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'Ateo de uno mismo', un comic autobiográfico heredero del mejor underground

  • Un divertido y salvaje tebeo de Adrián Bago
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'Detalle de la portada de 'Ateo de uno mismo'
'Detalle de la portada de 'Ateo de uno mismo'
Víctor Gómez / Jesús Jiménez

Ateo de uno mismo –una confesión laica de dudosa veracidad en formato popular- (Autsaider Comics), de Adrián Bago, es un cómic que nos recuerda a los mejores tiempos del underground norteamericano o de la revista El Víbora. Un divertido tebeo autobiográfico en el que el autor nos revela sus miedos, inseguridades y sonrojantes experiencias juveniles, incluyendo sus fantasías eróticas con Mariah Carey.

Un cómic sorprendente desde su propio título, sobre el que preguntamos a Adrián: “Llevaba varios cómics para Autsaider con títulos de una sola palabra, y además rebuscada, como Sicofante, Bibelots… por eso me molaba cambiar, con un título que fuera una frase y que todas las palabras tuvieras que buscarlas en el diccionario. Y un día hablaba con mi pareja sobre la inseguridad, el síndrome del impostor… Y de golpe me salió decir que era un 'ateo de mí mismo'. Me hizo gracia y ahí está”

“Lo único que hice fue cambiar el mí mismo original, que me parecía que quedaba un poco redundante, por Ateo de uno mismo, que queda más universal. Espero que se convierta en una religión y tener jugosas exenciones fiscales” (ríe).

Seis viñetas de cómic autobiográfico con escenas en Valencia, reflexiones sobre la cultura y relaciones, incluyendo una crítica social sobre posible manipulación infantil. Tono irónico.

Página de 'Ateo de uno mismo'

Una grapa con varias historias

El cómic sorprende por tener el formato de una grapa, que no es habitual en el cómic europeo actual y contener dos historias principales y otras más cortas, incluyendo las que ha dibujado en las solapas del tebeo.

“Como muchas veces me pasa con mis tebeos, acaban siendo un poco Frankenstein porque muchos surgen del cadáver de uno anterior –nos confiesa el autor-. Después de hacer la primera historia me propuse hacer un tebeo-río mezclando numerosas historias autobiográficas con ficciones. Pero al final no tuve la fuerza para hacerlo”.

“Empecé con esa historia autobiográfica de cuando me fui a un campamento de baloncesto y sobre esa historia, que me parecía que funcionaba guay, me propuse crear otra historia, también de corte autobiográfico, pero añadiendo algo de género. Intenté hacer algo coherente y así acabó surgiendo el formato grapa”.

“En cuanto a la historia –añade-, yo era un chaval muy tímido en el colegio y me apuntaron al baloncesto porque estaba gordo. Lo que me gustaba era comer bollycaos y leer cómics. Empecé jugando con gente de mi edad, de 12 o 13 años, y lo que ocurrió es que, al pasar de curso ya no había gente de mi edad y me pusieron con chavales de 15 o 16 años. Y eso lo noté mucho, porque había un abismo biológico brutal”.

“Y cuando nos llevaron a un torneo a competir con otros chicos –continúa-, esa experiencia me sirve para contar los miedos estos sociales de la infancia, porque yo estaba fuera de lugar en esos entornos con tanta testosterona. Aunque el basket acabó gustándome. No lo juego, porque soy de naturaleza patosa, pero es algo que ya forma parte de mi identidad cultural. Me gusta Proust, me gusta Balzac… pero a veces mola hacer cosas más terrenales”.

“Tengo una anécdota bonita y que yo jugué al baloncesto con Víctor Claver, que es un tío que acabó en la NBA y que ha sido internacional con España muchos años. Pues yo jugué en ese campeonato con él. Una cosa bonica”.

El cómic también es una historia de despertar sexual en la que Adrián nos descubre al mito erótico de su pubertad:  Mariah carey. “De repente, a los 13 años estaba con chavales de 16 que ya tenían un alto conocimiento de las cuestiones sexuales. Y algo se me pegó”.

Viñetas de cómic con un niño obeso, sus fantasías sexuales, una foto de comunión y Mariah Carey en un iglú; textos humorísticos y diálogos acompañan las imágenes.

Página de 'Ateo de uno mismo'

Imágenes inquietantes

En el cómic también hay homenajes al recientemente fallecido David Lynch (y Twin Peaks) y al famoso cuadro La pesadilla, de Johann Heinrich Füssli.

“A mí me gusta mucho escribir sobre lo que he vivido, visto o leído –afirma el dibujante-. Me molan mucho las referencias. Y me parecía muy gracioso que apareciera el agente Cooper en esa imagen bastante onírica, la de la mano colgando. También me ayuda a generar esa esa sospecha, que me parece muy interesante, de hasta qué punto lo que te estoy contando es una historia autobiográfica. Porque esas imágenes hacen que todo el relato se tambalee y ya no sepamos lo que es real y lo que no”.

“Yo no sabía que David Lynch tuviera tantos fans, pero si eso sirve para que la gente se acerque a cómic, encantado –añade-. Me dio mucha pena que muriese”.

Y lo del cuadro, pues es lo mismo, es una referencia que me que me pareció muy jugosa: mi yo infante castigado por ciertos pensamientos y sueños eróticos mientras Freud me analiza. Tengo que confesar que sufro de parálisis del sueño desde crío y cuando tengo momentos de estrés siento esa sensación falsa de que te has despertado y no te puedes mover. No es que me estén sujetando extraterrestres para para inspeccionar mis orificios, sino que es una cuestión de alteración del sueño. Tengo terror a esa sensación de estar despierto y no poderte mover. Y por eso quería reflejarlo en el cómic”.

Escena de cómic en blanco y negro: hombre en traje observa a mujer desnuda e inconsciente en cama.  Estilo caricaturesco, ambiente de tensión.

Imagen de 'Ateo de uno mismo'

Pincel y tinta china

En cuanto a su técnica, Adrián nos comenta que es bastante clásica: “Esta primera historia la he dibujado con pincel y tinta china. Y hay algún retoque con guache y acrílico blanco. No soy muy partidario de corregir cosas en digital, para lo único que suelo usarlo es para maquetar”.

“En cuanto a la segunda historia de la grapa, Los fastidios y los días, juego un poco con eso de Los placeres y los días de Proust, y la he hecho con plumilla –añade-. Y ahí también se nota mi obsesión por la trama, por sacar cierto volumen… Un poco al estilo de Robert Crumb, que para mí es el rey las historias autobiográficas. Sería el equivalente a Jack Kirby en el género de superhéroes”.

“Con ese estilo intento transmitir cierta verdad, por muy vergonzante que sea, que no tiene por qué coincidir con la historia, que eso es otra cosa que me interesa mucho: la veracidad frente a una verdad objetiva que es complicado analizar. Pero bueno, la referencia inmediata siempre es Crumb”.

“Creo que para este tipo de historias le pega ese estilo tan detallado; porque, como te obliga a trabajar mucho, con tanta trama… no solamente recreas esos recuerdos desde la parte de la escritura, sino que, a la hora de dibujar, te ayuda a bucear en esos recuerdos, que a veces son esquivos, porque yo apenas tengo fotos de niño”.

Viñetas de un cómic que relatan anécdotas infantiles del narrador, incluyendo fantasías sexuales, confusión idiomática y prácticas de higiene.

Página de 'Ateo de uno mismo'

Un breve “Interludio Artificial”

Destacar esa breve historia que es como un interludio entre las dos más largas y que está protagonizada por un tipógrafo que ve peligrar su trabajo por culpa de la tecnología.

“Esta historia me la encargaron de la Biblioteca de Murcia, que hace una revista de cómics –nos explica Adrián-. Me pidieron dos páginas sobre las inteligencias artificiales y me salió esto, algo 100% ficción con un concepto un poco alegórico, que me sirve para separar dos historias que son profundamente autobiográficas”.

“Respecto a lo de las inteligencias artificiales –añade-, yo, como trabajador gráfico, estoy completamente en contra. Como lo que ha pasado con el proyecto de Decreto Ley del Ministerio de Cultura. Creo que al final es lo de siempre, que no se piensa en los trabajadores. A veces me pongo muy apocalíptico, pero la putada es que, en general, la historia te suele dar la razón cuando piensas mal”.

“No sé cómo va a ser de dañina la Inteligencia Artificial, pero ya hemos visto muchos ejemplos de editoriales que la usan para hacer portadas o las ilustraciones que acompañan a los textos de cualquier revista. Incluso hemos visto ayuntamientos, que eran clientes que pagaban bien, que la están usado para hacer carteles de fiestas que antes realizaban ilustradores. El de ilustrador ya era un trabajo precario y ahora va a ser pura supervivencia”.

“Y luego está la parte estética –continúa Adrián-, porque nos están inundando de imágenes ultra genéricas y sin personalidad. Hay muchos carteles con imágenes espantosas, relamidas, sin ningún tipo de gracia. Y lo que a mí me genera ya un verdadero pavor es ver a peña que dice: “Ha quedado muy bien, es muy bonita”.

“No es por parecer conspiranóico –añade-, pero por parte del capitalismo ha habido un afán, de unos años a ahora, por proponer una imagen gráfica en la que la mano humana se diluya. Nos han bombardeado con imágenes muy limpias, muy claras… lo que llamaban el estilo corporativo y toda esa mierda. Y ahora nos sustituyen a los dibujantes y ya no hay tanta diferencia, porque lo que se venía haciendo de un tiempo hasta ahora ya tenía ese componente, no humano, por así decirlo”.

“El mercado de la ilustración y el cómic es un poco como Jurassic Park: ‘La vida siempre se abre camino’ y en general es para jodernos”.

Ilustración de portada de cómic: hombre asustado ante una puerta misteriosa con un gato a sus pies.  Bocadillo de diálogo expresa duda e incertidumbre.

Portada de 'Ateo de uno mismo'