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La huelga de guionistas en EE.UU. abre el debate sobre el uso de la IA: ¿hay límites para la ficción de las máquinas?

  • El sindicato de guionistas reclama que tanto el "material de origen" como el "material literario" no puedan ser generados por IA
  • Los grandes estudios y plataformas no aceptan de momento regular una tecnología que puede abaratar coste en los salarios de guion

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Una guionista porta una pancarta contra el uso de la inteligencia artificial frente a la sede de Netflix en Hollywood durante la huelga de guionistas en EE.UU.
Una guionista porta una pancarta contra el uso de la inteligencia artificial frente a la sede de Netflix en Hollywood durante la huelga de guionistas en EE.UU.

El parón de la industria audiovisual en EE.UU. ya es un hecho. La huelga de guionistas tras el fracaso de las negociaciones entre el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA en sus siglas en inglés) y los productores (AMPTP) cumple una semana y abre un panorama incierto en el que se negocian una larga lista de reivindicaciones salariales y otras compensaciones.

Quince años en el actual panorama es un abismo y, salvo que la WGA quiere volver a luchar por derechos, mucho ha cambiado en la industria respecto a la anterior huelga. En 2007, la negociación por los derechos de las emisiones en streaming, llamadas "residuales" no formaba parte del grueso de las reivindicaciones, entonces centradas en la televisión y el cable. Los guionistas igualmente los reclamaron, pero los estudios tenían claro que no tenían que ceder y los escritores perdieron un buen pastel del maná de las plataformas frente a la AMPTP, que engloba a los grandes estudios como Disney, Apple, Netflix, Amazon, Paramount, NBC, Warner Bros. Discovery y Sony.

Mientras se discuten los residuales, el futuro de la tecnología cambiante parece también en el centro de uno de los puntos que reclaman ahora los guionistas: regular el uso de la inteligencia artificial. Una amenaza completamente diferente y difícil de calibrar. Que la inteligencia artificial es creativa es un hecho, pero hasta qué punto erosionará el trabajo de los guionistas es jugar en parte con una bola de cristal.

¿De qué hablamos? Los contratos de la WGA definen al escritor como “persona” y la exigencia es de la WGA es que, de momento, siga siéndolo. Los guionistas incluyeron un punto sobre la IA antes de la votación para la ir la huelga con dos requerimientos. En primer lugar, que la IA no pueda generar “material literario”, es decir, guiones, esquemas o tratamientos: si los estudios o productores quieren tener acuerdos con la WGA, los escritores deben ser personas.

La segunda demanda tiene que ver con el llamado “material de origen”, que es como se llama a, por ejemplo, a una novela, artículo o cualquier obra con propiedad intelectual que se usa como base para que un guionista realice una adaptación. La demanda de la WGA es que el material de origen tampoco provenga de una IA.

El temor es que los productores generen por IA un “material de origen” que pase a ser “material literario” por la misma IA. Así, de un plumazo, tendrían un guion o tratamiento que solo tendría que ser pulido por, esta vez sí, un guionista humano. Pero ese trabajo de ajuste y retoque sería más barato y en el proceso se habría prescindido buena parte de los gatos habituales relativos al guion de una producción.

La IA más los algoritmos: ¿una pesadilla de espejos enfrentados?

En la última década, las plataformas han acumulado ingente información sobre el gusto de los espectadores. La tendencia principal del mercado siempre ha sido ofrecer lo que –cree- que el público quiere. Para quien piense que los productos audiovisuales ahora mismo tienden a la homogeneización y se parecen entre sí, el futuro puede ahondar no solo afinando, sino saturado a través de la IA, productos destinados a alcanzar el mayor número de espectadores. Lo que abundaría en la idea contraintuitiva de que un cambio de paradigma tecnológico conduce paradójicamente a un estancamiento cultural.

O podría ir más allá, sobrepasando límites de los que ya se habla abiertamente. La función de la IA no sería solo elaborar contenido para una mayoría -una idea que quedaría ligada al siglo XX y la distribución de los mass media-, sino elaborar directamente un contenido de ficción a medida para cada usuario en base a los datos sobre sus preferencias que posea y su capacidad de recombinar toda la tradición humana. ¿Una serie solo para tus ojos? En el acto.

Pero eso es adelantar muchos pasos, porque en ese escenario los productores y grandes estudias prácticamente perderían la capacidad de hacer negocio. Y de eso va, de momento, la batalla. La IA ofrece en el corto plazo un recorte de gasto para la industria audiovisual. "Veo a la IA no tanto como una amenaza para reemplazar a los escritores, sino para reducir nuestros salarios”, ha afirmado un responsable de la WGA.

Como sucedió al comienzo de la era de internet, la regulación que se haga de la IA definirá la industria audiovisual. Y algunas cuestiones superan a la WGA y, quizá, a la AMPTP. Por ejemplo: la tecnología de la IA ahora mismo no está diseñada para discriminar del todo entre la información con propiedad intelectual y la que es de dominio público. Y quizá, ahí, es donde productores puedan ver las orejas al lobo y sumarse al coro que reclama regular, incluso pausar, el uso de la IA. Así, muchos opinan que los productores buscan el equilibrio entre cortar gastos sin poner en peligro los derechos de propiedad en los que se basa su negocio, mientras se retrasa el momento en el que los guionistas sueñen con ovejas electrónicas.