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Daniel Kwan y Daniel Scheinert, el cine para la Generación TikTok conquista Hollywood

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Daniel Scheinert y Daniel Kwan con uno de los tres Oscar que han ganado.
Daniel Scheinert y Daniel Kwan con uno de los tres Oscar que han ganado.

“Este Oscar queremos dedicarlo a todas las mamás del mundo, en especial a las nuestras, a mis papás por no coartar mi creatividad de niño, ni siquiera cuando hice comedias pervertidas”. Las palabras son de Daniel Scheinert (Alabama, 1987) al recoger su segundo Oscar de la noche, el de mejor dirección. A su lado, Daniel Kwan (Massachusetts, 1988), feliz y eufórico. Steven Spielberg, que precisamente estaba nominado por una película sobre madres y creatividad, aplaudía. La gala 95 de los Oscar o la noche de ‘Los Daniels’.

Siguiendo su vertiginosa narrativa, es difícil pensar que Los Daniels estuviesen destinados a ganar el Oscar en alguno de los muchos de los universos en los que se bifurca la vida según las decisiones que tomamos, Porque Todo a la vez en todas partes es todo menos una película ‘de Oscar a prioiri’. Un drama familiar con bastante moralina revestido de un humor tan absurdo que puede hacer que el espectador se emocione mientras dos mujeres con grotescos dedos salchichas se abrazan.

Los Oscar coronan la película, pero algo hizo ‘click’ mucho antes. La película se estrenó en EE.UU. el 25 de marzo de 2022, hace casi un año, producida por A24, el estudio independiente responsable del Oscar de Moonlight en 2017. Mucho se ha celebrado en los Oscar la impresionante taquilla de Avatar: el sentido del agua o Top Gun Maverick, pero igualmente brutal fue el rendimiento de Todo a la vez en todas partes: 100 millones de dólares para una película independiente, sin estrellas, condenada en principio a vivir sepultada en el catálogo de las plataformas, y que revitalizó –y rejuveneció- la asistencia en salas del público de cine adulto.

Los Daniels no traen nada nuevo en el fondo: la película es una moralista trama sobre las expectativas no cumplidas de la vida y un esperanzado drama sobre las relaciones materno-filiales. Tampoco del todo en la forma: el trepidante montaje y el juego de multiversos remiten a muchas series de animación y, sobre todo, a Spider-Man: Un nuevo universo, la película de animación con guion de Phil Lord, Chris Miller y David Callaham.

Pero esa base sumada al toque de humor de ‘Los Daniels’ y el acierto de situar a una familia china inmigrante y una mujer adulta en el centro del relato crea un conjunto potente e irresistible. Y, está por ver si abre caminos que conecten a las nuevas generaciones de la era TikTok, habituadas al bombardeo de imágenes, con el casi nostálgico mundo de las salas de cine. ¿Es eso suficiente para coronarla como mejor película de los Oscar? Parece difícil negarse si la comparación ganadores de años recientes como Coda o Green Book.

Gamberros e hiperprofesionales

Kwan y Scheinert hablan de su relación profesional en términos de comedia romántica: se conocieron siendo estudiantes y no se cayeron bien. Pero terminaron sumando su talento en vídeos musicales a comienzos de la década pasada para bandas como Foster the People o Manchester Orchestra.

Y rápidamente conectaron con la viralidad de las redes sociales. El videoclip “Turn Down for What", de Lil Jon, tiene más de mil millones de visitas en Youtube y deja a los dedos-salchichas de Todo a la vez en todas partes en una anécdota.

Decididos a saltar al largometraje, encontraron su historia: Swiss Army Man (2016), en la que Paul Dano encuentra el cadáver de Daniel Radcliffe en un bosque y lo utiliza para absolutamente todo (como por ejemplo una especie de trineo a base de pedos). La película dejo a Sundance en shock. Había nacido la firma Daniels, pero su futuro no estaba nada claro.

Su humor desafiante, cercano al underground, se combinaba con un acabado superprofesional publicitario. Podían ser ‘raros’, pero eran hombres de la industria. En Todo a la vez en todas partes encajaron las piezas de su lado gamberro con una historia personal y universal. Y, pretendiéndolo o no, han abierto una brecha por la que la industria espera ya discípulos e imitadores. ¿Existirán?