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Entrevista

La guerra híbrida ha venido para quedarse: "EE.UU. se ve contestado con tácticas que ellos mismos han usado"

  • La investigadora principal del CIDOB, Carme Colomina, analiza las nuevas formas de combate en Amenazas híbridas, orden vulnerable
  • Colomina explica cómo Internet y las redes sociales se convierten realmente en un espacio utilizado para la confrontación

Por
Un ciudadanos pasea delante de un mural de apoyo al ejército ruso
La guerra moderna maneja como nuevas armas internet, los flujos migratorios o la dependencia energética

Las guerras híbridas han llegado para quedarse, pronostica Carme Colomina, investigadora principal del CIDOB (Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona) y responsable de un informe sobre estas nuevas formas de combate. Colomina analiza el fenómeno como resultado de la contestación del poder hegemónico de Estados Unidos y sus aliados, y de la generalizada digitalización de las sociedades.

Pregunta.- ¿Qué es una amenaza híbrida?

Respuesta.- Esta es la parte más complicada, probablemente del CIDOB Report porque es un concepto muy contestado: ¿que son las amenazas híbridas? ¿Que tienen de nuevo? ¿No han existido siempre en todos los conflictos? ¿Cuál es la diferencia de una amenaza híbrida a una amenaza en un momento de conflicto? Lo que intentamos nosotros es explicar cómo ha sido esta evolución del concepto, cómo en los últimos años y, sobre todo, desde mi punto de vista, a través de la intervención de la tecnología, cómo confluyen en un mismo espacio digital la lógica militar y la transformación tecnológica hasta el punto de que Internet y las redes sociales se convierten realmente en un espacio utilizado para la confrontación. Para la confrontación y para la explotación de vulnerabilidades preexistentes, en la mayoría de casos, para las vulnerabilidades sociales y las vulnerabilidades físicas de los países.

Pregunta.- ¿Diría que las amenazas híbridas son la guerra con Internet?

Respuesta.- La guerra híbrida es la guerra fuera de la guerra. Es la contestación del orden establecido. Es la capacidad de intervenir, de ser un elemento disruptivo, incluso cuando no hay un conflicto armado en ciernes. Por tanto, es esta capacidad de jugar a la desestabilización permanente más allá del conflicto de guerra clásica.

Pregunta.- En ese sentido, cuando habla de desestabilización, por consecuencia se entiende que se parte de algo que es estable, de un orden. ¿La guerra híbrida se lanza contra el orden establecido?

Respuesta.- Nosotros hablamos de orden vulnerable porque el orden no es estable, el orden está en proceso de cambio, de transformación. Llevamos unas décadas donde el poder tradicional, el orden tradicional post 1945 está contestado, donde han emergido nuevos poderes, nuevos actores de influencia, y no sólo entre Estados, entre grandes Estados que ahora son actores imprescindibles en el orden internacional, sino también, por ejemplo, en una difusión del poder donde vemos a grandes empresas tecnológicas que también actúan como actores internacionales. Por tanto, estamos en un orden vulnerable, como dice nuestro informe, que se está viendo contestado desde muchos sitios distintos.

Pregunta.- Debemos recordar que el informe está apoyado por el Consulado de Estados Unidos en Barcelona. ¿El orden del que habla es el de los Estados Unidos y las amenazas son amenazas a su hegemonía?

Respuesta.- Bueno, déjeme decir que es verdad que tenemos un apoyo, digamos, económico, pero que no refleja una posición previa. Digamos que se ha respetado la libertad de cátedra totalmente. De hecho, este documento es fruto de un seminario de expertos, de expertos europeos, de expertos norteamericanos, para debatir el concepto, para debatir qué considerábamos todos qué eran las amenazas híbridas. Y aquí hay posiciones muy distintas. Por tanto, no estamos partiendo de un orden en concreto. De hecho, lo que sí que estamos diciendo, y lo hablo precisamente en mi capítulo, que es el que trata el tema de la desinformación, es que sí que es verdad que ha habido unos equilibrios globales, ha habido un poder hegemónico, sobre todo llamado “de Occidente”, pero muy concreto de Estados Unidos, que está contestado en los últimos tiempos y que está contestado desde hace décadas. Yo creo que hay una constatación de esta pérdida de poder hegemónico de Estados Unidos ya hace más de una década, con las revueltas árabes. Recuerdo perfectamente un discurso de Hillary Clinton, entonces Secretaria de Estado, ante el Congreso de Estados Unidos, diciendo: "Estamos ante una guerra de información y la estamos perdiendo". Entonces, Clinton se refería precisamente a esta capacidad de influencia que tenían estos nuevos medios: Al Yazeera, por descontado, narrando las revueltas árabes, pero también la irrupción de Rusia Today, del nuevo canal global de China, y cómo esos elementos considerados de soft power norteamericanos, como era la CNN, estaban perdiendo capacidad de influencia. Y eso era en 2011. Si vemos cómo ha evolucionado, cómo esta narrativa de lo que ocurre en el mundo desde el sur global ha tenido un impacto mucho mayor, una capacidad de expansión mucho mayor también gracias a la tecnología, a los nuevos canales de comunicación, a las redes sociales... Pues este discurso que contesta la capacidad que tenía Occidente de marcar el análisis global de lo que ocurría en el mundo, ahora ha llegado, yo creo, a un nuevo capítulo con la guerra de Ucrania y cómo vemos este choque de narrativas sobre qué está ocurriendo en Ucrania y esta percepción de pérdida de control del relato que tiene la Unión Europea o que tiene los Estados Unidos.

Pregunta.- ¿Las amenazas híbridas son unidireccionales o hay también amenazas híbridas, digamos desde la parte del poder ahora contestado? Rusia, por ejemplo, habla también de guerra híbrida que le hace Estados Unidos…

Respuesta.- Sí, de hecho, hay muchas paradojas en ese sentido. En estos momentos, Estados Unidos se ve contestado en su capacidad de influencia global, y se ve contestado muchas veces con tácticas que ellos mismos habían estado utilizando durante décadas en países terceros. Incluso, muchas veces denuncia campañas de desinformación que están ocurriendo a través de redes sociales que son propiedad de las grandes plataformas tecnológicas del Silicon Valley. Y eso demuestra que estamos en unos espacios contestados, que son cada vez más híbridos y cada vez más grises.

Pregunta.- Hablemos de Ucrania. En los últimos años hemos escuchado bastante hablar de guerra híbrida, amenazas híbridas, etc. Y luego resulta que Rusia entra en Ucrania con tanques, cañones y tácticas convencionales en absoluto híbridas. ¿Aquí lo híbrido queda reducido más a una cuestión del discurso, de propaganda?

Respuesta.- Es verdad que en Ucrania estamos presenciando una guerra convencional, pero tiene distintos frentes. También tiene un frente digital, también tiene un frente informativo. Claramente entraron los tanques rusos, pero a la vez se estaban produciendo, por ejemplo, intentos de hackeo de las webs oficiales del gobierno de Kiev. Estamos viendo la entrada de tropas rusas, de tanques rusos, pero que se va retransmitiendo casi en tiempo real a través de las grandes plataformas tecnológicas o de las grandes redes sociales. The New Yorker califica la guerra de Ucrania como la guerra de Tik Tok porque The Washington Post fue capaz de reproducir los movimientos de tropas en los primeros compases de esta invasión, sólo a través de los vídeos que se habían colgado en Tik Tok. Y eso me lleva también a considerar la guerra de Ucrania como este frente digital, donde por primera vez se están enfrentando dos maneras muy distintas, dos modelos muy distintos de entender la tecnología. Vemos el tecno autoritarismo de la tecnología al servicio del poder del Estado y el poder de estas grandes plataformas del Silicon Valley. Y, en ambos casos, están actuando como actores también en este conflicto. Por un lado, y me refería a este poder, por ejemplo, en la configuración de la narrativa y de la información que sale de Ucrania, ya sea veraz o no por parte de Tik Tok o de Telegram. Pero, por otro, estamos viendo las grandes empresas tecnológicas de Estados Unidos actuando como actores, digamos, cumpliendo las estrategias, por ejemplo, de sanciones internacionales que han impuesto Estados Unidos o la Unión Europea, cómo se retiraban de Rusia, cerraban sus servicios. Hemos visto cómo Microsoft ofrecía información sobre posibles ataques informáticos al gobierno de Kiev; cómo Google Maps, desactivada precisamente la app en los primeros momentos para evitar esta capacidad de trazar los movimientos sobre el terreno. Por tanto, en esta difusión del poder, las grandes plataformas tecnológicas de un lado y de otro son actores también, y actores en este conflicto.

Pregunta.- Ucrania, de hecho, trabaja mucho su frente digital y dice tener un ejército de hackers a su disposición. Según su gobierno, es como una división más de la guerra…

Respuesta.- Sí, totalmente. Y eso lo que refuerza esta idea de que se combate la guerra sobre el terreno, pero se combate en aquellos frentes que no vemos. Y lo que lo que demuestra este concepto de amenazas híbridas es que uno es vulnerable mucho más allá de aquello que es perceptible. Y lo que hacen las amenazas híbridas, precisamente, es magnificar o irrumpir en aquellas vulnerabilidades físicas y sociales a las cuales estamos cada vez más expuestos por el hecho de que hemos digitalizado nuestra vida cotidiana, nuestra presencia, y que nuestra capacidad de relación con los otros pasa por Internet. Las sociedades son más vulnerables, porque los individuos somos más vulnerables en ese sentido.

Pregunta.- ¿Las guerras híbridas están presentes en todo el mundo o sólo en los lugares con más acceso a la tecnología? ¿Afectan también a conflictos como el de Azerbayán y Armenia, o a las guerras africanas?

Respuesta.- Bueno, yo no soy experta en el continente africano, pero sí que es verdad, por ejemplo, que hay identificadas campañas de desinformación en determinados países africanos. Por ejemplo, cuando uno va a los informes del Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea, ve cómo se denuncian, por ejemplo, campañas de desinformación en la República Democrática del Congo. Francia ha tenido también quejas por campañas de desinformación que pueden poner en peligro su presencia o la presencia de tropas internacionales en determinados países como en Mali. Por tanto, también están ocurriendo campañas de desinformación, o al menos están ocurriendo campañas que contestan la presencia de tropas internacionales en estos países y a través de las cuales la Unión Europea, países de la Unión Europea, Estados Unidos, puede sentirse contestado en estos países.

Pregunta.- ¿Quiénes son las víctimas de la guerra híbrida?

Respuesta.- Esta es una pregunta filosófica. Yo creo que hay víctimas a muchos niveles distintos. Si hablamos de campañas de desinformación, pues los gobiernos occidentales pueden sentirse víctimas. Si hablamos de capacidad de disrupción en espacios físicos, por ejemplo, pues un programa o virus informático que esté destinado a alterar las instalaciones eléctricas, de gas, de suministro de un país... entonces los ciudadanos y nuestra seguridad también podría considerarse amenazada por esta capacidad, por esta ciberarma. Y, sin duda, nosotros como ciudadanos, porque al final lo que estamos es cada vez más conscientes de las vulnerabilidades, de las distintas vulnerabilidades.

Pregunta.- ¿La guerra híbrida está para quedarse? ¿Cómo se combate?

Respuesta.- Yo creo que la guerra híbrida está para quedarse porque su frente principal es Internet y estamos en un proceso donde todos hemos digitalizado nuestra presencia, incluso nuestro orden, nuestro debate público, todo está en Internet y Internet es el frente que se utiliza precisamente para esta disrupción. ¿Cómo se le puede hacer frente? Esa es la parte más difícil, porque, sobre todo, desde mi punto de vista, el reto es cómo le hacemos frente sin renunciar a lo que somos, sin jugar a las mismas tentaciones de securitización de cualquier medida, de poner nuestra nuestra sociedad en manos de una lógica que sería una lógica securitaria más allá de los principios democráticos. Y ese para mí es el reto. ¿Cómo se da respuesta precisamente a estos desafíos? Y, en ese sentido, yo creo que la Unión Europea intenta marcar un camino distinto en todo este debate. Si vemos en estos últimos meses la aprobación de la Ley de Servicios Digitales, que al final intenta dar una respuesta a la desinformación a partir de limitar el poder monopolístico de las grandes plataformas, a partir desde el punto de vista de garantizar la seguridad del consumidor y no caer en esta lógica securitaria, en esta lógica más militarista, y que muchas veces es fruto precisamente de esta aproximación tan distinta que tenemos a los cambios tecnológicos según dónde estamos posicionados en el mapa.