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Análisis

'Ici, Londres'. Aquí Zemmour: la llamada a la revolución de la nueva ultraderecha en Francia

  • El ultraderechista Éric Zemmour se ha presentado candidato a las presidenciales francesas
  • Eligió un cóctel de referencias mitológicas de la resistencia a la ocupación nazi para anunciar su candidatura

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Un ciclista retira los carteles de campaña del utraderechista Zemmour
Un ciclista retira los carteles de campaña del utraderechista Zemmour

Rompedor sí ha sido. En la estética. Cuando en lo audiovisual triunfan las iluminaciones claras, espacios diáfanos, blancos omnipresentes, incluso en los platós de televisión franceses (¡el blanco era anatema en la televisión analógica!), va el precandidato del momento y presenta su candidatura con una estética lúgubre, tétrica incluso. Acentuado por su rostro anguloso, enjuto, a lo Christopher Lee. Como una aparición clandestina, en la sombra. Éric Zemmour no ha lanzado su campaña oficial en YouTube como un mesías que aparece triunfante, sino como uno aún oculto en la catacumba de una biblioteca pobremente iluminada. ¿Quién lo persigue? La respuesta viene más adelante.

Como cualquiera que conozca un poco la historia y la mitología francesa cuando lo vi, después de la sorpresa por esa estética involucionista, exclamé Ici, Zemmour! “Ici, Londres. Les Français parlent aux Français” fue la cabecera de las emisiones desde la BBC Radio del exilio francés. Se dirigían a la Resistencia en una Francia ocupada por el ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial. El símbolo es la foto del General De Gaulle ante un micrófono llamando a los franceses a organizarse y combatir contra el ocupante. Fue “l’Apel du 18 Juin”, la llamada del 18 de junio de 1940. No quedó registro de la grabación original, pero el general se prestó a releerlo y hacerse la foto en el estudio 4B, en la cuarta planta de la BBC Broadcasting House, en Londres. De Gaulle es el gran mito, el inspirador, casi un santo de la derecha francesa. El partido conservador y sus líderes se autocalifican de “gaullistas”, como los conservadores británicos lo hacen de “thatcheristas”.

Beethoven y De Gaulle

Esas emisiones del exilio francés empezaban con las primeras cuatro notas de la Quinta Sinfonía de Beethoven, el celebérrimo pam-pam-pam-paaaam. En Morse: …- O sea, la letra V. Una V de 5ª y de Victoria. Una de las letras que la resistencia pintaba en su campaña clandestina. La V que al terminar la guerra Churchill inmortalizó con sus dedos.

Éric Zemmour eligió ese cóctel de referencias mitológicas de la resistencia a la ocupación nazi para anunciar su candidatura. Él solo frente a un micrófono, leyendo unos folios, sin teleprompter. Mirando, por lo tanto, a esos papeles y no a cámara. El héroe de una resistencia refugiado en la oscuridad cuál De Gaulle de 2021. También llama a levantarse contra una ocupación.

El ultraderechista Éric Zemmour se presenta candidato a las presidenciales francesas

Siguiendo con lo estético, la banda musical del video, ¡de 10 minutos!, Beethoven. El bellísimo segundo movimiento de la Séptima Sinfonía. ¿Por qué Beethoven?, se preguntan en Francia, si el genio alemán admiró la Revolución Francesa y al primer Napoleón, pero detestó el Emperador que reivindica Zemmour. Beethoven fue un universalista y por eso la Unión Europea eligió como himno su Himno a la alegría de la Novena Sinfonía. Esa Unión Europea que, según Zemmour, domina Francia y convierte a los franceses en vasallos.

Las teclas del ultranacionalismo

Éric Zemmour en esos diez minutos de presentación tocó todas las teclas del ultranacionalismo de hoy en día. Tras mostrar al candidato en el escondite el video sigue con un montaje inicial con violencia y disturbios actuales, de colas y alusiones al paro, urgencias o distintos servicios sociales, mientras en off Zemmour va describiendo cómo los franceses salen a la calle, van a la compra o al ambulatorio y no reconocen su país ni su lengua. Es decir, los franceses de verdad, los dueños de Francia, son blancos y cristianos. Y hablan francés.

Enseguida lo contrapone a imágenes de archivo -¡en blanco y negro!- de un pasado supuestamente idílico. Cine, no-dos, de los años 60. Modelo de sociedad perfecta. Su remake del trumpiano “Make America Great Again”, cuyo subtexto es “Make America White Again”. Volver a la Francia blanca es lo que hace el video y reivindica Zémmour. Ni el video ni el candidato en el texto que lee en off mencionan, por supuesto, que en esos años Francia estaba en guerra, en su colonia Argelia, ni el terrorismo nacionalista del OAS, ni los disturbios protagonizados por jóvenes universitarios blanquísimos.

La gran sustitución

Zémmour se dirige a quienes como él creen que están “asistiendo al final de nuestra civilización”, que los franceses (blancos y cristianos, se sobreentiende) son “extranjeros en su país”. La idea del Grand Remplacement, la gran sustitución. El título y la tesis del libro (2011) de Renaud Camus: hay una conspiración de las élites mundiales contra la Francia y Europa blancas, para colonizarnos por africanos y árabes musulmanes. Una teoría que abraza Zémmour y la ultraderecha de otros países. La Unión Europea forma parte de esa supuesta élite conspiradora. Esa conspiración es la culpable del empequeñecimiento y empobrecimiento de “una nación milenaria”.

Overbooking en la extrema derecha

Zémmour irrumpe en el abanico político francés sin partido y después de décadas en que la extrema derecha ha tenido opción electoral: la dinastía Le Pen. Primero, Jean-Marie y, luego, su hija Marine.

Una de las estrategias de Marine le Pen ha sido "desdiabolizar" el partido. Hacer de la extrema derecha una oferta menos indigesta. No es tan directa como su padre, ni burdamente racista o antisemita, y abraza postulados feministas. Dentro de esa estrategia cambió en 2018 el nombre al partido que fundó su padre en 1972, la vieja táctica de cambiar la etiqueta para hacernos creer que es otro producto. El Front National es ahora el Rassemblement National, cambió Frente por Agrupación Nacional.

Para Zemmour esa es una extrema derecha con complejos y él es el redentor que no tiene miedo a decir lo que piensan y sienten “los franceses”. “Os llamarán racistas” les dice a sus votantes potenciales, va en el paquete de esta revolución por recuperar la verdadera Francia. Y, de repente, lo que no lograba Marine Le Pen con su estrategia lo ha logrado Zemmour. Comparada con él la opción Le Pen no parece tan indigesta.

Revolución a la inversa

El fenómeno Trump es el ejemplo más espectacular de cómo la mayoría de medios de comunicación y élites intelectuales menospreciaron el electorado que compartía lo que el candidato decía.

Que no se compartan los postulados de esta extrema derecha, de este ultranacionalista, no significa que no haya muchos ciudadanos franceses que se identifiquen con su descripción apocalíptica. Se sienten defraudados por las expectativas, desposeídos y cada vez más extraños en el barrio donde viven, “como exiliados en su propio país” dice Zémmour tocando, de nuevo, la tecla mitológica que mencionaba al principio: igual que De Gaulle se dirigió a los franceses desde su exilio en Londres, él se presenta desde esa biblioteca catacumba, para que la resistencia de hoy se levante con el arma del voto contra “la gran sustitución” como se levantó contra la ocupación nazi. Una llamada a una revolución a la inversa lo han bautizado algunos analistas franceses.