó al agua y no fue hallada hasta dos días más tarde en Alfafar, según relata Verónica a los medios, a quienes asegura vivir "con una losa". La testigo señala que tampoco pudieron llamar a emergencias ante el "bloqueo" y el "caos" de la situación.
"Le he dicho –a la jueza– que, como todos, hice lo que pude y saqué a más personas, pero yo me quedo con que no pude sacarlas a todas y eso me pesa", cuenta. Esta vecina de Benetúser lamenta la falta de tiempo, ya que si hubiera tenido al menos una hora más, "hubiera podido determinar sacar la escalera primero, sacar las cuerdas, tenía cinturones y material, y no lo pude hacer porque no tuve un tiempo valioso para esas personas. Y aun la madre me da las gracias", dice, con la voz rota. "El tiempo es valioso en una emergencia", ha añadido.
Asimismo, pide que tanto la ciudadanía como los responsables aprendan de esta tragedia, especialmente si están "a cargo de personas". Preguntada por cómo se encuentra, cuenta que ha sido operada de la cadera, lesión fruto de aquella dura tarde del 29 de octubre. "Antes o después me recuperaré, pero llevo a cuestas una vida. No me quiero imaginar 230", ha señalado.
Un abogado señala el retraso en la alerta: "Ya eran víctimas de la corriente"
El abogado Gonzalo León, que representa a la Asociación de Damnificados Dana Horta Sud de Valencia, ha asegurado que los testimonios de familiares o allegados de víctimas mortales demuestran "una vez más" que cuando se envió la alerta a los móviles el 29-O "ya se habían producido muchas de las muertes y muchas de las lesiones".
En declaraciones a los periodistas, León ha señalado que "todos" los testigos coinciden en que para cuando llegó el aviso de Es-Alert (20:11) "estas personas ya estaban siendo víctimas de la corriente y en algunos casos las víctimas mortales ya se habían producido". Esta afirmación se sostiene en relatos como el del chico cuya novia falleció tras salir ambos del vehículo en la A-3 en Chiva "porque se veían ya ahogados" y se agarraron a los quitamiedos de la carretera, pero la fuerza del agua arrastró a la chica, cuyo cuerpo apareció cuatro días después.
Este hombre ha relatado a la jueza cómo intentó rescatarla hasta que vio que no podía y que su vida también corría peligro, y que después fue carretera arriba y se refugió en un autobús, donde permaneció junto a otras personas hasta la mañana siguiente, cuando las rescataron. Esas personas pudieron coger sus pertenencias y refugiarse en el autobús y, una vez dentro de este vehículo, fue cuando llegó la alerta. Según el letrado, todos exclamaron "a buenas horas llega la alerta".