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Laia Costa: "Es muy difícil explicar y comprender tu propio deseo"

  • La actriz protagoniza Un amor, la película de Isabel Coixet basada en la novela de Sara Mesa
  • Participada por RTVE en la producción, se estrena el 10 de noviembre en cines

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Laia Costa en 'Un amor'.
Laia Costa en 'Un amor'.

En un mensaje de whatsapp, Isabel Coixet avisó hace tres años a Laia Costa de que estaba comprando los derechos de la novela de Sara Mesa Un amor. Necesitaba asegurar que la actriz se sumaba al proyecto. Sin ella, pensaba Coixet, no había Nat, la protagonista que la novelista define como 'el personaje más odiado de la literatura reciente'.

A Nat se le podría sumar en realidad cualquier adjetivo porque la intención primero de Mesa y después de Coixet es registrar la ambigüedad. Nat, una traductora precaria que se instala en un pueblo perdido, donde aceptará una cruda propuesta sexual de su vecino Andreas (Hovik Keuchkerian): acostarse con él a cambio de arreglar el techo de su vivienda. Nat descubre los límites de su deseo mientras vive un clima de absoluta hostilidad del entorno.

Laia Costa no dudó. A comienzos de este año recibió el Goya a la mejor actriz por Cinco lobitos, justo antes de comenzar el rodaje de Un amor. La gala se celebraba en Sevilla, donde precisamente vive Sara Mesa, y Costa aprovecho para tomarse un café con ella. “Ella es una genia y además es muy luminosa”, recuerda.

'Un amor', estreno 10 de noviembre

Costa estaba ya obsesionada con la construcción de Nat. Uno de los cambios respecto a la película es su profesión, traductora en una oficina de mediación para refugiados, y acostumbrada por tanto a testimonios devastadores. Para investigar, Costa se reunió con Nathan Bertelsen, profesor de medicina en la Universidad de Minesota especialista en la resilencia de la migración forzada. “Me contó que personas como Nat, que están en contacto con las historias humanas más crueles como crímenes de guerra o tortura, tienen diagnósticos clínicos de salud mental muy chungos: burnout, depresión, anestesia emocional”, enumera.

Dice que esa información le ayudo a comprender el ‘trueque’ entre Nat y Andreas. Se lo contó a Sara Mesa aquel día en Sevilla. “¿Sabes que no es la primera vez que me dicen que un personaje mío es un perfil clínico claro?”, le dijo la novelista. “Pensé –dice Costa-: qué capacidad la de esta mujer para llegar a algo que la ciencia puede explicar: que va a aceptar el trueque por su profesión”.

Como Nat, la novela, Sara Mesa y ahora Isabel Coixet y Laia Costa se someten al juicio. “Es muy curioso, hay una cosa como de culpabilizar a la víctima, como de juzgarla. ¿Y por qué no tratar de ponerse en los zapatos del otro? Cuesta mucho empatizar hoy en día”.

Las contradicciones del deseo

Costa pidió añadir más escenas sexuales, ya que entendía que el centro de la historia era deseo. Coixet lo aceptó de inmediato. “Las dinámicas del deseo son brutales en esta película. Hay cierto deseo masculino y femenino que está aceptado social y culturalmente, pero las contradicciones surgen cuando no puedes hablar de tu deseo porque van a juzgarte, a poner etiquetas y a decir cosas feas de ti”, explica. “Celebro que haya cine y libros que se planteen cuestiones para las que no tienen respuestas. Porque esa es la contradicción: Es muy difícil explicar y comprender tu propio deseo. ¿Quién lo conoce al 100%?”.

Dice Coixet que probablemente sea su película con más personajes negativos porque el mundo es un lugar hostil. Costa coincide: “A Reed Brody, que es la pareja de Isabel y un abogado internacional especialista en derechos humanos (apodado “el cazadictadores”), le pregunté si la humanidad era buena o mala. Y salí muy triste de aquella conversación porque, globalmente, el mundo es un lugar hostil”.

La riqueza de la ambigüedad de Un amor atraviesa paradigmas económicos, familiares y de género. Cuando en el pasado Festival de San Sebastián, los actores volvieron a ver la película por segunda vez, volvieron a comprobarlo. “Los mismos actores que hemos leído el guion, hemos interpretado la película y ya la habíamos visto, empezamos a hablar de ella como si fuera la primera vez. Ese es el poder del arte. ¿Cómo no voy a estar orgullosa de formar parte de este proyecto?