Enlaces accesibilidad

Los caballos españoles entraron en las Grandes Llanuras de Norteamérica antes que los colonizadores europeos

  • Los pueblos nativos adoptaron a estos animales, que se habían dispersado previamente desde lo que hoy es México
  • Esta relación comenzó en los primeros compases del siglo XVII, mucho antes de lo que sugieren los registros

Por
Los pueblos nativos de Norteamérica han guardado un vínculo muy estrecho con los caballos durante siglos.
Los pueblos nativos de Norteamérica han guardado un vínculo muy estrecho con los caballos durante siglos.

Los pueblos nativos de Norteamérica comenzaron a montar y a criar caballos a comienzos del siglo XVII, mucho antes de lo que sugieren los registros europeos, según un estudio publicado en la revista Science.

En el trabajo, que reconstruye de forma exhaustiva la historia de estos animales en el continente, los investigadores analizaron restos desenterrados en diversas localizaciones de Estados Unidos para determinar cómo, y de qué manera, llegaron a las diferentes regiones del país. Sus hallazgos sugieren que pueblos nativos como los comanches comenzaron a desarrollar vínculos con los caballos apenas décadas después de su llegada al continente a bordo de los barcos españoles.

"Toda esta información cuenta una historia más grande, más amplia y más profunda, una historia que los nativos siempre han sabido pero que nunca se ha reconocido", explicó en un comunicado uno de los autores del estudio, e historiador de la Nación Comanche de Oklahoma, Jimmy Arterberry.

En concreto, los investigadores rebaten la teoría de que los pueblos indígenas de Norteamérica no comenzaron a criar caballos hasta la rebelión de Popé de 1680, en la que se escapó parte del ganado de los colonizadores españoles. Revisando datos de ADN de los restos de caballos en varias localizaciones del oeste de Estados Unidos, los científicos descubrieron que algunos de los animales, nacidos y criados en la región, se remontan a varias décadas antes de la rebelión.

La datación directa por radiocarbono de descubrimientos realizados desde el sur de Idaho hasta el suroeste de Wyoming y el norte de Kansas demostró que los caballos estaban presentes en gran parte de las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas a principios del siglo XVII, y de forma concluyente antes de la revuelta de 1680. Estaba claro que había que corregir el relato más común sobre el origen del caballo americano.

Descendencia de caballos españoles e ibéricos

Los análisis del genoma no sólo abordaron el desarrollo de la equitación durante las primeras etapas de la colonización americana. La evidencia de ADN, por ejemplo, sugiere que la mayoría de los caballos indígenas habían descendido de caballos españoles e ibéricos, y los caballos británicos se volvieron más comunes en los siglos XVIII y XIX.

Estos análisis demuestran que la ascendencia antaño dominante en el genoma del caballo se fue diluyendo con el tiempo, ganando ascendencia autóctona de linajes británicos. Por lo tanto, el cambiante paisaje de la América colonial quedó registrado en el genoma del caballo: primero principalmente de fuentes españolas y luego principalmente de colonos británicos.

Entre los investigadores se encuentran miembros de varios grupos de nativos americanos, que esperan que sus hallazgos sirvan para ilustrar la importancia de los caballos en la historia de sus pueblos y para animar a los científicos a tratar los restos de animales con el mismo cuidado con que tratan objetos culturales.