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Fumar altera nuestro sistema inmunológico incluso años después de dejarlo

  • El estudio analiza el impacto de 136 factores ambientales en el sistema inmune de mil personas voluntarias
  • El tabaco puede aumentar el riesgo de contraer enfermedades autoinmunes, alergias o cáncer a largo plazo

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Fumar es el factor que más altera nuestro sistema inmunológico, incluso años después de dejarlo
Un grupo de personas fumando en la entrada de un edificio. GETTY

El tabaquismo altera el sistema inmunitario de las personas y puede persistir durante bastante tiempo tras haberlo dejado. Esto no solo puede aumentar la predisposición a desarrollar enfermedades, sino que también puede agravar cualquier padecimiento crónico. Es decir, el fumador o exfumador experimentará más síntomas y complicaciones, además de los efectos cancerígenos asociados a fumar.

Un equipo internacional de expertos ha investigado qué factores ambientales externos alteran nuestras defensas. El estudio, publicado en la revista Nature, continúa con el debate abierto en los años 90 por la investigadora Polly Matzinger, quien describió las labores de control y protección interna del cuerpo humano realizadas por el sistema inmunológico.

Los investigadores, liderados por el Instituto Pasteur de Francia, han analizado el impacto de 136 factores ambientales en el sistema inmune de 1.000 personas voluntarias entre los 20 y 70 años con un buen estado de salud. Se recogieron muestras de sangre expuestas a esos patógenos de 200 personas por cada década, de las cuales la mitad eran mujeres y la mitad hombres. 

Los científicos se fijaron concretamente en la cantidad de citocinas (un tipo de proteínas cruciales para controlar la actividad de las células del sistema inmunitario) que segregan las personas para poder defenderse de los patógenos y coordinar la respuesta inmunológica. La conclusión fue clara: el tabaquismo fue el que más influyó en la respuesta inmunitaria de todos los factores estudiados.

Una de las autoras, Violaine Saint-André, ha explicado en una rueda de prensa que fumar puede alterar las defensas de dos formas. Por un lado, afecta a la inmunidad "innata o natural", la capacidad congénita del cuerpo para destruir cualquier microorganismo potencialmente dañino, y también modifica la inmunidad "adaptativa" que produce anticuerpos específicos (linfocitos) frente a cada amenaza.

El cuerpo tiene "memoria" de haber fumado 

Mientras la alteración de la inmunidad innata es "transitoria", y se va perdiendo tras de dejar de fumar, los daños en la "adaptativa" persisten. Además, la cantidad de citocinas liberadas en una infección u otro problema de salud puede variar hasta 10 o 15 años después de abandonar el tabaco. Los científicos también han observado una correlación entre los años que una persona ha estado fumando y la cantidad de cigarrillos fumados con la persistencia del daño en la "inmunidad adaptativa". 

"Esto indica que el sistema inmunitario posee memoria de haber fumado de forma persistente, lo que tiene una importante implicación para las personas fumadoras", ha señalado la catedrática de Inmunología de la Universidad española de Vigo, África González-Fernández, a la plataforma Science Media Centre (SMC).

El presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), Marcos López Hoyos, ha destacado también que el estudio puede "ayudar a explicar las alteraciones en la respuesta inmunitaria de personas mayores de 60 años y que presentan una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)". En estos se suele observar una baja concentración de anticuerpos.

El tabaquismo se une a otras variables asociadas con la variación en la secreción de citocinas como la edad, el sexo, la genética, el índice de masa corporal o la infección por citomegalovirus (un tipo de herpes).

Aumento del riesgo de contraer enfermedades  

Las alteraciones que fumar provoca en las defensas pueden traducirse a largo plazo en un aumento del riesgo de contraer enfermedades autoinmunes, alergias o cáncer, apunta otro de los autores del estudio, Darragh Duffy.

"A corto plazo, una persona que fume sufrirá un empeoramiento de cualquier enfermedad que implique inflamación respecto a una que no fume ni haya fumado. Los síntomas serán más persistentes y habrá más posibilidad de complicaciones y cronificación de la dolencia", añade.

Los autores sí que han subrayado la falta de diversidad genética de los individuos estudiados como uno de los elementos limitantes del estudio, dejando de lado otros datos sobre los efectos de la exposición al tabaco en el resto del cuerpo.

Sin embargo, sí que recalcan que los resultados "ayudarán a comprender mejor los factores que subyacen al riesgo de contraer infecciones y otras enfermedades relacionadas con el sistema inmunitario, como el cáncer".

Por último, los autores insisten en que "nunca es buen momento de empezar a fumar y el momento de parar es ahora".