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Análisis

Hamás y el factor sorpresa de una ofensiva contra Israel sin precedentes

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Soldados israelíes frente a una comisaria derrumbada
Soldados israelíes frente a una comisaria derrumbada tras los ataques de las milicias palestinas.

Es la primera vez que Hamás lanza un ataque tan coordinado y sofisticado contra Israel. Hasta ahora, los grupos armados de la Franja de Gaza habían sido capaces de lanzar un número de cohetes y misiles incluso superior, pero nunca lo habían combinado con una operación por tierra, mar y aire. Y para hacerlo, Hamás ha calculado el momento en el que Israel había bajado la guardia. No sólo su inteligencia no ha sido capaz de detectar lo que el brazo armado de Hamás debe de llevar meses preparando, sino que su mayor e imprescindible aliado, Estados Unidos, también estaba confiado. Una semana antes, su consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, declaraba: “La región de Oriente Medio está más calmada ahora que hace dos décadas”. ¿Falta de visión o de interés?

Desde hace meses, la tensión iba en aumento, con continuas redadas en la ocupada Cisjordania, un aumento de la violencia y un goteo constante de ataques que no encontraban apenas lugar en los medios de comunicación. En Occidente, la guerra de Ucrania lleva un año y medio eclipsando otros conflictos del mundo. Las negociaciones para que Israel y Arabia Saudí retomaran sus lazos diplomáticos preocupaban más que un conflicto sustentado en la ocupación militar (y civil, algo que prohíben las Convenciones de Ginebra) más larga de nuestra era. Con su múltiple y calculada ofensiva, Hamás no sólo ha iniciado la guerra: ha vuelto a poner el conflicto israelo-palestino en la agenda mundial.

Por primera vez, al menos durante unas horas, en un enfrentamiento armado entre Gaza e Israel, hay más víctimas israelíes que palestinas, un balance que, sin duda, se acabará invirtiendo. El primer ministro Netanyahu ha declarado la guerra y ha prometido venganza. Ya la está cumpliendo. Muchos residentes de la Franja palestina han recibido avisos en árabe del ejército israelí para que abandonen sus casas y se pongan a salvo. La pregunta es dónde, porque no hay ningún lugar seguro en Gaza. Desde allí llegan vídeos de múltiples bombardeos que están reduciendo a escombros torres de edificios, incluidos algunos desde los que la prensa extranjera ha trabajado para contar este conflicto.

Víctimas civiles a ambos lados

Cada vez que Israel pone en marcha una operación terrestre contra la Franja de Gaza, el número de víctimas civiles se dispara. La clave nos la daba, en una entrevista, un soldado israelí arrepentido que había participado en la guerra de 2014 y la organización israelí Breaking the Silence, que aboga por poner fin a la ocupación: la artillería utiliza armamento poco preciso, que puede desviarse de su objetivo cientos de metros, lo que, en una zona superpoblada como la Franja de Gaza, donde dos millones de personas viven encerradas en 365 km2, conlleva la muerte de civiles.

Las dos operaciones militares israelíes que cubrimos desde TVE mientras fui corresponsal en Oriente Medio (en noviembre de 2012 y verano de 2014) tenían un elemento común: después de una espiral de violencia, el ejército israelí había cometido, desde el aire, el asesinato selectivo de algún miembro de Hamás o de su brazo armado, a sabiendas de que eso desencadenaría un lanzamiento masivo de cohetes por parte de las milicias palestinas. Para entonces, Israel ya tenía preparada una calculada “represalia”, como sus propios líderes la llaman. La de 2012 apenas duró ocho días y causó unos 200 muertos. La operación de 2014, que cubrimos durante los 50 días que se prolongó, fue la más sangrienta hasta ahora: causó más de 2.200 muertos; la mayoría de ellos eran civiles. En el bando israelí, las víctimas mortales no llegaron al centenar y la mayoría eran soldados.

Durante esa cobertura, muchos periodistas y reporteros fuimos testigos de actos que se podrían considerar crímenes de guerra. Las milicias palestinas disparaban cohetes y misiles de forma indiscriminada hacia Israel, y el ejército israelí lanzó múltiples ataques, no sólo contra objetivos militares, sino también contra ambulancias, hospitales y escuelas de la UNRWA (en las que se refugiaban los civiles), como pudimos comprobar en nuestras crónicas sobre el terreno. Las secuelas de aquella guerra en la población palestina quedaron reflejadas en el documental “Atrapados en Gaza”, que hicimos para En Portada meses después. La protagonista: una menor que vio morir a su padre en un ataque israelí a una escuela de la ONU.

Algunas organizaciones sin ánimo de lucro han documentado, con el uso de las nuevas tecnologías y la información de fuentes abiertas, algunos ataques lanzados contra objetivos civiles, como nos contaba Forensic Architecture, con base en Londres, en el documental que hicimos desde En Portada “Guerra a la mentira”, en colaboración con el Lab de RTVE.

Un conflicto enquistado durante décadas

En la escalada actual, ya hay víctimas civiles en los dos lados. Y, por el tipo de ataque sin precedentes, el desarrollo de los acontecimientos -con toma de rehenes e incursiones palestinas en el sur de Israel-, el contexto político -con el Gobierno israelí más extremista de la Historia y una sociedad palestina harta de la ocupación y de su liderazgo-, todo apunta a que el enfrentamiento armado podría prolongarse en el tiempo, lo que supondrá un mayor derramamiento de sangre.

Israel ha cortado la entrada de suministros, incluido el de la electricidad, a la Franja de Gaza, sometida a su bloqueo desde hace 16 años, sin agua potable y con cortes diarios de luz. Por redes sociales se ha visto la entrada de ambulancias desde Egipto para asistir a las víctimas, algo que no vimos en las anteriores ofensivas militares.

Una vez más, la violencia pone el foco en un conflicto enquistado que lleva décadas esperando una resolución. La llamada “solución de dos Estados”, prometida desde la creación del Estado de Israel, parece cada vez más lejos de convertirse en una realidad. En ningún caso llegará sin la voluntad e implicación de la comunidad internacional.

Yolanda Álvarez fue corresponsal de TVE en Oriente Medio y, actualmente, es corresponsal en Asia-Pacífico