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Howard Carter, el duque de Alba y Tutankamón: las conferencias que desataron la "egiptomanía" en España

  • Una exposición en el Palacio de Liria muestra el vínculo entre Howard Carter y el duque de Alba
  • El arqueólogo dio varias conferencias en Madrid sobre el hallazgo de la tumba de Tutankamón

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Howard Carter (izq) y el duque de Alba (dcha)
Howard Carter (izq) y el duque de Alba (dcha)

Casi como si fuera una moderna estrella del rock, las conferencias sobre el hallazgo de la tumba de Tutankamón que impartió Howard Carter en España en los años 20, desataron un verdadero fervor hacia el antiguo Egipto y el magnetismo del arqueólogo.

En los dos ciclos de charlas, en 1924 y 1928, la Residencia de Estudiantes, que acogió a personalidades como Chesterton o Keynes, colgó el cartel de no hay entradas y el aforo tuvo que ampliarse al Palacio de la Princesa en Madrid. Al final de su alocución, donde Carter detallaba emocionado su fascinante descubrimiento, el público le ovacionaba en pie durante varios minutos.

El duque de Alba con su hija Cayetana

La presencia de Howard Carter en España fue una rara avis, el egiptólogo visitó muy pocos países, pero su vínculo con el duque de Alba obró el milagro. Jacobo Fitz-James Stuart, apasionado de la historia y presidente del Comité Hispano Inglés, viajó a Egipto en cuatro ocasiones. El duque era amigo de la infancia de Lord Carnarvon patrocinador de las excavaciones de Carter.

El chispazo fraternal y de divulgación histórica con el británico se estiraría durante años donde se intercambiaron numerosa correspondencia.

“La amistad se fue consolidando y hay que recordar que Howard Carter no era fácil de trato y tuvo muchos enfrentamientos con muchos colegas, pero las cartas con el duque demuestran un respeto, una afabilidad y una calidez muy curiosa”, explica el arqueólogo Javier Martínez Babó.

Folleto de la conferencia sobre el descubrimiento de la tumba de Tutankamón, Residencia de Estudiantes, 1924 Archivo Duques de Alba

La exposición Alba y Carter: 100 años descubriendo a Tutankamón en el Palacio de Liria ilumina esta arista poco conocida de la historia. Lo hace a través de un repaso por documentos, fotografías, prensa de la época o cartas personales entre el arqueólogo y el duque que sufragó económicamente las conferencias y actuó como una suerte de cicerone para Howard Carter en nuestro país.

Un interés de ida y vuelta. El aristócrata arrancó el compromiso al británico de documentar en misivas la catalogación de piezas de la tumba paso a paso. El minucioso Carter cumplió su palabra y además cedió una colección de fotografías sobre el inventario, que giró por una larga lista de universidades e instituciones españolas en un éxito que desbordó cualquier previsión.

Los periódicos engordaron la “egiptomanía” volcándose con decenas de artículos acompañados de viñetas que loaban la oratoria del experto y las maravillas del tesoro. Por su parte, el arqueólogo, que se alojaba en el Palacio de Liria en sus viajes, aseguró que su estancia en Madrid había sido “la semana más feliz de su vida”.

El descubrimiento de la tumba: hito y leyenda

“Hubo un breve suspenso para los presentes que no podían ver, cuando Lord Carnarvon me dijo '¿Puedes ver algo?'. Le respondí que sí, es maravilloso”, anotó Howard Carter en su diario sobre el instante crucial en el que desenterró en el Valle de los Reyes, el primer peldaño de la tumba del faraón egipcio. Un sueño que había perseguido durante 17 años y que arrancó como dibujante.

“Lo hizo muy bien. Hoy en día su trabajo sigue siendo un ejemplo para los arqueólogos. Había 6.000 piezas inéditas. Era muy metódico y tardó diez años en inventariar. Hizo un trabajo de documentación espectacular”, señala la comisaria y arqueóloga Myriam Seco, coautora del libro Tutankamón, Howard Carter en España.

Cien años después, la fascinación por el joven faraón, que falleció a los 19 años, no ha perdido brillo. Desde las hipótesis no concluyentes sobre su muerte: asesinato, accidente o enfermedad al misterio sobre el saqueo de su tumba o la “maldición” sobre Carter y su equipo, que les auguraba una muerte prematura por la profanación de un lugar sagrado.

“Lord Carnarvon firmó un convenio, una exclusiva con el Times. Todos los otros medios quedaron excluidos y a partir de aquí cada uno tuvo que espabilarse a su manera y algunos tiraron por la línea de la maldición”, aclara el comisario Javier Martínez Babó sobre el origen del bulo.

“Hay muchas exageraciones. Un egiptólogo francés hizo un estudio y comprobó que la edad media a la que murieron tras el hallazgo de Tutankamón era la media a la que morían los ciudadanos franceses. No había nada de nada”, puntualiza sobre el alimento de una leyenda por ahora incombustible.