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Guerra en Ucrania

Las sanciones internacionales contra Rusia: selectivas, ampliables y escasamente eficaces a corto plazo

  • Las medidas apuntan a altos dirigentes, oligarcas, empresas y bancos rusos, pero no al gas ni al sistema de pagos internacionales
  • Los expertos coinciden en que, aunque dañarán a la economía rusa, es poco probable que logren frenar el conflicto en Ucrania
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Cartel con la efigie de Vladímir Putin, sobre un atasco en San Petersburgo
Cartel con la efigie de Vladímir Putin, sobre un atasco en San Petersburgo

Como en una coreografía repetida, la Unión Europea, Estados Unidos y Reino Unido han vuelto a castigar con sanciones económicas a Rusia tras otro desafío de Vladímir Putin. Y aunque esta vez la apuesta era mucho más alta, nada menos que una guerra contra Ucrania, los aliados occidentales por ahora han desplegado un arsenal que, aún siendo el más duro hasta la fecha, no echa mano de las opciones más agresivas, por lo que parece poco probable que logren detener el conflicto en el corto plazo.

La primera andanada de sanciones busca sobre todo ser selectiva, apuntando directamente a dirigentes, oligarcas, empresas y bancos, para no cargar las tintas contra el conjunto de la población rusa. También pretenden dejar un margen de maniobra para ampliar las medidas si el enfrentamiento se alarga, sin agotar todas las opciones. Y, no menos importante, también se quiere evitar en lo posible el efecto retroactivo de unas trabas económicas que acabarán por imponer costes no solo a Rusia, sino también a los propios sancionadores.

"Un ejemplo muestra lo ineficientes que son: Reino Unido ha prohibido todos los vuelos de la compañía Aeroflot y Rusia ha respondido prohibiendo todos los vuelos británicos sobre su espacio aéreo. Y eso es un gran problema para British Airways, que para ir de Londres al Extremo Oriente debe cruzar el espacio aéreo ruso", explica Stephen Dalziel, analista político especializado en Rusia y Europa del Este. "La actitud de los rusos es: no nos queréis, no nos importa", señala, dando por hecho que el Kremlin daba por descontadas las sanciones.

También Niclas Frederic Poitiers, investigador del Instituto Bruegel, considera "improbable" que las medidas puestas sobre la mesa hasta el momento logren detener la ofensiva de Putin en Ucrania, y subraya que uno de los sectores donde más daño se le puede hacer a Moscú es en el comercio del gas. "Pero la Unión Europea, de momento, ha decidido que las medidas no afecten al mercado del gas", ya que el 40 % del consumo europeo llega desde Rusia.

Congelar activos de autoridades y castigar al corazón financiero

Por ahora, las medidas adoptadas se centran, en primer lugar, en sancionar de forma individual a altos cargos -desde la portavoz de Exteriores, María Zajarova, hasta los principales comandantes militares, pasando por los 350 diputados de la Duma-, empresarios y oligarcas rusos, congelando sus activos en el extranjero y prohibiendo su entrada en los países sancionadores, entre otras restricciones.

El paso más significativo lo ha dado la Unión Europea, que este viernes ha acordado congelar los activos financieros del propio presidente ruso, Vladímir Putin, y de su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. Una medida a la que Estados Unidos se unía horas después y que tiene una gran carga simbólica, aunque Dalziel cree que se podría afinar aún más: "Lo más efectivo sería sancionar al círculo político de Putin, los miembros de la élite política rusa, los que compran apartamentos en Londres y villas en la Toscana, congelando sus activos e impidiendo que sus hijos vayan allí al colegio".

El segundo objetivo de las sanciones han sido los principales bancos rusos: Sberbank, la mayor entidad de crédito del país; VTB, el segundo banco, o Rossiya Bank, que pertenece a un grupo de fortunas muy vinculadas a Putin. La congelación de sus fondos internacionales dificultará que Rusia obtenga financiación, al igual que la prohibición de comprar o intercambiar bonos de deuda rusos en los mercados europeo y estadounidense.

La deuda rusa ya estaba sometida a numerosas restricciones para operar en los mercados internacionales desde la anexión de Crimea en 2014, especialmente en Estados Unidos y Reino Unido, por lo que las actuales medidas suponen una vuelta de tuerca más. Según Reuters, la deuda externa rusa se ha reducido un 33 % desde ese año, pasando de 733.000 millones de dólares a 489.000 millones en el tercer trimestre del años pasado, lo que reflejaría las dificultades del país para acceder a financiación.

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Los ases en la manga: el gas y el sistema SWIFT

El resto de las medidas consisten en la prohibición de exportar determinadas tecnologías a Rusia, sobre todo las relacionadas con equipamiento militar -Estados Unidos veta los semiconductores o los lásers y la Unión Europea, los euroconectores-, así como sanciones específicas contra empresas, como la ya mencionada Aeroflot, la compañía aérea nacional rusa, en Reino Unido.

Por el momento, sin embargo, no se ha querido tocar el mercado del gas, clave tanto para Rusia como para Europa occidental. Tan solo Alemania suspendió, antes del ataque ruso a Ucrania, la aprobación de la licencia del gasoducto NordStream 2, pero Dalziel subraya que esa es "una medida significativa a futuro", pero no en el corto plazo.

Niclas Frederic Poitiers coincide en que ahora mismo no era una decisión necesaria, sino que la Unión Europea debe decidir si asume el coste de arriesgarse a que Rusia cierre el grifo del gas de inmediato, lo que significaría un verdadero impacto económico para las economías europeas. "Y en el futuro, seguramente habrá que reducir significativamente la dependencia energética de Rusia", recalca.

La otra gran medida coercitiva que se baraja es expulsar a Rusia del sistema de pagos internacionales SWIFT, el principal de mundo, que permite los intercambios internacionales de en torno a 10.000 entidades en todo el planeta. Si las entidades financieras rusas quedaran fuera del SWIFT, su operativa se vería seriamente complicada porque no podrían hacer ni cobros ni pagos internacionales con el resto de bancos que utilizan este sistema.

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Perturbar a la economía rusa

Una decisión así sería muy perturbadora para la economía rusa, porque, señala el investigador de Bruegel, es muy difícil encontrar una alternativa:"Rusia puede vender petróleo y gas a otros mercados, pero ni China [que tiene un sistema de pagos propio] puede replicar un sistema como el SWIFT, sobre todo porque el sistema financiero internacional se basa en los pagos en dólares".

No obstante, también sería perjudicial para los países sancionadores, sobre todo los europeos, que no solo mantienen un considerable número de intercambios financieros con entidades rusas -Italia está especialmente expuesto a la deuda rusa-, sino que pagan la factura del gas con transferencias que también utilizan el mismo sistema.

Por ahora, ni la Unión Europea ni Estados Unidos han optado por recurrir a esta medida, aunque el ministro francés de Relaciones Exteriores, Bruno le Maire, aseguraba este viernes que los Veintisiete estudiarán "en las próximas horas" el posible bloqueo a Rusia en SWIFT, según recoge Efe.

Stephen Dalziel, en cualquier caso, insiste en que Putin ya ha contemplado todos los escenarios de sanciones y que la clave está en mantener el apoyo a Kiev: “Tienes que hacer algo para demostrar que no aceptas lo que ocurre, pero las sanciones tienen un efecto muy limitado. Lo más importante que puede hacer Occidente es seguir proporcionando equipamiento militar a Ucrania”. La guerra, en última instancia, está en el campo de batalla.