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Entrevista

Andreu Escrivà: "La palabra sostenibilidad ha pasado a ser un reclamo comercial, tenemos que desecharla"

  • El ambientólogo y divulgador climático publica Contra la sostenibilidad, donde denuncia el lavado verde de las empresas
  • El foco en el reciclaje, el coche eléctrico o la plantación de árboles actúan como "distracciones climáticas", advierte

Por
Reciclaje en San Sebastián
Poner el foco en el exceso del plástico y el reciclaje es una "distracción" en la acción climática, según Escrivà

El ambientólogo y divulgador Andreu Escrivà (Valencia, 1983) lleva casi una década dando charlas sobre el cambio climático. En esa época, ha podido comprobar cómo, mientras crecía la concienciación respecto a esta crisis, empresas y gobiernos se subían al carro de la sostenibilidad, un concepto que ha hecho fortuna en los últimos años.

Para denunciar el greenwashing o lavado verde que hay detrás de la omnipresencia de este término, usado tanto para hablar de coches, sillas, vacaciones o lechugas, publica ahora Contra la sostenibilidad, por qué el desarrollo sostenible no salvará el mundo (y qué hacer al respecto), ya a la venta en castellano en Arpa y que verá la luz en catalán el próximo 13 de febrero con Sembra Llibres.

En este ensayo, detalla cómo la idea de desarrollo sostenible ha servido para "sortear la imposibilidad física de mantener un crecimiento infinito" y ha alimentado "una serie de conceptos perversos, que han hecho descarrilar el tren del futuro", como la neutralidad climática, que confía en la absorción del CO₂ mediante plantaciones de árboles o tecnologías inexistentes a día de hoy, la economía circular, las finanzas sostenibles o el mantra de las generaciones futuras. Propone, en cambio, avanzar hacia un paradigma de un "bienestar común" más allá del crecimiento económico. Ha conversado por teléfono con RTVE.es.

El ambientólogo y divulgador climático Andreu Escrivà

El ambientólogo y divulgador climático Andreu Escrivà ARPA EDITORES

PREGUNTA: ¿Por qué es necesario hacer ahora un alegato contra la sostenibilidad?

RESPUESTA: Vivimos una epidemia de sostenibilidad, la ubicuidad del término ha llevado a su banalización, al vaciamiento de su significado. Al final la sostenibilidad ha pasado a ser simplemente un reclamo comercial y no significa nada. Si queremos construir algo que se parezca a lo que inicialmente era la sostenibilidad, tenemos que reformular el concepto o incluso desecharlo, derribarlo para poder construir en su lugar algo nuevo, algo esperanzador que nos haga realmente transitar por el buen camino.

P: Dedicas gran parte del libro a enumerar falsas promesas o estrategias de lavado verde, como la neutralidad climática, el reciclaje o el coche eléctrico. De todas estas distracciones climáticas, como las defines, ¿cuáles crees que son las más peligrosas?

R: La primera es la neutralidad climática, una estrategia según la que nos damos un plazo de tiempo para que nuestras emisiones bajen al nivel de lo que somos capaces de absorber, con lo cual estamos hablando de que durante 20, 30 o 40 años seguiremos emitiendo y la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera seguirá aumentando. Es como si tú dices que el tabaco es muy malo y que vas a dejar de fumar, pero de aquí a 20 años. Es una estrategia absolutamente retardista, que pospone todo para el futuro y da la ilusión de que podemos seguir como si nada.

Es como si tú dices que el tabaco es muy malo y que vas a dejar de fumar, pero de aquí a 20 años

La segunda es la economía circular, porque nos hace pensar en que podemos circular mágicamente todos los materiales que estamos consumiendo y eso es mentira. Acaba de salir un informe que muestra que reciclamos solo el 10% de los materiales que utilizamos. El problema es que nos hace pensar que mediante el reciclaje, que es uno de sus puntales, estamos ya salvados.

La tercera es la idea de que una energía salvará el planeta, sea la nuclear, o sean las renovables. La transición ecológica va mucho más allá de la transición energética, no podemos pensar que únicamente cambiando la fuente de energía lo tenemos todo solucionado. ¿Quién genera esa energía? ¿Dónde se ubica? ¿Quién se beneficia? Las finanzas sostenibles también son una grandísima distracción. Hay bancos que se presentan como ecológicamente responsables o como sostenibles, y siguen invirtiendo miles de millones de euros cada año en combustibles fósiles.

Y por último, el coche eléctrico. Va a tener un papel fundamental y eso es positivo, pero lo que está haciendo es reforzar un modelo de movilidad basado en el vehículo privado. Está de alguna forma sosteniendo a la industria automovilística y no está cuestionando la forma en que nos movemos. Nos está cegando, tapona muchos debates sobre ciudades más peatonales, más cercanas, más vivibles, más ciclables. ¿Por qué le estamos dando tanto dinero de Europa al coche eléctrico y no al transporte público?

P: Señalas que en la percepción popular aún se confunde el cambio climático con otros problemas ambientales, como el exceso de plástico.

R: La confusión con el plástico está actuando de distracción brutal, y algunos se están aprovechando para colar sus mensajes y desviar la atención del cambio climático. El plástico no es un problema climático. Yo estoy harto de ir a charlas a hablar de cambio climático, hablar de muchas cosas, como el modelo de movilidad o el agroalimentario, la producción de energía, y que luego que sistemáticamente gran parte o todas las preguntas de la charla vayan dirigidas al plástico. Ahí tenemos un gran problema.

Es comprensible porque el plástico es muy ubicuo, muy llamativo, pero lo que hace es cooptar toda la conversación y eliminar otras. Por supuesto que hay que limitarlo, pero no podemos pensar que simplemente reciclando más de pronto el cambio climático se va a acabar.

P: Otro capítulo lo dedicas a rebatir el catastrofismo climático, un discurso que ha cundido especialmente en los últimos años.

R: El catastrofismo tiene una base muy fundada científicamente. La situación realmente es muy mala, no hay casi espacio para el optimismo en cuanto a proyecciones climáticas. Pero una cosa es dar la voz de alarma, que es más que lícito, otra cosa es ser alarmista, solo hablar de lo malo, y otra cosa es ser catastrofista, alimentar la sensación de que ya no queda nada por lo que luchar y de que da igual lo que hagas.

Una cosa es dar la voz de alarma, otra ser alarmista y otra ser catastrofista, alimentar la sensación de que ya no queda nada por lo que luchar

Independientemente de los motivos y de que la base científica sea mucho más sólida que la de los negacionistas climáticos, mi problema está en que están llevando a la gente al mismo punto, al de la no acción. Tienes que ser muy consciente de lo que estás siendo un activista del cambio climático, estás desincentivando la acción de mucha gente, estás siendo una persona que alimenta miedos y esos miedos luego son muy difíciles de controlar. La gente cuando empieza a tener miedo no empieza a actuar. Es mucho mejor alimentar la rabia, alimentar la esperanza, o incluso la incertidumbre, decir que esto no está escrito.

P: ¿Hay razones para el optimismo, para volver a encarrilar el tren del futuro, como dices en el libro?

R: No para el optimismo, pero siempre hay motivos para la esperanza. La cuestión es ser capaces de imaginar otro futuro y saber que tenemos en nuestras manos, no individualmente, pero sí colectivamente, el cambiar ese rumbo. Hay mucha gente que afortunadamente está muy sensibilizada con todo esto, ya no estamos en el escenario de 2016 o 2017, cuando había que explicar hasta lo que era el cambio climático.

La gente aceptaría muy bien legislar sobre publicidad engañosa de greenwashing. Hay elementos que cuando se explican bien resultan mucho más atractivos de lo que son a priori: si dices decrecimiento la gente te mira espantada, pero si en su lugar dices semana laboral de cuatro días, a la gente le parece bien, y ahí ya has decrecido.

Si las cosas se explican bien y se da un debate social profundo y vinculante, como una cuestión de país, hay mimbres para cambiar algunas estructuras, no todas y probablemente no tan rápido como necesitaríamos, pero creo que para nada estamos abocados a seguir en esta espiral de insostenibilidad.

P: Sobre el libro sobrevuela el debate entre las posibilidades de la acción individual y de la acción colectiva en la lucha contra el cambio climático.

R: Yo tengo una posición muy clara: la acción individual y la colectiva no son excluyentes. Cada uno tiene que seguir haciendo lo que estaba haciendo y hacer más en su día a día para disminuir su huella ecológica, pero tenemos que tener clarísimo que la acción importante es la colectiva. Seguimos anclados en el marco neoliberal, de la parcela individual, y seguimos hablando de estilos de vida, y tendríamos que empezar a hablar de condiciones de vida.

Imagínate que quieres ir al trabajo en bici. No solo necesitas tu determinación individual, necesitas un carril bici, un sitio donde aparcarla, un vestuario. Necesitas un marco colectivo para poder desarrollar tu decisión individual.

Necesitas un marco colectivo para poder desarrollar tu decisión individual

Necesitamos ir más allá de ese esfuerzo individual, sobre todo porque al final acaba quemando un montón a la gente. Piensan 'si yo hago esto y este superrico se va en yate o avión privado, para qué voy a hacer yo nada'. Tenemos que entender que la clave a este desánimo es ver los cambios a nivel colectivo.

P: 2022 ha sido el año más cálido en España desde que hay registros, hemos tenido episodios de calor extremos, incendios, ¿estamos en un punto de inflexión sobre el cambio climático?

R:Yo creo que sí. El CIS ya refleja esa preocupación tras los episodios de olas de calor y otros estudios hablan también de que la gente es más propicia a apoyar políticas climáticas ambiciosas si se les pregunta justo después de estos episodios extremos. En mi entorno, y además ha coincidido con que han empezado a tener hijos, sí que ha habido un cambio muy fuerte este 2022, que ha sido un año horrible, como no se suponía que debíamos experimentar hasta de aquí décadas.

Ahí han dicho 'ostras, que esto va en serio'. Los que están más cerca del campo han visto la sequía, su impacto en los cultivos, el amigo que le gusta esquiar ha visto como no se ha podido ir hasta mitad de enero... Cada uno en su parcela, pero se ha empezado a percibir de forma muy clara y ha habido un cambio de mentalidad.