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Emmerson Mnangagwa, el "cocodrilo", reelegido presidente de Zimbabue entre acusaciones de fraude de la oposición

  • El opositor Nelson Chamisa se ha negado a reconocer el resultado de las elecciones
  • La misión observadora del proceso dice que no se cumplieron algunos requisitos constitucionales

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El presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, tras ser reelegido
El presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa

El presidente de Zimbabue, Emmerson Mnangagwa, conocido popularmente en el país como el "cocodrilo", ha sido declarado vencedor de las elecciones generales celebradas los pasados 23 y 24 de agosto con un 52,6 % de los votos, ha anunciado la Comisión Electoral de Zimbabue (ZEC).

Mnangagwa, de 80 años, ha obtenido 2.350.711 votos a su favor mientras que Nelson Chamisa, candidato del principal partido opositor, la Coalición de Ciudadanos por el Cambio (CCC), ha quedado segundo con 1.967.343 votos, un 44 % de los sufragios. Chamisa se ha negado a reconocer el resultado y su principal asesor electoral, Charles Kwaramba, considera que han sido "unas elecciones fraudulentas".

Se trata de la segunda victoria del presidente con polémica, después de que hace cinco años el resultado fuera recurrido ante la justicia por la oposición, también por presunto fraude, pero que acabó siendo avalada por el Tribunal Constitucional del país.

La oposición duda si denunciar ante la justicia

El reelegido presidente de Zimbabue ha sugerido este domingo que las personas que cuestionen los resultados de las elecciones de la semana pasada lleven su caso a los tribunales. "Competí con ellos y estoy feliz de haber ganado la carrera", ha dicho Mnangagwa en la Casa de Estado en medio de una fuerte presencia policial en algunas partes de la capital. "Aquellos que piensen que la carrera no se ha desarrollado correctamente deberían saber a dónde dirigirse".

No está claro si la oposición recurrirá a los tribunales para impugnar los resultados electorales, ya que los jueces de Zimbabue se han puesto históricamente del lado del partido gobernante.

El analista político Munjodzi Mutandiri, de la Oficina de Enlace para África Austral, ha afirmado que la oposición tiene más que ganar saliendo a la calle que acudiendo a los tribunales. "Las cuestiones relativas a la independencia judicial no resolverán la impugnación de la legitimidad (de los resultados), del mismo modo que la imparcialidad (de la comisión electoral) y la percepción de falta de independencia han creado" los controvertidos resultados, ha afirmado.

El resto de aspirantes no supera el 1% de los sufragios

Las elecciones generales empezaron a celebrarse el pasado 23 de agosto, pero el presidente del país alargó un día más las votaciones en algunas circunscripciones donde se retrasó la apertura de los centros de votación. Los electores votaban para elegir a un nuevo presidente y miembros del Parlamento, en unas elecciones en las que la gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF) obtuvo la mayoría de los escaños parlamentarios.

En los comicios también participaron otros nueve aspirantes a la presidencia que no superaron el 1 % de los sufragios. La Comisión Electoral ha anunciado que la tasa de participación fue de un 68,9 % de los más de seis millones de personas registradas en el censo electoral.

Nelson Chamisa, candidato de la Coalición de Ciudadanos por el Cambio (CCC)

Nelson Chamisa, candidato del principal partido opositor, la Coalición de Ciudadanos por el Cambio (CCC) EFE/EPA/AARON UFUMELI

La misión observadora dice que no se cumplieron algunos requisitos

Las conclusiones preliminares de la misión de observación desplegada por la Unión Europea (UE) apuntan a que, a pesar del "ambiente generalmente en calma" el día de la votación, "el proceso de registro de los candidatos y la campaña llevaron a un contexto que impidió a los votantes tomar una decisión libre e informada" en estos comicios.

Por su lado, la misión conjunta enviada por la Unión Africana (UA) y el Mercado Común del Este y el Sur de África (Comesa) han tildado los comicios de "transparentes" pero han lamentado que no cumplieran con los "requisitos" de la Constitución por varios motivos, como el hecho de que la Comisión Electoral de Zimbabue no facilitara a la oposición la lista de votantes a tiempo.

Funcionarios de la Comisión Electoral de Zimbabwe (ZEC) y agentes electorales transportando las urnas.

Funcionarios de la Comisión Electoral de Zimbabwe (ZEC) y agentes electorales transportando las urnas. EFE/EPA/AARON UFUMELI

Los zimbabuenses acudieron a las urnas preocupados por la escasez energética y el elevado coste de la vida junto con una grave crisis de inflación; la moneda local, el dólar zimbabuense, ha perdido el 86 % de su valor entre los pasados meses de enero y junio. Entre los temas de campaña, también se han encontrado las denuncias de represión contra voces disidentes, la prohibición de mitines de la oposición y el procesamiento con motivación política de dirigentes opositores.

En cuanto a la esperada apertura internacional tras el aislamiento bajo el mandato del fallecido Robert Mugabe, Mnangagwa ha solicitado la readmisión de Zimbabue en la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), pero el país sigue sufriendo sanciones de Occidente, ante lo cual el mandatario ha buscado un acercamiento con Rusia y China.

El ascenso al poder de Mnangagwa

Durante la lucha anticolonial, Mnangagwa formó parte de un grupo de jóvenes independentistas apodado "la pandilla de los cocodrilos" -lo que le valió su actual apodo- junto a los que hizo estallar una locomotora. Aunque fue condenado a muerte por esos hechos, al ser entonces menor de 21 años, el mandatario, cuyo apodo también responde a su conocida astucia política, pasó finalmente nueve años en la cárcel a cambio de librarse de la ejecución.

En 50 años, Mnangagwa vivió a la sombra de su antecesor y su mentor, Mugabe, que dominó la escena política zimbabuense con mano de hierro al frente de la gobernante ZANU-PF desde la independencia del Reino Unido en 1980. Mnangagwa fue ministro de Seguridad y jugó un papel clave en la matanza de más de 20.000 miembros de la etnia Ndebele.

La "operación Gukurahundi", que muchos califican de genocidio, fue una purga étnica contra simpatizantes de la Unión del Pueblo Africano de Zimbabue (ZAPU). Se saldó con la fusión de la formación con la ZANU-PF y le valió a Mugabe su ascenso definitivo a la Presidencia en 1987, ya que hasta entonces gobernaba como primer ministro.

Posteriormente, una facción del partido, afín a las ambiciones de poder de la primera dama, Grace Mugabe, forzó la destitución de Mnangagwa cuando ascendió a vicepresidente, pero esto tuvo un "efecto bumerán", ya que el Ejército, viejo aliado del mandatario, se rebeló contra los conspiradores y acabó consiguiendo la dimisión.