La larga espera a bordo del Bibby Stockholm
- El "barco-cárcel" se ha convertido en uno de los símbolos más controvertidos de la política migratoria británica
- Más de 400 personas migrantes viven hacinados en el barco, de apenas 100 metros de eslora
La vida de Sadiq* cambió el pasado mes de febrero. “El 23, en el aeropuerto de Heathrow, en Londres”, nos precisa. Aquel día, el estudiante pakistaní, de 26 años, pidió asilo político en el Reino Unido. Sadiq tenía visado de estudiante, había llegado el año anterior en la capital británica para cursar un Máster de logística en la Universidad de Greenwich.
Durante sus primeros meses como estudiante, se involucró en una asociación para denunciar las violencias y las desapariciones en su región pakistaní de origen, el Baluchistán. Su activismo político estuvo a punto de costarle la vida. "Cuando volví de vacaciones a Pakistán, vinieron a por mí. Por suerte, no estaba en casa y me salvé."
“Mi objetivo era graduarme aquí y volver a mi país, pero era demasiado arriesgado” explica Sadiq a Radio Nacional: "se trastocaron todos mis planes: mi vida, mis estudios. Yo era estudiante, no imaginaba que existieran estas cosas, todavía no me creo lo que me está pasando." El joven pakistaní lleva un mes y medio a bordo del Bibby Stockholm, una barcaza de casi 100 metros de eslora habilitada el año pasado por el gobierno conservador británico para albergar a solicitantes de asilo.
Las organizaciones humanitarias denuncian un “barco-cárcel”, una “prisión-flotante” dónde no se respetan los derechos de los migrantes. Sadiq comparte la definición: “aquí me siento como en una cárcel. Vivo con otras tres personas que no conozco en una habitación muy pequeña. No puedo salir cuando quiero, tenemos controles todo el tiempo.”
Las manos de Sadiq, quien ha decidido mantener el anonimato, durante una entrevista para RNE GUILLAUME BONTOUX
"Estamos completamente aislados"
El Bibby Stockholm lleva casi un año atracado en el puerto de Portland, en el suroeste de Inglaterra. Hasta la llegada del “barco-cárcel”, la zona era famosa en el Reino Unido por albergar las competiciones de vela en los Juegos Olímpicos de Londres en 2012. Los anillos olímpicos lucen todavía en lo alto de la colina que domina la isla de Portland. Desde ahí se vislumbra también la geométrica y gris silueta del Bibby Stockholm. Imposible verlo desde más cerca: el acceso al puerto está prohibido al público. “Estamos completamente aislados, no tenemos contacto con el exterior” se lamenta Sadiq. Leonard, un solicitante de asilo albanés de 27 años, no soportó esta situación: en diciembre se quitó la vida a bordo del barco.
Más de 400 personas viven ahora mismo en el Bibby Stockholm. “Tienen entre 19 y más 60 años. Vienen de todo el mundo: África, Sudamérica, América Central, tenemos también ciudadanos de Rusia, de China, de Singapur” detalla la voluntaria en el grupo Portland Global Friendship, Lucy Hardwicke. “Algunos llegaron con visados de estudiantes, otros cruzando por el Canal de la Mancha. Entre ellos hay doctores, dentistas, electricistas…” nos cuenta Lucy. Todos tuvieron que dejar de lado sus profesiones -o sus estudios, en el caso de Sadiq: a la espera de que se resuelva sus peticiones, no tienen derecho a trabajar o a estudiar en suelo británico. El estado les proporciona un alojamiento -en hoteles, en antiguas bases militares o… en el Bibby Stockholm-, también comida y 8 libras -unos diez euros- a la semana.
La voluntaria en el grupo Portland Global Friendship, Lucy Hardwicke, durante una merienda con personas migrantes GUILLAUME BONTOUX
“No me quejo” dice Usman, otro solicitante de asilo pakistaní. Perseguido en su país por formar parte de la minoría religiosa hindú, se considera un afortunado: “estoy aquí, vivo y con buena salud.” A Usman le gustaría “sentirse útil”: “podríamos hacer cosas, ayudar a la comunidad local. En vez de eso estamos encerrados todo el día, mirando el móvil, sin poder hacer nada.” Cada semana, los voluntarios del grupo Portland Global Friendship organizan actividades para los migrantes del Bibby Stockholm. Clases de inglés, juego de mesa, o simplemente una merienda… “Es un momento importante para ellos, salen del barco, intercambian con la gente de aquí. También es importante para los habitantes de la comunidad” nos explica Lucy.
"El miedo a los inmigrantes fue alimentado por la extrema derecha"
Portland y sus 13.000 habitantes no llevaron muy bien la llegada del “barco-cárcel” el año pasado. “Fue una conmoción, nadie nos había avisado” recuerda la alcaldesa de Portland en 2023, Carralyn Parkes. “La negociación se llevó a cabo con secretismo entre el Ministerio de Interior y las autoridades del puerto. No nos involucraron, todo el mundo nos preguntaba que pasaba y no teníamos información.” Hubo protestas contra la llegada de los solicitantes de asilo, campañas en las redes sociales… “El miedo fue alimentado por grupos de extrema derecha, se dijeron cosas horribles, de que iban a violar las mujeres de Portland, de que las calles ya no serían seguras, de que irían a robar en las casas” cuenta la exalcaldesa antes de rematar: “Nada de eso ha ocurrido.”
Las exalcaldesa de Portland, Carralyn Parkes, durante una entrevista para RNE frente al puerto de la ciudad GUILLAUME BONTOUX
“La percepción de los habitantes ha cambiado” asegura Lucy, del grupo Portland Global Friendship. “Con el tiempo el miedo se ha apaciguado, aunque de vez en cuando sigue habiendo brotes racistas.” En las calles de la pequeña localidad costera, algunos siguen desconfiando. Graham, de 67 años, redondea su pensión con algunas carreras de taxi, pero no piensa “coger a esta gente”: “Nunca me lo pidieron, pero no lo haría” nos explica, porque los considera “unos aprovechados, que vienen aquí a disfrutar de una vida de lujo, con alojamiento y comida gratis.”
En las próximas elecciones el 4 de julio, Graham piensa votar a “Reform UK”, el partido ultra liderado por Nigel Farage. Los conservadores perdieron sus favores, a pesar de la implementación del controvertido mecanismo de deportación de migrantes irregulares a Ruanda -un plan que no ha empezado a funcionar- y de medidas muy restrictivas para la migración legal. Graham está de acuerdo con sus promesas y su retórica anti-migratoria, pero no perdona al gobierno de Rishi Sunak haber llevado el Bibby Stockholm a su ciudad. Tema destacado en los debates previos a los comicios, la inmigración se ha convertido en uno de los principales motivos de preocupación de los británicos.
La inmigración, parte de las tensiones políticas en Reino Unido
A pesar de solo representar el 10% de la migración al Reino Unido en 2023, los solicitantes de asilo cristalizaron gran parte de las tensiones. El atasco de las solicitudes -cerca de 130.000 hombres, mujeres y niños esperaban a finales del año pasado una respuesta- y su coste -5.000 millones de euros en 2023- tienen mucho que ver.
En el barco, Sadiq, Usman y sus compañeros viven alejados de la batalla política. “Están apartados, realmente no están pendientes de lo que pueda pasar, bastante tienen con su vida diaria” apunta Lucy Hardwicke. “Sé que hay elecciones, pero no sé quiénes son los candidatos ni que piensan de nosotros” reconoce Ramón, un colombiano de 31 años que huyo de Cali después de dos intentos de asesinato.
Tampoco lo sabe Sadiq, aunque el joven pakistaní tiene claro lo que pediría al próximo gobierno: “humanidad.” “Se supone que estamos en uno de los mejores países del mundo, que nos garantiza los derechos humanos” nos dice: “No es verdad. Ahora mismo, no nos tratan como si fuéramos seres humanos pidiendo protección.”
*Todos los nombres de los migrantes entrevistados en este reportaje han sido modificados, con la excepción de Usman, que pidió mantener el suyo.